Ella nunca elegiría tristeza
nunca el olvido Elena Santiago Letras en la Nube. Valladolid, 2015. 160 pp.
E sto afirma Meli, la protagonista de la novela de Elena Santiago: «y había dicho que, en contra de todo, ella nunca elegiría tristeza». Sonriendo, aun teniendo una vida amenazada, no hace en el fragor del vivir diario, nada especial por defenderse. He ahí la condición de la protagonista de Nunca el olvido , una novela dividida en secuencias, pero sin capítulos. Una novela con la que Elena Santiago vuelve después de seis años, con ecos lejanos de Ácidos días , su primera obra.
Lo hace desarrollando un tema delicado, trágico, relativamente frecuente: el maltrato femenino, olvidando casi inexplicablemente al autor, Cosme Alonso. El recuerdo de Meli dota a esta narración, heredera del clima de antiguas y múltiples novelas de Elena Santiago, de un extraño misterio, un clima emocional en el que se mezclan todos los personajes de la familia. De un excelso y luminoso espíritu, patente en la multitud de observaciones, pensamientos que Elena Santiago hace ver en sus páginas.
Ahí está, para confirmarlo, la figura de Ada («el universo estaba hecho para Ada») cuya muerte y retorno fantasmagórico a lo humano dota a la obra de un extraño espíritu, uniendo el mundo de los muertos con los vivos. Sobre todo en el recuerdo de su marido Samuel, presente de forma absoluta en el paisaje, en el arte y en el trato con el resto de la familia. «Sabía Ada que Samuel y el último sol, primos hermanos».
Y sabía otra cosa además; «Samuel, nunca será la muerte capaz de separarme de ti. Si me voy… espérame en alguna parte». En la sublimación, a fin de cuentas, como lo están los niños presentes en la obra, buscando el amor y, sobre todo, la esencia de unos sentimientos. De esta forma, las páginas de Nunca el olvido estarán siempre henchidas del espíritu emocionado de la abuela Ada y de los niños, con Ike, Valen, Selma, recordando el doloroso pasado pero disfrutando al mismo tiempo del afecto de sus primas.
Pero es lo mismo, ahí se halla Samuel, dispuesto a buscar en Roma la última secuencia de la novela, la síntesis del Arte y el Amor. Este es el destino verdadero.