Diario de León

«Mira, Tarzán, hijo, que…»

EDUCANDO A TARZÁN Francisco Flecha Eolas Ediciones, León, 2015. 82 pp.

Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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D ecía Cesare Pavese que la ironía era la verdadera marca de la modernidad. No me cabe la menor duda, máxime después de la lectura del libro de Francisco Flecha, cuya intención es transcribir las enseñanzas de Chita, enseñanzas que tienen que ver con la más viva actualidad, no exentas de acidez y estilete certero. «…a veces me pregunto ¿en qué tipo de mundo viven [los humanos] que les obliga a inventarlo y a inventarse para poder, así, sobrevivir?».

Estos relatos fueron, en su origen, columnas de opinión aparecidas en La Nueva Crónica. Pero, en realidad, tal como afirman en un prólogo compartido Fulgencio Fernández y David Rubio, son treinta historias, relatos cortos en su sentido verdadero, con el alcance que trasciende su brevedad, consciente el autor de que en la misma se encierra un sinfín de contenidos, los necesarios. «Mira, Tarzán, hijo —así acaba uno—, para escribir un buen relato hacen falta tres cositas: 1. Tener algo que contar. 2. Contarlo. 3. Callarse a tiempo. Nada más fácil y raro de encontrar, según parece».

Brevedad. Precisión, una filosofía clarividente de Chita con sus enseñanzas finales, casi a manera de moderna moraleja. Un ejemplo: «No trepes tan deprisa, Tarzán, hijo, que la arboleda es breve y además, que lo sepas, al mono que se empeña en trepar a lo más alto es más fácil verle el culo. Que siempre hay quien se descuida».

Un acierto recuperar en libro estos relatos dispersos. Su sentido unitario nos permite gozar con más intensidad su enfoque original, preciso, lleno el conjunto de mordacidad, ironía y humor, sin duda todo ello con la precisa sutileza del lenguaje. A uno siempre le gana la elegancia de la sencillez y la claridad, la estructura que hilvana con precisión el pensamiento. O lo que quiere decir.

?Razones más que suficientes para recomendar encarecidamente su lectura.

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