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La armonía del invidente
AYER SE CUMPLIÓ EL 450 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE ANTONIO CABEZÓN (1510-1566), UNO DE LOS NOMBRES FUNDAMENTALES DE LA MÚSICA ESPAÑOLA. PRIMERA FIGURA DEL HUMANISMO, PROTAGONIZÓ LA EMANCIPACIÓN DE LA MÚSICA INSTRUMENTAL. HACE MEDIO SIGLO, LA PRIMAVERA DE FRAGA TRATÓ DE USAR SU APELLIDO PARA DISTRAER EL MATAJUDÍOS DE SU PUEBLO JACOBEO. divergente
S egún Federico Sopeña, Cabezón logró, más que los vihuelistas, un tipo de obra singular, cuyo gran mérito fue crear una técnica adaptada a las posibilidades del instrumento, capaz de mantener la unidad interior con un reparto equilibrado de emoción y medida, de espíritu y forma. Pero, a la vez, una técnica también sensible a la multiplicidad, que no reduce ni anquilosa su expresión. La música renacentista sigue un modelo de composición aditivo, del que Cabezón fija el prototipo de partida. Es el arte de la variación para tecla, que Cabezón mostró en sus triunfales Jornadas Reales de Inglaterra, en 1554, de donde brotarán ocho años después las composiciones instrumentales de Thomas Tallis. Su lenguaje resulta tremendamente actual y aborda todos los géneros empleados por la música instrumental de la época. Según advirtió Antonio Baciero, que es su mejor intérprete, su obra es «como las últimas vidrieras del gótico, alentadas ya por el ímpetu renacentista».
Antonio Cabezón nació en Castrillo Matajudíos (en la actualidad, Castrillo Mota de Judíos, Burgos), en 1510, y falleció en Madrid, en 1566. Ciego desde niño, estudió órgano en Castrojeriz y más tarde en las catedrales de Burgos y Palencia, donde era canónigo su tío y protector Esteban Martínez de Cabezón. A los 16 años, se trasladó a Toledo, donde entró al servicio de la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, como «tañedor de tecla» y músico de su capilla. A partir de entonces, su vida se supedita al ritmo de palacio. Tras la muerte de la emperatriz, fue nombrado músico de cámara del emperador y del príncipe Felipe, que siempre reclamó su presencia, tanto en los viajes como en las celebraciones más brillantes. Porque había tenido una participación decisiva en la excelente formación musical del príncipe. Su importancia en la historia de la música es fundamental por la renovación que imprime a sus composiciones para órgano. Su capacidad de recreación de motivos populares y de la obra de otros autores muestra el vuelo de su virtuosismo. Aunque en su caso no es un ejercicio ornamental. Sus glosas y variaciones no se perciben como digresión manierista, sino como música independiente, desligada de la pieza. Su originalidad y la perfección de su estilo compositivo suponen un anticipo de varios siglos a la mentalidad creativa de su época, permaneciendo como uno de los hitos esenciales de la música española y universal.
En 1538 contrajo matrimonio con Luisa Núñez, con quien tuvo cinco hijos. «Casó por amores, que es maravilla en un ciego», según un ingenio de la época. Uno de sus hijos escribió un Proemio al libro Obras de música para tecla, arpa y vihuela de Cabezón. El mismo año de su boda, Cabezón comenzó a servir como músico de cámara de Carlos V, además de continuar con sus labores de organista de la emperatriz. En 1543 Felipe II fue nombrado regente de España, y a partir de ese momento Cabezón se convirtió en el organista de su capilla, asistiendo a su boda con María de Portugal en Salamanca. En 1548 Cabezón emprendió un viaje con el príncipe de tres años por Italia, Alemania y los Países Bajos, extendiendo su influencia por Europa.
En 1554 realizó un segundo viaje acompañando a don Felipe, esta vez a Inglaterra, donde entró en contacto con Tallis, y de nuevo por los Países Bajos. Un año más tarde, Felipe pasó a ser rey de España y Cabezón continuó trabajando para la monarquía, ahora en la corte don Carlos, hijo del rey, hasta su fallecimiento en 1556. Felipe II tenía en gran estima al músico invidente, por lo cual, al morir, se volcó con su familia. Así, las hijas de Cabezón y su viuda pasaron a servir en la corte y uno de sus hijo fue capellán de la Capilla Real.
Su obra incluye dos fugas; nueve series de ‘diferencias’ sobre otras melodías preexistentes, entre las que destacan las célebres «Diferencias sobre el Canto del Caballero» y las compuestas sobre la pavana italiana y la gallarda milanesa, y veintiséis tientos como el Tiento de 4º tono y el de 6º tono, que son la parte más interesante de su obra por su riqueza armónica. Asimismo, compuso cuarenta y dos glosas sobre obras de músicos de la escuela flamenca y algunas obras para la liturgia. Siguió la tradición hispánica, si bien en la armonía y contrapunto estuvo influido por los flamencos Josquin y Gombert, y por su compatriota y también músico de la corte Luis de Narváez.