Diario de León

«El mundo está lleno de gente incapaz de amar»

l Manuel Ferrero presenta ‘El brujo Mangachuscos’, un malo entrañable. «todos tenemos una parte mangachuscos», avisa ferrero sobre un mago mezquino al que vencen hasta las hormigas

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e. gancedo
León

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A lguien que ‘manga’ chuscos, o está muy necesitado, o es muy ruin». Así describe el cuentacuentos y escritor leonés Manuel Ferrero López del Moral a su nueva ‘criatura’, el Mago Mangachuscos, protagonista —junto a su inseparable gato, Ponzoña— de un nuevo libro infantil brillantemente ilustrado por Paula Vallar Gárate.

«Este es un malo que genera simpatía y hasta ternura en el lector al ver cómo fracasa una y otra vez», comenta Ferrero, activísimo narrador oral y autor de numerosos libros poblados siempre por personajes generosos, osados o llenos de dudas, pero todos pensados para que los más pequeños capten mensajes de valentía y humanidad. «En los cuentos de hadas siempre está muy bien definido lo bueno y lo malo, pero ahora le he querido dar la vuelta a eso con un mago que fracasa en su deseo de hacer daño», cuenta, y prosigue la definición del señor Mangachuscos: «Tiene condiciones y poder para atormentar a todo el mundo, pero un error tan minúsculo como pisar una hormiga hace que su magia no funcione como debería... Y eso nos recuerda que la unidad de los sencillos es un buen camino a explorar».

Preguntado por si se basó en algún personaje real para construir a este ‘malo entrañable’, responde el también padre de Anastasia la valiente o La hormiga Pasmina que le encanta «hacer alegorías». «En el momento actual existen muchos Mangachuscos, seres tristes y solitarios que no saben amar y se creen en el derecho de imponer, negar, destruir o asustar. En todas las personas hay algo de hormiguero unido, sencillo y entregado y algo de Mangachuscos, ese deseo de tener siempre razón y querer que todo esté para servirnos. No está basado en un personaje real y concreto pero nos hace de espejo amable: ‘El que esté libre de ego, que tire la primera piedra’, parece decirnos».

Más que moralejas o enseñanzas, hay mensajes. Y uno de ellos puede ser, como destaca Ferrero, que no importa lo que nos toque vivir, «a todo le podemos dar la vuelta como un guante». «A día de hoy toca transformar creativamente muchas leyes y decisiones de gobiernos y multinacionales. Recibirlas como en un buen tango y hacer de ellas lo contrario a lo que esperan los brujos de turno», reflexiona.

Un mensaje no sólo pensado para los pequeños. «También me interesa que el adulto, tras leer el libro, medite y sienta el momento que vivimos. Transmitir la idea de que el mundo se crea con la responsabilidad de todas las personas y el valor de los seres vivos. Sin naturaleza no hay humanidad posible. Me gusta que las moralejas sean abiertas; de hecho este cuento permite interpretaciones distintas y contradictorias. Me interesa, para los pequeños, que sea divertido, sencillo y que les haga imaginar. Lo que cada uno saque del libro es algo que no deseo dominar».

Ferrero reía mientras escribía la historia. «Cuando te pasa eso, una de dos: o ha perdido la razón o es que está gozando mucho». Y reivindica la labor de la ilustradora, Paula Vallar: «Su mérito ha sido deleitar y llamar la atención a primera vista... y a segunda».

«La verdad es que siempre he querido saber cómo hemos llegado a crear un mundo lleno de Mangachuscos —piensa el autor montañés respecto a la actualidad de su libro—. Algo me conmueve cuando percibo socialmente que nos falta ternura, compasión y verdad, y nos sobra egoísmo, deseo de poder e indiferencia frente a la fragilidad de nuestro prójimo. Mi esperanza es que sepamos transformar el plomo en oro. Que, como alquimistas, podamos trocar la parte Mangachuscos en latido de creación». Y avisa: «Sólo cuando lleguen arriba, los que tengan la cabeza más abajo podrán darle un giro a todo esto».

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