Leyendas, tricornios y democracia

El idilio entre Lorenzo Silva y la Guardia Cilvil es un hecho. Agentes y mandos devoran sus libros y se reconocen. El coronel Iglesias, máximo responsable de la Unidad de Acción Rural, entregaba entre loas y abrazo a Silva un pakul , el típico gorro afgano con los escudos del GAR. El escritor, que ha contribuido con sus libros a aliviar el peso de un leyenda tan negra como injusta, firmaba agradecido en el libro de honor del acuartelamiento riojano. Decir que la Guardia civil se ha democratizado bien es para Silva «tan real como superficial». «La democracia está en su ADN», sostiene el autor. «El cuerpo ha soportado en los últimos 40 años un carga muy negativa: la utilización de un régimen autoritario que se aprovechó de su disciplina para controlar a la población. Pero nunca perdió la carga positiva que tiene desde su fundación como cuerpo de seguridad al servicio del Estado y los ciudadanos, neutral ante las fuerzas políticas. «Ese es su ADN y emerge cuando desaparece la utilización del poder tiránico» sostiene Silva. «Convivimos con los guardias civiles que llevan un tricornio desde 1844 y es iluminador preguntarse por qué», dice.