Diario de León

«Al relato de la historia le suele faltar corazón»

l Alberto de Frutos reúne en un libro la cotidianeidad de ocho décadas, la España «que nos trajo el presente». Filandó n entre el remate de zarra y el zapatazo de iniesta, entre las centralitas telefónicas y el ‘whatsapp’, cabe el relato del día a día de un país: ese es el contenido de un libro escrito ‘a pie de calle’ «En 1930, el Real Madrid fichó a Zamora por 150.000 pesetas. ¡Ríete tú de Cristiano Ronaldo y Messi!» «Una turista fue multada en Benidorm con 40.000 pesetas por llevar biquini en un bar»

Los ‘payasos de la tele’ entretuvieron a los niños de 1973 a 1983. Debajo, ‘El Caso’, ‘La Codorniz’ y ‘Mortadelo’

Los ‘payasos de la tele’ entretuvieron a los niños de 1973 a 1983. Debajo, ‘El Caso’, ‘La Codorniz’ y ‘Mortadelo’

Publicado por
EMILIO GANCEDO
León

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P roclamada la República. Dígame qué hacemos con el cura». Este telegrama firmado por el alcalde de un pequeño pueblo y recibido por el ministro de Gobernación, Miguel Maura, es un buen ejemplo tanto del sentir popular que reinaba en parte del país con respecto a la llegada del nuevo régimen como del carácter de Historia a pie de calle. Crónica de la España que nos trajo el presente , un libro, editado por Larousse, que aborda, con enorme profusión de datos, fotografías y anécdotas significativas, la ‘historia menuda’ del país, el reflejo de una vida cotidiana que en unas cuantas décadas experimentó un cambio como no ha sucedido en casi ningún otro Estado de Europa.

«Tanto los editores como yo teníamos la sensación de que a veces al relato de la historia le faltaba un poco de corazón —argumenta Alberto de Frutos, su autor—. Hay libros magníficos sobre la II República, la Guerra Civil, el franquismo o la Transición, llenos de hallazgos novedosos, pero en los que el pueblo aparece a veces en un segundo plano». Con Historia a pie de calle , este joven escritor y periodista madrileño quiso, precisamente, invertir esos papeles: «Recuperar la intrahistoria de Unamuno para que la voz de la gente ‘normal’, de la gente como nosotros, y como nuestros padres y abuelos, fuera escuchada».

La primera vez que pudieron votar las mujeres, el desgarro de un enfrentamiento entre paisanos, la tristeza del exilio, los tebeos de la posguerra, las privaciones de la dictadura, el guante de Gilda, el gol de Zarra, las carreras delante de los grises, el destape, los primeros éxitos de la tele, los Juegos Olímpicos de Barcelona, el adiós a la peseta, el gol de Iniesta... un enorme puzle que abarca los últimos cien años de una historia grande construida a base de innumerables historias personales.

En cuanto al proceso de documentación y redacción de tan ambicioso proyecto —de 1931 a nuestros días en 224 páginas, inmenso ejercicio de síntesis—, responde Frutos que hubo capítulos que nacieron «rodados». «Cuando hablo de la España del último cuarto de siglo —las olimpiadas de Barcelona, el asesinato de Miguel Ángel Blanco, la crisis económica...—, la proximidad en el tiempo me ha facilitado la perspectiva y, consiguientemente, el proceso de escritura». «Y a la hora de mirar atrás —prosigue—, llamé a las puertas de las hemerotecas y de los libros, y sometí al ‘tercer grado’ a quienes sufrieron en sus carnes la posguerra o asistieron en directo a la llegada del hombre a la Luna. Pero, claro, escuchar la historia de labios de los testigos es algo que no tiene precio».

Eso sí, no le resulta nada fácil a Alberto de Frutos, autor con abundante experiencia en contar y divulgar temas históricos y patrimoniales, escoger las anécdotas que más le sorprendieron a la hora de elaborar este volumen («¡es que hay tantas!, exclama). «Trabajo en una revista de historia de España y estoy familiarizado con nuestro pasado, pero todos los días aprendía algo nuevo —cuenta—. El estratosférico fichaje de Ricardo Zamora por el Real Madrid en 1930, que ríete tú de Cristiano Ronaldo y Messi. La irresistible ascensión de El Corte Inglés a partir de una sastrería en el centro de Madrid. El funcionamiento de las primeras quinielas, cuando no existía ni siquiera lo del 1-X-2. Los clones que le salieron a Mariquita Pérez a rebufo de su éxito. Los sorprendentes avatares de Elena Francis, o más bien de Juan Soto Viñolo, que fue el guionista de su consultorio radiofónico durante nada menos que dieciocho años». O también una anécdota que narra a propósito de la ‘invasión playera’ de las ‘suecas’ en los años sesenta del pasado siglo: «Bueno, esta chica no era sueca sino inglesa, y los hechos ocurrieron un poco antes, a principios de los cincuenta. Una turista en Benidorm fue multada con 40.000 pesetas por llevar biquini en un bar frente a la playa. ¡Hasta el alcalde tuvo que intervenir para librarla de la pena!».

Y es que, desde el primer Día del Libro, que se celebró en plena II República, hasta los millones de mensajes que intercambiamos cada día por whatsapp con familiares y amigos —incluidos asuntos leoneses como el temible accidente ferroviario de Torre del Bierzo o el multitudinario entierro de Durruti en Barcelona—, Crónica de la España que nos trajo el presente quiere ser también, a decir de la editorial, «una manera de entender qué fuimos, qué somos y qué podríamos llegar a ser».

Preguntado por si somos los españoles verdaderamente conscientes de todo lo que ha cambiado este país en tan poco tiempo, De Frutos responde: «Probablemente no y, sobre todo creo que somos muy críticos con nosotros mismos. ¿Cómo podemos comparar la crisis económica actual con la situación que vivió España al término de la Guerra Civil? Si hasta cuestionamos la democracia en su conjunto por el menor fallo en el sistema... Somos un país fuerte, que cuenta en Europa y en el mundo, aunque no lo queramos ver. Tenemos muchos retos por delante, pero lo que hemos conseguido en estas últimas décadas ha sido extraordinario. Y aquí andamos, discutiendo si la Transición fue o no modélica, y dándole vueltas a lo que nos separa en lugar de reconocer lo que nos une. Deberíamos querernos un poco más, y nada mejor que el conocimiento de la historia para ello».

Un pasado con ‘alma’

Las fechas antes que las personas, los poderosos antes que los humildes... ¿por qué la historia suele entenderse siempre como la ‘Historia’ con mayúsculas y no como esa sucesión de hechos cotidianos que de verdad afectan a la gente? «Bueno, por supuesto que hay que tener unas coordenadas de esa Historia con mayúsculas, y saber lo que significaron años como 711, 1492, 1808 o 1936, y hablar de Trafalgar al menos con la misma soltura con que ahora desgranamos la guerra entre Brad Pitt y Angelina Jolie —reflexiona Alberto de Frutos—. Pero, en una batalla, yo siempre me he identificado más con el tambor de la compañía que con el general que observa su curso desde lo alto de una loma. Como lector habitual de ensayos históricos, me quedo más con el pie de página y la nota al margen que con el cuerpo del texto. Además, tengo la impresión de que en estos últimos años estamos perdiendo el gusto por escuchar a nuestros mayores, y esa indiferencia es fatal para la historia».

Álbum de recuerdos donde se apiñan Lola Flores, los cuerpos ‘liberados’ en las playas, el «¿cómo están ustedes?» de los ‘payasos de la tele’, el olor de los libros de la EGB, el aspecto naïf de Naranjito o el temido ‘efecto 2000’, «lo más difícil de hacer este libro ha sido esquivar la tentación de hacer un resumen frío —confiesa el autor—, porque ante todo he querido comprender lo que de verdad importa: nuestras vivencias y nuestra memoria».

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