Testigo de sombras

A l reseñar en Filandón Temporada de estatuas (2010) afirmábamos que al colombiano Juan Manuel Roca le interesaba la poesía como compromiso con el lenguaje y la vida, con el hombre en cuanto tal y con el que se arrastra por la vida. Puede comprobarse ahora en Biografía de Nadie , nutrida antología personal de su obra lírica. Biografía, es decir, historia de una vida, de la vida de Nadie, que es un vacío, un no ser, una negación, un fantasma. Biografía de Nadie es también el título de un poema que dice: «¿Ven un vacío en la foto familiar, un hueco, un espacio entre la respetable parentela? Es Nadie, sin rostro y sin linaje». Como hace García Montero en el prólogo, podríamos rastrear esta presencia del no ser, signo acaso del hombre deshabitado, a lo largo de la poesía del colombiano, que titula uno de sus libros Las hipótesis de nadie (2005).

Acaso avancen hacia el vacío de Nadie los seres con deficiencias físicas de los primeros libros del poeta: los ciegos y su noche, con invocación a Santa Cecilia, ciega patrona de los músicos; la entrada en la ceguera del pintor Degas «es como pintar / a una mujer vestida / e irla desnudando con el pincel / hasta reducirla a su soledad». Los sordos también, y en la boca del gran sordo Goya pone Roca estas palabras: «Quizá mi sordera fuera un don, / la manera de asordinar / el grito nocturno de los fusilados»: Los mancos, con un odio mortal a las manos del carnicero, y los mudos que «tejen el aire / con su jerga silenciosa». ¿Son signos acaso de otras deficiencias históricas o sociales o premoniciones de las manquedades de un país, Colombia, sobre el que el poeta descarga su conciencia crítica en País secreto (1987)? Lejos de cualquier simbolismo, en cambio, en Biblioteca de ciegos traza el poeta una entrañable visión de aquellos acarician?do asombrados la palabra con «sus dedos memoriosos».

Los sueños son otro motivo constante en la poesía de Roca, los cuales atraen otro espacio, el de la noche; y asimismo los espejos, que duplican las cosas, añadiendo horror al horror y belleza a la belleza; pero el reflejo no es más que un eco de la realidad, una sombra, otro motivo trascendente para este «testigo de sombras» que es el poeta colombiano. El arte y la poesía son temas también de su poesía, con Vallejo como referente.

El lector puede inferir de lo dicho la riqueza de una poesía de la que me he limitado, únicamente, a esbozar algunas de sus líneas de fuerza.