Misterios pictóricos y humanos

L as dos páginas de ‘Agradecimientos’, al final de la obra, pueden considerarse como un buen anticipo de la estructura y fondo de la novela de Isabel San Sebastián. Y especialmente de la objetiva información del escenario histórico de la novela. Si a todo ello unimos la geografía de su desarrollo (Nueva York, Londres, Budapest, Madrid, Sevilla, Toledo…) y ciertas actividades relacionadas con las grandes galerías de arte, podemos darnos una idea de su contenido. Para acrecentar ese interés descubrimos el meollo de la acción: en nueva York sale a subasta un ‘valioso’ cuadro de El Greco. Carolina Valdés, una exquisita marchante de arte, recibe de un ser humilde, Philip, un taxista de Nueva York, una noticia inexplicable: el cuadro, robado por los nazis, perteneció a su familia.

Admitiendo la buena voluntad de Philip, Carolina Valdés inicia la búsqueda de la verdad y la recuperación del cuadro. Por todo ello, si la novela tiene condición relativamente diacrónica (al menos desde la Segunda Guerra Mundial y el sufrimiento del pueblo judío), la sincronía del descubrimiento, los viajes de Carolina y Philip, su relación humana… constituyen la más absoluta sincronía. La excelente recuperación del pasado histórico europeo, las referencia personajes ilustres, la trama de la acción, los excelentes escenarios urbanos y Toledo como lugar especial… suponen un gran atractivo para cualquier lector. Todo ello sin olvidar el pasado judío del protagonista, decisivo en la formación de su personalidad.

No falta, inevitablemente, la presencia del amor discurriendo por cauces sentimentales que, tal vez, decepcionen un poco al lector, como ocurre con el desenlace de la obra, feliz casi por necesidad. Con todo, los elementos aludidos, narrados con estilo dinámico y ágil, a pesar de la gran cantidad de nombres que aparecen, hacen de la novela un logro indiscutible, con una eficaz y clara documentación histórica.