Diario de León
j.r. vega

j.r. vega

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

AVELINO FIERRO

FISCAL DE MENORES

Yo creo que todos empezamos escribiendo poemas, aunque sean malos. El talento que madura pronto suele tener que ver con la poesía. Hace mucho tiempo yo escribí algunos. Hace poco los he recuperado y me he atrevido a incluir uno en mis diarios. Un amigo, de esos poetas de verdad que perciben el runrún metafísico, dijo que no estaba demasiado mal.

Pero a escribir con cierta continuidad empecé tarde, hace unos diez o doce años. Escribí tres o cuatro cuentos después de algunas noches locas, o de viajes con amigos o experiencias trapisóndicas para que no desaparecieran con el tiempo, para fijarlos en la memoria.

Los fotocopiaba y los mandaba en un sobre a los conocidos. Había en ellos algunos símbolos o escenas o personajes legendarios, en el sentido en que ha escrito alguna vez Luis Mateo Díez. Mi amigo Manuel Vicente González —Manolo ‘Cerebro’—, que había editado a Luis Landero, Gonzalo Hidalgo Bayal, Julio Llamazares... —Julio, que siempre me ayuda y me anima en esto del escribir—, me dijo que le enviase más y que hacíamos un librito. No le hice mucho caso. En todo mi primer libro, Una habitación en Europa, hay entre él y yo un tira y afloja: él me pide más folios y yo le digo que me deje en paz, que no me agobie, que no soy un escritor profesional. Y, claro, no escribí cuentos, la ficción es muy complicada. Además, como decía Borges, «la certidumbre de que todo está escrito nos anula y nos afantasma». Escribí un diario, que creo que va más con mi carácter, con ese «fondo sentimental» del escritor, del que habla Baroja.

Luego he seguido escribiendo a petición de otra amiga, Eloísa Otero, en una revista cultural digital. De ahí salió el segundo libro, Ciudad de sombra, y está en camino el tercero, que creo que se titulará La vida a medias, un verso de un haiku de una serie de cinco, que me pidieron los «Ultramarinos».

Así que soy escritor por encargo (Umbral decía que el encargo es la mejor musa), y tengo claro que escribo, que se escribe, porque se lee. Me siento sobre todo lector.

En el día a día te pueden ocurrir cosas, casi todas anodinas, para contar en el diario; pero si escribes tienes que darles un cierto aire y hasta construirte de algún modo un personaje, y para eso es esencial la lectura. Perdóname por citar —en esto es un filón de nuevo— a Borges, en el epílogo del Hacedor: «Pocas cosas me han ocurrido y muchas he leído. Mejor dicho: pocas cosas me han ocurrido más dignas de memoria que el pensamiento de Schopenhauer o la música verbal de Inglaterra». Todo, más que la vida, está en los libros. Libros, claro, de papel; no un artilugio electrónico.

tracking