El camino más Derecho a la literatura
Un puñado de escritores leoneses son también abogados, jueces, fiscales y licenciados . El camino más Derecho a la literatura para muchos escritores leoneses ha sido, precisamente, esta carrera. Luis Mateo, Merino, Julio Llamazares, Fernández Sifres, Aparicio o el fiscal Avelino Fierro son prueba de ello «Pasaba tardes en la biblioteca con las leyes sobre la mesa, olvidadas, y un relato entre las manos» Los escritores leoneses Julio Llamazares, Luis Mateo Díez, José María Merino y Aparicio estudiaron Derecho
Los tribunales generan buenas historias: crímenes sórdidos y sucesos turbios. Ya se sabe, la realidad siempre supera a la ficción. Pero no sólo letrados, jueces y fiscales se han visto tentados a fabular sobre la cruda realidad que enjuician a diario, sino que un número sorprendente de escritores ha encontrado el camino más Derecho a la literatura. Al menos, la lista de leoneses es interminable.
Los académicos Luis Mateo y José María Merino son un ejemplo. El creador de ese territorio mágico que es Celama recibió un cálido homenaje en 2007 de los compañeros del Ayuntamiento de Madrid, cuando se jubiló tras haber pasado toda su vida laboral en el departamento jurídico de esta institución. José María Merino, también licenciado en Derecho y funcionario de carrera, fue director del Centro de las Letras del Ministerio de Cultura, por lo que durante décadas se vio obligado a restarle horas al sueño para relatar historias tan fascinantes como las del Reino Secreto o La orilla oscura. Juan Pedro Aparicio, que con Merino y Luis Mateo ha conseguido internacionalizar los filandones, estudió la misma carrera que los anteriores y ocupó durante varios años la oficina del Instittuo Cervantes en Londres.
«Los libros leídos no sólo nos proporcionan un pasado alegre y aventurero, sino que también iluminan nuestro presente», sostiene Avelino Fierro, fiscal de menores y autor de Una habitación en Europa y Ciudad de sombra.
Julio Llamazares. Foto: Nacho Gallego.
David Fernández Sifres. Foto: Archivo.
El juez leonés Lorenzo Álvarez de Toledo consiguió el premio de ensayo Miguel de Unamuno con su libro Manzanas y serpientes, donde explica que la discriminación de la mujer proviene de los mitos griegos, considerados entonces «normas jurídicas».
El autor de Luna de lobos estudió Derecho, pero abandonó prontó la abogacía por las letras y el periodismo. Julio Llamazares, que inmortalizó la leyenda del santo pellejero en su libro El Entierro de Genarín, ha admitido que escribe «por vocación, por necesidad, no es un oficio ni un capricho, escribo lo que me piden el cuerpo y el alma, por eso tardo tanto en escribir un libro». También podría decirse que estaba predestinado a plasmar el paisaje del fin del mundo. «La primera visión que tuve de mi pueblo fue el cadáver de mi pueblo y eso te marca para siempre», ha reconocido.
«Escribir no es mi trabajo, sino mi hobby. Creo que inventarme historias es lo que más me gusta», cuenta en su web el leonés David Fernández Sifres, autor de libros de relatos para niños, licenciado en Derecho y funcionario de la escala superior de técnicos de Tráfico. Sifres, que actualmente es jefe del Área de Tramitación del Centro de Tratamiento de Denuncias Automatizadas, de la DGT, un centro de ámbito nacional ubicado en León, se recuerda escribiendo desde niño. «Empecé a hacerlo con asiduidad y de manera más consciente poco antes de iniciar la carrera de Derecho. Durante unos años escribí relatos cortos. Me premiaron una veintena y eso me animó mucho». Sifres encontró su camino en la literatura infantil y juvenil después de leer un libro «de un autor desconocido por entonces, Carlos Ruiz Zafón. Se titulaba El príncipe de la niebla. Me encantó y decidí probar. «scribir libros para niños engancha mucho, así que ahí sigo». Si se le pone en el brete de elegir entre el Derecho y la literatura, confiesa que en su época de estudiante, pasaba tardes enteras en la biblioteca con las leyes sobre la mesa, olvidadas, y un relato entre las manos.
La lista interminable
En la lista de escritores con formación en leyes hay que citar también a Diego Asensio, Óscar M. Prieto, Manuel Ferrero López del Moral, Víctor Corcoba o Vicente Muñoz Álvarez.
Fuera del territorio físico y literario que es León, hay multitud de escritores que también proceden del ámbito legal. El escritor y abogado John Grisam utiliza como telón de fondo de buena parte de sus best seller el sistema judicial norteamericano. El autor de novelas de éxito como La reina descalza, La Catedral del Mar o La mano de Fátima, Ildefonso Falcones, también es abogado, condición que le ha permitido batallar por los derechos de autor en los tribunales.
Desde Kafka y antes que él la literatura está sembrada de letrados. El caso del gallego Manel Loureiro es singular. Es uno de los autores españoles que más vende en Estados Unidos, hasta tal punto que ya le conocen como ‘el Stephen King español’.
Joël Dicker, «el irritante niño prodigio literario», vendió millones de ejemplares en todo el mundo de su adictiva novela La verdad sobre el caso Harry Quebert, un fenómeno editorial como pocos en los últimos años. Dicker, licenciado en Derecho por la Universidad de Ginebra, volvió a repetir éxito con Los últimos días de nuestros padres.
El cervantino Juan Goytisolo también estudió Derecho, pero inmediatamente se fue a París, donde fue asesor literario de la prestigiosa editorial Gallimard. Goytisolo lleva una vida nómada que se refleja en su literatura. Carlos Fuentes le consideraba como o de los mejores escritores del mundo», y él mismo se ha calificado como alguien «anómalo como todo creador».