le big mac
Uves dobles
V a a terminar julio y a los que aún nos quedan días de oficina se nos acumula el cansancio en el quicio de las gafas. Lo llamamos cansancio porque si le damos su verdadero nombre perdemos las ganas de trabajar, de pensar y de vivir. A menudo ocurre que las palabras contrarían a la realidad. El cansancio se remedia con el descanso, pero lo nuestro suena en otra frecuencia. Estamos gastados, anulados, y sólo ambicionamos la inalcanzable empresa de convertirnos en Bartleby. ¿Qué hubiera contestado Bartleby a la impertinente pregunta de si deseaba convertirse en Bartleby? El día del Watusi, (Anagrama, 2016), es el negativo moral de la novela de Melville. Está velado por los bordes, cierto, como una fotografía tomada con una vieja cámara soviética, pero mientras donde el primero decide no hacer, por el segundo deciden qué ha hecho. Y la consecuencia es la misma: ambos resultan culpables a juicio de un mundo criminal.
Para escribir una historia sólo hace falta ordenar algunas frases, pero para no escribirla uno necesita mucho más espacio, más papel. A Francisco Casavella le llevó casi 900 páginas en la edición actual, tres volúmenes en la original. Hay relatos tan frágiles que si los escribes desaparecen, se desmoronan, igual que una vieja cómoda donde se ha asentado una colonia de termitas. No resisten el paso contradictorio de las palabras, y para publicarlas sólo podemos recurrir al silencio.
Casavella construye un mundo mitológico y demente que colapsa el 15 de agosto de 1971. Allí el autor bota su silencio como una nave fantasma y la deja bogar entre las páginas de su novela, es decir, entre la España que nos precede y la que nos sucede. Ésta es una novela total que revela la invisible línea moral que separa a los que están dentro del sistema de los que quedan fuera.
En León, cada 15 de agosto se celebra el día del Watusi. El cartel de este año anuncia la que va a ser la gran fiesta del verano. Música, poesía, piñatas y vermú para celebrar lo que nos salva. ¿Pero qué celebramos realmente el 15 de agosto? Es mejor que vayamos allí, disfrutemos de la gran fiesta del verano, del buen ambiente, y no hablemos de qué estamos celebrando. Luego podemos escribir una uve doble para llenar el hueco del silencio.