Diario de León

«Mi país se fundó sobre el genocidio indio y la esclavitud»

Paul Auster confiesa que escribió «a ciegas» ‘4 3 2 1’, la ambiciosa novela sobre el azar y la muerte con la que rompe un silencio de siete años.

j. p. gandul

j. p. gandul

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miguel lorenci
León

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«El odio envenena Estados Unidos», sostiene Paul Auster. El autor ha presentado esta semana en españa la esperada ‘4 3 2 1’, novela que rompe siete largos años de silencio. El escritor norteamericano confiesa que escribió «casi a ciegas» las mil páginas de un libro sobre las cuatro vidas posibles de un personaje.  «A Trump no le culpo por ser el psicópata que es, pero me inquieta que le votaran 60 millones de personas, dice.

Dice Paul Auster (1947) que se pasó siete años «bailando a ciegas» para poder concluir su nueva novela. Que se «desplomó», literalmente, el día que concluyó 4 3 2 1 (Seix Barral), un volumen de casi mil páginas, una suerte de epopeya sobre los instantes decisivos e impredecibles. A través de Archie Ferguson, un personaje desdoblado en cuatro, escribe Auster cuatro vidas posibles, cuatro novelas en una, y repasa la historia reciente de Estados Unidos, «un país dividido y envenenado por el odio que Tump alimenta», asegura. «Es un maníaco, un psicópata», dice de su presidente, al que ve «incapaz de leer un libro» y «una amenaza para el mundo» y ante cuyo mandato el escritor se se siente «frustrado y miserable». El Premio Nobel no le quita el sueño al ganador del Príncipe de Asturias de las Letras en 2006, que dedicó sus primeras palabras en España a la memoria de John Ashbery, «grandísimo poeta y amigo» fallecido el domingo pasado. Auster es a la literatura lo que Buce Springsteen a la música. Por lo menos en Europa, donde tiene muchos más lectores que en su país y es un ‘boss’ de la narrativa. Su presencia levantó la misma expectación que una estrella de rock o del cine, con un enjambre de cámaras persiguiéndolo y más de un centenar de periodistas asaeteándolo con todo tipo de cuestiones. No en vano, con esta esperada novela sobre el azar y la muerte -»sobre ese instante imprevisto que puede cambiar la vida de cualquiera sin remedio o arrebatártela, ese segundo en el que puedes conocer a la persona que te va a acuchillar o a quien te acompañará el resto de tu vida»-, Auster pone fin a un silencio narrativo de siete años.

«Tenía la sensación de danzar mientras escribía, dejándome llevar por las palabras, por la música de unas frases larguísimas. Escribí casi a ciegas, bailando de pie», justifica su cambio de registro. «Pensaba que era un ballet», dice de una novela «quizá imposible de llevar al cine» que recorre de los años 50 a principios de los 70 del siglo XX. Relata cuatro vidas alternativas de un mismo personaje, cuatro formulaciones del amor, la amistad, la familia, la política y la muerte, pero advierte de que «Archie Ferguson no soy yo», aunque nació en la misma ciudad, Newark, y en la misma fecha que el escritor, el 3 de marzo de 1947, y los dos «lloraran leyendo La Odisea». «No voy a empezar a escribir novelas autobiográficas. Solo he prestado mi biografía y mi geografía», insiste risueño el autor, que sí explicó esos dos instantes determinantes en su vida «cuando comprendes que no andas sobre suelo firme». Vivió el primero «cuando en un campamento de verano vi morir a un chico de 14 años que iba delante de mí, fulminado por un rayo mientras atravesábamos una alambrada bajo un diluvio. El muerto pude ser yo». El otro gran regalo del azar fue su encuentro casual con Siri Hustvedt, junto a la que lleva 36 años, «desde que nos encontramos una noche en un recital de poesía en Manhattan».

Con setenta años cumplidos, y tras un treintena de títulos, entrega una novela portentosa sobre esos instantes inesperados y decisivos que a buen seguro no leerá Donald Trump. «No le gusta el olor de los libros, y tampoco le gusta sujetarlos. Es incapaz de leerlos. Solo le pueden dar informes de una página», dice aún atónito y estupefacto ante la llegada a la Casa Blanca del atrabiliario presidente que, según Auster, «alienta el odio en Estados Unidos».

«Bajo el mandato de Trump me siento miserable, enfadado y frustrado», asegura. «No le culpo por ser el maníaco y psicópata que es, pero me inquieta que le votaran 60 millones de personas; y más que el 52% fueran mujeres que demostraron ser tan misóginas como él participando del odio general a Hillary Clinton», se duele Auster. A su juicio, un odio secular persiste aún en su país, y las últimas elecciones y manifestaciones racistas prueban que aún no han resuelto cuestiones cruciales. «Estados Unidos se fundó sobre dos crímenes, el genocidio de los indios y la esclavitud», dice. Y ninguna de las heridas está cerrada. «Ese odio es el veneno del sistema y nunca nos hemos hecho las preguntas correctas», lamenta Auster. «Las ideas de odio siguen en las cabezas de los blancos y seremos un país mermado hasta que nos enfrentamos a lo que hemos hecho», dice el autor de Trilogía de Nueva York o Tombuctú, que ve «la esvástica» en la bandera confederada desplegada en los últimos disturbios de Charlotesville. Cree que Trump «es un amenaza para el mundo» y no oculta que reza «para que no tenga un segundo mandato». «Aunque no sé si el mundo seguirá ahí en ese momento», ironiza. También ante la aterradora amenaza de la bomba H surcorena y la posible respuesta de Trump. «Espero que ninguno de estos dos personajes con ese corte de pelo tan extraño perpetren una de sus locuras y empiece una guerra nuclear», dice. «Esta era post segunda guerra mundial ha sido bastante estable. El orden mundial de estos 70 últimos años se está desmembrando y nos estamos moviendo hacia otro lugar», constata.

«Los libros me encuentran. No los busco. Y los personajes determinan la forma», explica Auster, que, extenuado por una gira que le ha llevado por seis países para presentar 4 3 2 1, está deseando volver a su estudio de Brooklyn. Ha empezado ya otro libro de no ficción y deja el posible regreso a la novela para más adelante. «Lo que escucho el nuevo libro en mi cabeza no tiene nada que ver con éste», concluye.

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