Diario de León

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El vigía de Pardomino

AYER HUBIERA CUMPLIDO 90 AÑOS JUAN BENET (1927-1993), NOVELISTA QUE EN SU ESTANCIA LEONESA (1956-1966), «UNA ETAPA MÁS BREVE DE LO QUE YO ESPERABA», FUNDÓ EL UNIVERSO DE REGIÓN Y FRAGUÓ SU DESLUMBRANTE PERSONALIDAD literaria . divergente

El autor madrileño Juan Benet, autor de ‘Volverás a Región’

El autor madrileño Juan Benet, autor de ‘Volverás a Región’

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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D espués de su travesía y aprendizaje madrileños, cuyo derrotero recoge Otoño en Madrid hacia 1950 (1987), su libro más leído y costumbrista, de cuño deliciosamente galdosiano, un Juan Benet ya ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, en 1954, proyectó durante dos años en la oficina de MZOV (acrónimo de Medina, Zamora, Orense y Vigo: trayecto del legendario tren de la meseta a Galicia), antes de saltar a Ponferrada («la ciudad de mayor crecimiento y turbulencia de España») para construir los canales de Quereño y Cornatel. Primero se instaló en el hotel Madrid y luego alquiló una casa al lado de la Obrera, muy cerca de la Encina. De su peripecia madrileña, considera fundamental la relación con el pintor Caneja, con Pepín Bello y con Alfonso Buñuel, el hermano pequeño arquitecto y decorador del cineasta, además de su cómplice Luis Martín Santos, que lo convierte en el Matías de su novela Tiempo de silencio .

El período leonés de Benet lo escrituró él mismo a instancia del periodista Carlos Suárez en el número de octubre/noviembre (1980) de la revista universitaria Margen , después de un memorable viaje a León con Hortelano, Vicent y Chamorro para reportar en el Albéitar. Pocos meses después, un cuaderno de Margen rescató Max , su obra de teatro publicada en 1953 por Moñino, el tío Rojo de Rajoy, en Revista Española . Aquella noche leonesa, con cena en Pozo y desvelo de los doce hijos mártires de san Marcelo y santa Nonia inscritos sobre la puerta lateral del templo, mostró un conocimiento minucioso de la geografía urbana, haciendo memoria de sus reposos en el Oliden al cuidado samaritano de Lupicinio, cuando volvía perjudicado de las timbas del Salamanca y los trasnoches en el Yuma, prolongados con más alcohol y raspas de jamón en la Venta de la Tuerta de la carretera de Asturias.

Desde Ponferrada, con un sueldo entonces desmedido y unos bares con mujeres brutales, «de donde era difícil salir ileso», solía viajar en pandilla por carreteras infames en su 2CV hacia Orense y Viana del Bollo o por Villafranca hasta Lugo. El encargo intermedio de un túnel ferroviario entre Lugo de Llanera y Villabona, donde había muerto el jueves santo de 1950 su admirado profesor de matemáticas Cirilo Benítez Ayala, lo llevó un par de años a Oviedo. Allí escribió los relatos de Nunca llegarás a nada (1961), su primer libro costeado por él mismo. Y entonces salió a subasta la obra del pantano del Porma, que incluía la presa, el desvío de la carretera hasta Camposolillo y el trasvase del Curureño. Aquel verano lo dedicó a recorrer y estudiar la montaña leonesa, entre Leiteriegos y San Isidro, hospedado con su mujer y tres hijos en la Venta de Remellán, «donde se comían las mejores tortillas y truchas de la provincia». Luego, se construyó la casa a pie de obra, en un prado situado en la confluencia del arroyo Pardomino con el Porma, donde nacen sus hijos Juana y Eugenio y da las últimas vueltas al texto de Volverás a Región . El regreso a Madrid, en 1966, coincide con la muerte de su hermano Paco, en un accidente de coche en Irán. También ve la luz aquel año en Revista de Occidente su ensayo La inspiración y el estilo , un alegato donde anticipa posteriores arremetidas contra el costumbrismo circulante y demás servidumbres de la narrativa española, equivalentes a su juicio a la irrupción de la taberna cochambrosa en la literatura, vindicando ambición creativa y rigor en la escritura. Y todo ello estando todavía vigente la poética utilitaria del realismo testimonial.

La primera expresión de esta exigencia estética fue la novela Volverás a Región , que vio la luz en diciembre de 1967, va a hacer medio siglo. Número 295 de la colección Áncora y Delfín de Destino, con una portada abstracta «de esas que se componen rasgando cartones delgados —o papel grueso— superponiendo, de arriba abajo, oscuros colores verde, violeta y negro que tendían a unirse como un abanico al revés hacia la parte superior derecha, y en letras blancas, en la sección verde de arriba, el título: Volverás a región , con minúscula, mostrando que los editores no lo habían leído, pues en el texto siempre aparece con mayúscula». Como se trata de un libro decisivo, distinguido cual uno de los hitos más influyentes de la narrativa española de la segunda mitad del siglo veinte, no quiero insistir ahora en su significación, que dejo para el Filandón de su cincuentenario, en diciembre. La novela, inadvertida en un Nadal anodino de mediados los sesenta, vio la luz en Destino por el empuje amistoso de Ridruejo con aquellos deudos catalanes del falangismo burgalés. A través de un argumento poliédrico de apariencia caótica, Benet nos ofrece la transparencia de un país sumido en la desolación causada por la guerra civil.

Un país trasunto de España ubicado en la montaña del Porma, que Benet fundó ya en 1958, en su relato Baalbec, una mancha , recogido en el volumen Nunca llegarás a nada , que pudo ser leído en la edición de 1968 en la colección de bolsillo de Alianza. Cinco pilares sostienen la Región de Benet: La experiencia infantil de la atrocidad, cuando una partida anarquista sacó a su padre de casa para matarlo en una cuneta; la sugestión de La rama dorada (1922), del antropólogo escocés James Fraser; el estilo y el despliegue opresivo de Faulkner; la dimensión topográfica de Os sertoes del brasileño Euclides da Cunha, que Benet leyó en Ponferrada para familiarizarse con el idioma portugués de muchos trabajadores de las obras bercianas; y, por último, decisivamente, la montaña leonesa en la que vivió un lustro durante la construcción del embalse del Porma.

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