Tal vez demasiado tarde

Q uizá estas páginas lleguen demasiado tarde, pero tienen la ventaja de que esconden la esencia literaria del recuerdo. Hace unos meses moría Ricardo Piglia, uno de los grandes autores de diarios, como los recogidos en esta obra, compuesta por tres cuerpos literarios (Los años de la peste , Un día en la vida y Días sin fecha ). No hay duda de que el género es diferente en cada cuerpo, de ahí que, frente al tono novelesco de Un día en la vida , el tono de diario y casi de salmodia se conserva en el resto. Pero su división es menos importante que su contenido. Estamos ante un Ricardo Piglia que llega al final de sus días y, especialmente, se comprueban los últimos balbuceos estilísticos y humanos y, tal vez, económicos. En este final late la importancia de lo escrito. Se nota por ejemplo, la extremada brevedad de sus reflexiones en buena parte de las páginas, como si hubiera una preocupación por tratar urgentemente múltiples temas, sin insistir en ellos, como se observa en el diario de 1978. A pesar de que posteriormente escriba su novela Un día en la vida , Días sin fecha puede considerarse su adiós literario: la estancia en la universidad de Princeton y la enfermedad imparable llenan estas páginas, incontrolables en muchos casos, como se lee en el espíritu de la cita de León Tolstói: «Escribir no es difícil, lo difícil es no escribir». Este último bloque de Días sin fecha , aparte de colaboraciones diversas temáticamente, finaliza con el espeluznante último capítulo.

En él se reflejan sus titubeos humanos, físicos, psíquicos, e incluso, bibliográficos. Estamos ante el hombre que, conscientemente, ve que se muere, pero que conserva su capacidad para confesarlo («La mano derecha está pesada e indócil pero puedo escribir. Cuando ya no pueda...»). Y su valiente e incomprensible aforismo final: «El genio es la invalidez». Queda el misterio y, especialmente, el tono extraño de esta actitud, objetiva y valiente. Un digno final par esta obra escrita en el trágico umbral de la muerte.