Semblanza de un leonés universal
el relojero de la puerta del sol Emilio Lara Edhasa, Barcelona, 2017. 342 páginas.
N o es extraña la sorpresa de Emilio Lara, autor de la obra: «Cuando tuve conocimiento de la vida de Losada me quedé boquiabierto». Se explica la impresión, no es para menos. Estamos ante la semblanza biográfica de un genio leonés, de Iruela, una pequeña aldea de la Cabrera. No está claro, consultando los documentos originales, si existe una «de», antes de su apellido Losada. Aunque Emilio Lara lo denomine Losada, a secas, Roberto Moreno, autor de José Rodríguez de Losada (Fundación Juanelo Turriano, Madrid, 1995) la mantiene en la portada. Aparte de ello, hay que reconocer que la imagen de Emilio Lara rescata con precisión su personalidad. Con todo, es difícil justificar las fechas en que se ambientan los setenta y cuatro capítulos de la obra, sin aparente cronología.
Independientemente de las penalidades sufridas en España por el niño José García de Losada (no se evoca la forma en que el joven lleva a cabo su primer viaje a Londres, por ejemplo, ni el proceso de llegar a ser un habilidoso mecánico), su trayectoria londinense es un excelente modelo vital, incluyendo la detallada descripción de la ciudad del Támesis. El arreglo del reloj del Big Ben (con un inexplicable reflejo de su retraso y con la curiosa factura del precio de la avería) supone una especie de sustrato humano y mecánico casi inconfesable.
Aparecen los personajes españoles exiliados en Londres, incluido el general Prim. Y la semblanza del poeta José Zorrilla, con los potentados españoles, negreros en Cuba, que pudieron generar consecuencias inesperadas. No faltan los distintos tipos con los que el relojero Losada se relaciona, como Mister Hamilton o Henry Baltimore, que nombra albacea a Losada, provocando un interesante y divertido pasaje. Sin olvidar la presencia de Anna, la viuda a la que Losada entregará su corazón.