La novela más divertida de Luis Mateo
l El escritor leonés publica en febrero ‘El hijo de las cosas’, en la que da un giro hacia el humor expresionista y absurdo. Filandó n «El humor es lo más difícil. No se puede inventar. Hay que tener una concepción irónica de la vida» «He hecho muchas novelas con un punto de tragedia, que tienen mucho que ver con mi propia existencia» Dos hermanas, a la búsqueda de un hermano tarambana, protagonizan la novela más divertida de Luis mateo díez, ‘El hijo de las cosas’. Situada en esas ciudades y ese tiempo nebuloso de toda su narrativa, el académico da un giro y cambia la tragicomedia y el humor ácido para abordar un relato surrealista lleno de espléndidos secundarios
D os hermanas tras los pasos de un hermano tarambana que se ha perdido y un extenso coro de personajes atribulados y singulares protagonizan la nueva novela de Luis Mateo Díez, El hijo de las cosas . El escritor leonés vuelve a la senda de La fuente de la edad para construir, según sus editores, su novela más divertida, tejida con un humor «expresionista», «surrealista» y «absurdo», explica el académico leonés.
En el epicentro, el autor de Vicisitudes sitúa a un trío «arquetípico» en el que las dos hermanas, al fallecer los padres, se ven empujadas a velar por su disoluto hermano, que desaparece sin dejar rastro. «Un trío que siempre me ha fascinado y que es muy propio de las familias», describe Luis Mateo a los protagonistas de una novela que, como es habitual en su narrativa, están arropados por cientos de magistrales secundarios. Esos personajes que pueblan el mundo literario de Luis Mateo, extraños y estrambóticos y que «dan sentido a una fábula desconcertante que tiene también mucha melancolía, pero sin caer en la tragicomedia».
Hay una larga indagación para averiguar el paradero del «pájaro perdido», una trabucación de los afectos y cómo se asumen las responsabilidades. La trama discurrirá por derroteros sorprendentes, inusitados y, por supuesto, absurdos. «Del hermano perdido no sabremos qué pasa hasta el final», adelanta el escritor, cuya novela llegará a las librerías el 7 de febrero.
El hijo de las cosas tiene una trama de intriga por la que circulan un juez y un inspector, personajes que amparan y ayudan a las hermanas o, en el peor de lo casos, las ponen de los nervios.
El creador de ese universo mágico llamado Celama ha dado un giro y se ha metido de lleno en el humor. «He hecho muchas novelas con un punto de tragedia, a veces excesivamente patético, que tienen mucho que ver con mi propia existencia». Ahora, cuenta el académico leonés, «retomo esta opción en la línea de un humor expresionista, mucho más divertido».
Sin duda, reconoce el escritor de origen lacianiego, «el humor es lo más difícil. No se puede inventar. Hay que tener una concepción irónica de la vida. No es un don que abunde mucho. Tendemos más a lo trágico, porque vivimos en un mundo que no es muy humorístico».
Sin falsas modestias ni jactancias, Luis Mateo reconoce que él tiene una veta de humor, aunque la vida le ha llevado a muchos infortunios. «A veces la he evitado y muchas narraciones me han salido severas y estremecedoras». El hijo de las cosas permite al escritor reconciliarse consigo mismo. «Hago un esfuerzo por rescatar esa veta humorística». Aunque cambia el tono, los lectores pueden distinguir fácilmente el mundo de las ciudades de sombra y ese tiempo indeterminado en el que transcurren la mayoría de sus novelas.
El hijo de las cosas es una fábula de 340 páginas, tan inquietante como estrafalaria. Una aventura surrealista que no da tregua al lector. A estas alturas de la historia, Luis Mateo asume su condición de «escritor prolífico», lo cual «no es un mérito ni un demérito», porque hay escritores que tocan el cielo con pocas obras y los que lo hacen también con una larga producción. Lo cierto es que a él le respaldan dos grandes editoriales —«que me quieren», subraya—: Alfaguara y Galaxia Gutenberg. Es en este último sello en el que publica El hijo de las cosas, aunque adelanta que el próximo año publicará una nueva novela en Alfaguara. «Galaxia ha hecho una edición preciosa, con una portada muy bonita, que incita a leerla de un trago», dice.
Una fábula, como explica la propia editorial, «tan verdadera como inquietante, entre la risa y la melancolía, sobre los sentimientos manipuladores, la impostura de los afectos, las coartadas de los bienes familiares, la desgracia de lo que tan penosamente se reparte en las responsabilidades de las hermanas y los hermanos».