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Pessoa, fingidor de raras modernidades

Publicado por
León

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miguel lorenci

En su peregrinaje por la veintena de cuartos y casas lisboetas en las que malvivió, Fernando Pessoa (1888-1935) cargó siempre con un aparatoso arcón de madera. A su muerte, con 47 años y víctima una pancreatitis, el baúl del poeta, dipsómano solitario, depresivo y ocultista, contenía más de 27.000 papeles, quizá la mitad de su obra. Su legado sigue ofreciendo sorpresas e inéditos. Es una mina para críticos literarios e historiadores del arte. En la obra del universal creador de los heterónimos —hasta 136 identidades literarias contrastadas— se puede rastrear el papel del infatigable fingidor lisboeta como motor de la rara y mal conocida vanguardia artística portuguesa.

En ese océano de manuscritos y en revistas como A Aguia y Orpheu están algunas claves de la modernidad plástica lusa que retorció movimientos como el cubismo y el futurismo’, convertidos por Pessoa y sus coetáneos en interseccionismo, paulismo o sensacionismo. «Las ideas son sensaciones», escribe.

El Reina Sofía los explorará en febrero en Todo arte es una forma de literatura , muestra para la que ha sido crucial la colaboración con la Fundación Calouste Gulbenkian. Sus comisarios Ana Ara y Joao Fernandes recurren a Pessoa como hilo de las corrientes estéticas lusas de la primera mitad del siglo XX. Reunirá más de 160 obras de 20 artistas y material documental de colecciones privadas e instituciones como la Gulbenkian —que cede 56 obras—, o el Centre Georges Pompidou. En su apertura de temporada y con Manuel Borja Villel recién renovado en la dirección, el museo recreará la dinámica de la mal conocida escena vanguardista portuguesa entre 1914 y 1936.

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