el territorio del nómada |
La dama de las conquistas
ESTE ENERO SE CUMPLEN SETENTA AÑOS DE LA MUERTE DE MARÍA DE MAEZTU, LA GRAN IMPULSORA DE LA CULTURA Y la DIGNIDAD DE LA MUJER EN ESPAÑA DURANTE EL PRIMER TERCIO DEL PASADO SIGLO. SUYO FUE, ENTRE OTROS, EL LOGRO DE LAS ORLAS UNIVERSITARIAS MIXTAS. divergente
S u evocación coincide con los 110 años de Simone de Beauvoir (1908-1986), pero mientras la memoria de Castor bulle cargada de desvelos y homenajes, la gran pionera de la educación femenina en España asiste a la caída de las hojas sin ningún recuerdo. Ni siquiera se repara en que le debemos buena parte del camino recorrido hacia la igualdad. Dos institucionistas leoneses pusieron las bases para que aquel milagro fuera posible en una España donde el analfabetismo femenino superaba el 70%. La primera semilla fue la Asociación para la Educación de la Mujer, fundada en 1870 por el sahagunense Fernando de Castro, quien se preocupó de trasladar esa inquietud a Giner de los Ríos. Pero cuando se crea la primera Residencia de Estudiantes masculina, en 1910, todavía no se ha dictado la orden ministerial de Burell, que invocando la legislación medieval de Alfonso X, admite a la mujer en las universidades y reconoce su derecho a la educación.
Hasta entonces, era imprescindible atenerse a lo regulado en 1886, que exigía una autorización especial de la Dirección General de Instrucción para matricularse en la universidad. A pesar de todo, el camino no iba a ser fácil y a solventar dificultades contribuyó decisivamente el leonés Gumersindo de Azcárate, a través de su amistad con los misioneros norteamericanos Gluck, promotores del Instituto Internacional de la calle Miguel Ángel de Madrid. Su sucesora Susan Huntington convirtió el instituto en un colegio cristiano no protestante, para evitar el rechazo de los padres de las alumnas, y colaboró con la Residencia de Señoritas (1915-1936) en el ambicioso programa de becas y viajes de intercambio con colleges americanos.
María de Maeztu Witney (1881-1948) nació en Vitoria y murió en Mar de Plata. Sus padres (un vasco nacido en Cuba y una inglesa nacida en Niza) se habían conocido en París, cuando ella tiene 16 años, y se trasladan a Vitoria, donde tienen cinco hijos sin llegar a casarse. El mayor, Ramiro de Maeztu, será el noventayochista paseado en Madrid durante la guerra civil, mientras el pequeño, Gustavo, fue pintor. María es la cuarta de los hermanos. El padre se desplaza a la isla, para vigilar sus negocios, y allí muere en 1894, dejando a la familia en la ruina, por confusos problemas administrativos con la herencia. La joven madre se traslada con sus hijos a Bilbao y pone en marcha una residencia de señoritas, donde da clases de idiomas: la academia anglo-francesa. María estudia Magisterio y ayuda a su madre en el internado. Luego, cursará Filosofía y Letras en Salamanca, donde llegó a tener amistad con Unamuno, para especializarse en Filosofía con Ortega en Madrid e iniciar su tarea pedagógica reformista en Cádiz, con viajes de ampliación de estudios a Inglaterra, Bruselas, Amberes, Suiza, Turín, Milán y Leipzig. A su regreso, en 1915, se doctora en Filosofía y entabla amistad con Castillejo, secretario de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. De ahí le vino su nombramiento como directora de la Residencia de Señoritas, que ocupa los pabellones de Fortuny, dejados por la residencia de Estudiantes para subir al nuevo edificio de la Colina de los Chopos. Maeztu dirigió la Resi de chicas hasta su desaparición en 1936 y en 1918, cuando se creó el Instituto Escuela para la coeducación, fue nombrada directora de Primaria.
En 1920, fue una de las fundadoras de la Asociación Universitaria Femenina, a la que representó en el congreso de Londres aquel año, y en 1926 fue elegida presidenta del Liceum Club, que puso en marcha venciendo toda suerte de resistencias ambientales junto a Zenobia Camprubí, María Lejárraga, Victoria Kent, Dolores Rivas Cherif, Isabel Oyarzábal, Mabel Rick y Elena Fortún. Un grupo de mujeres cultas con amplitud de ideas. Su sede fue la Casa de las Siete Chimeneas, actual Ministerio de Cultura. Organizaban conferencias, debates y encuentros con primeras figuras de la cultura universal, como Curie, María Montessori o Gabriela Mistral. Precisamente el diplomático Morla Lynch desliza en su diario íntimo de esos años una relación sentimental entre María Maeztu y Gabriela Mistral, antes de que esta conociera a Doris Dana, la pasión de su vida. También concedían becas, una de las cuales recayó en la luego diputada conservadora leonesa Bohigas. El debate más vibrante en su seno fue el que se planteó sobre el sufragio femenino, con posturas radicalmente opuestas entre la favorable Clara Campoamor y la contraria Victoria Kent.
Pero llegó la guerra y en sus primeros días Ramiro de Maeztu fue detenido y conducido a una checa, de donde lo sacan en octubre para ‘pasearlo’ en una cuneta de Vicálvaro. Con la residencia clausurada, y una vez depuesta de su cargo, María embarca hacia Argentina en otoño, lejos del duelo, donde es acogida en la universidad de Buenos Aires para encargarse de Didáctica. Publica entonces (1943), en Austral, su antología Prosistas españoles del siglo XX. Semblanzas y comentarios, a la vez que se pronuncia favorable al franquismo, con la esperanza de recuperar su Residencia de Señoritas. En vano. La residencia, bautizada como Colegio Mayor Santa Teresa, ha sido copada por Falange, que pone a su frente a Matilde Marquina. Cuando vuelve a España, en 1947 y para asistir al entierro de su hermano Gustavo, pretende la reposición, expresando su estupor en estos términos: «No sé qué hacer. A las derechas les huelo a azufre, y a las izquierdas les parezco poco revolucionaria». De regreso a Argentina, murió el 7 de enero hizo setenta años de una angina de pecho.