Salamanca de nuevo

E l término «manuscrito» tiene en la obra de Luis García Jambrina una connotación especial. Ahora es «manuscrito de fuego», ambientado en la renacentista ciudad de Salamanca aunque Béjar y Medina del Campo tengan su importancia. Pero el significado del manuscrito no tiene entidad concreta, se la dará el lector. Una prueba de la expresividad de la novela es que uno de los personajes principales es un clásico español, Fernando de Rojas, el autor de La Celestina, reflejo humano de muchas actitudes de lo narrado. Aun rondando el mundo de lo crepuscular, su personalidad y cultura constituyen una recreación muy novedosa. Todo ello sin considerar los curiosos parentescos que descubre el lector y… Fernando de Rojas

El argumento se reduce a un suceso muy simple: don Francés de Zúñiga, criado de Carlos V, muere asesinado en Béjar y la emperatriz Isabel de Portugal encarga a De Rojas que aclare esa muerte. El motivo argumental es importante, pero un espacio complejo como el de la Salamanca renacentista, con sus catedrales, sus maestros, su universidad… se transforma en el motivo temático esencial. Sobre todo por la importancia de la construcción de la fachada de la universidad o la librería del Estudio. Y en lo humano, por la presencia de grandes sabios, comprometidos involuntariamente en la acción. De ahí el detallado índice de la obra, reflejo del desarrollo de la acción, casi imposible de resumir.

Si por una parte el alma de la ciudad universitaria se apropia del lector, por otra se comprueba una veta humana y amorosa muy interesante en la recuperación vital de Fernando de Rojas. Narrativamente hay que señalar la buena disposición de lo escrito, lo que explica que sea casi imposible definir el significado de «manuscrito de fuego». Reyes, políticos, profesores eminentes… y gente humilde, prestan su humanidad y su saber, como se observa con detalle en el epílogo (Lo que pasó después ), sobre todo en el afán por la conservación de la cultura.