POESÍA
Una distopía poética
del fondo Vicente Muñoz Álvarez Vinalia Trippers, Madrid, 2018. 150 páginas
A utor de poemarios de expresión realista y directa, en torno al yo y sus circunstancias, por así decir, que reunió parcialmente en Gas (2016), Vicente Muñoz Álvarez nos entrega un libro muy diferente, terrorífico y escalofriante, bien acompañado por un prólogo de Jesús Palacios y un epílogo de Pablo Malmierca, ambos muy valiosos para un mejor entendimiento de un poemario brillantemente ilustrado por el argentino Andrés Casciani, hasta el punto de que se establece una verdadera simbiosis pictórica y verbal, como si el poemario no se debiera publicar ya sin el acompañamiento expresionista de las tenebrosidades de la tinta. Del fondo , título del poemario, parece encarnar los monstruos más horrendos de una espantosa pesadilla, monstruos que, como Vicente Muñoz afirmaba en una entrevista con Diario de León, nacían tanto de la literatura de terror (Láutreamont, Lovecraft...) y del cine y el comic del mismo género, como de las fobias, los miedos y fantasmas personales.
El poemario es una especie de hundimiento en el submundo pavoroso de las alucinaciones, un descenso al infierno en el que los seres quedan aprisionados y enterrados; túneles, galerías, pasadizos y cámaras es el mundo que habitan, desorientados en un laberinto del que no podrán emerger hacia la luz, con el único aliciente del recuerdo, más debilitado y borroso cada vez, de Yillmora, el lugar de los antepasados, imagen acaso de un perdido paraíso, a la vez que de un imposible retorno al mismo.
Los sepultados en ese infierno abisal evocan en mi memoria el mito platónico de la caverna, en la que los condenados a ver la apariencia de lo real prefieren el engaño en el que viven al temor a la verdad: «Buscamos / desesperadamente la luz, / pero no sabemos lo que en el exterior, / en caso de encontrar la salida, / nos puede ahora esperar».
En el submundo articulado por Vicente Muñoz todo es aterrador. Los cuerpos de los humanos se van transformando y deformando para adaptarse a los cambios del propio túnel y a la alteración del tiempo en esa oscuridad en la que conviven con otros organismos que se alimentan de los desechos de los cuerpos (una tenia radiactiva, gusanos necrófagos, arañas albinas e insaciables, etc.). El poeta ha delineado así, de modo original, y en verso, una verdadera «distopía», es decir, un mundo imaginario de características negativas e indeseables, algo que generalmente ha sido cultivado casi en exclusiva por el cine y la novela.