Diario de León
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NACHO ABAD
León

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Umbral se preguntaba qué sería de España sin sus pobres, sin sus etarras y sin la Pantoja. Parecería Suiza, añadía. Qué sería, digo yo, de este país sin sus cunetas. ¿Alguien se imagina los campos sin muertos en los márgenes? Dar un paseo por un pueblo y no pensar que allí cerca hay unas cuantas calaveras mal enterradas con un agujero de bala en el hueso occipital.

Si algún día se juzgara a los criminales de la dictadura, España desaparecería. En lugar de fronteras tendríamos un cordón policial. Los catalanes para independizarse hicieron una DUI, y lo eficaz hubiera sido abrir las fosas comunes y señalar a los culpables. Entonces Rajoy y sus socios de la derecha sofisticada, en vez de un 155 habrían respondido haciendo un referéndum unilateral para expulsar a Cataluña, con la bendición de una corona que fue, cuando menos, favorecida por los culpables. O hubieran levantado una valla de alambres y concertinas, defendida con pelotas de goma, como las del Tarajal.

A los españoles, los muertos de las cunetas y de las fronteras nos importan menos que el futuro procesal de un político catalán, o lo que es lo mismo, nada nos une tanto como la injusticia. Romeva se hizo una foto el año pasado junto a 17 esqueletos y al ver que eso no daba votos pasó a otras tareas, y así no hay forma de hacer un país, o mejor, esa no es forma de deshacer un país. Si la patria es el lugar donde enterramos a los muertos, nuestra patria son las cunetas. España es el escenario del crimen. Si se juzga, la península se disolverá como una enorme pastilla de caldo de carne en el agua de sus mares. O quizás salga volando como un globo aerostático. Entonces nos encontraremos que debajo había un país idéntico, pero un poco más justo.

El poeta Juan Carlos Mestre ha ganado el premio Castilla y León de las letras. Al enterarse, en una declaración a la prensa, ha recordado que es deudor de Antonio Gamoneda y de Antonio Pereira. Y ha dedicado el premio a los muertos de las cunetas de las patria. Yo creo que el día que se disuelva este país aparecerá otro exactamente igual, con el mismo nombre y la misma forma en los mapas, pero donde la justicia sea el oficio de los jueces y no la reivindicación de los poetas.

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