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Publicado por
León

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Para Silva, es «casi un milagro» la veteranía de sus personajes. «Me decían que la novela negra no tenía mercado, que no funcionaría y que lo dejara» contó justo cuando se anunciaba que Fred Vargas, -Frédérique Audoin-Rouzeau- otra de las grandes firma del noir europeo, tomaba el relevo de Leonardo Padura como premio Princesa de Asturias de las Letras. «Se ha querido estigmatizar a los autores de novela negra como escritores de segunda división. Se les ha negado el Nobel, aunque nos salve el pionero sistema español de premios que se revela innovador y audaz», se felicitó.

El premio Ojo Crítico de RNE para El lejano país de los estanques (1998) fue el primero para sus ‘picoletos’, antesala del Nadal para El alquimista impaciente (2000) y el Planeta para La marca del meridiano (2012). Nacido en Montevideo y criado en Carabanchel, el subteniente Bevilacqua era entonces un sargento «pasado de vueltas, cáustico y solitario», traumatizado por tres años lucha contra el terrorismo en Guipúzcoa y una cadena de errores en la policía judicial en Cataluña que le costó su matrimonio.

Gaditana de origen, Chamorro era una guardia rasa, joven e inexperta, recién salida de la academia. Licenciada en matemáticas, racional que instintiva,aficionada a la astronomía, responsable, identificaba con el espíritu del cuerpo y su jerarquía militar.

El choque de sus personalidades contrapuestas se ha atemperado. La mirada analítica de Chamorro se complementa con la sagacidad psicológica de Vila y su intuición. Tuvieron momentos difíciles que superaron ayudándose en sus crisis personales y profesionales. Con 53 años él y 42 ella, parecen haber encontrado la serenidad, la madurez y su lugar en el mundo en la UCO.