«El nacionalismo es una secta»
l María Elvira Roca publica ‘6 relatos ejemplares 6’. 2 líneas. María Elvira Roca aplicó un ‘blanqueador’ histórico en ‘Imperiofobia y leyenda negra’, su exitoso ensayo. Regresa con ‘6 relatos ejemplares 6’ , en la que sostiene que la Reforma protestante supuso libertad frente al oscurantismo fanático del catolicismo
L a Reforma protestante encumbró como capitán del cisma «al fanático y racista Lutero», según Roca Barea. Pasa así de analizar la «imperiofobia» a fabular sobre la «fobia al catolicismo» denunciando las manipulaciones a fuego lento emprendidas por el protestantismo más radical «que alumbró la catolicofobia e inventó la propaganda». De paso, tilda al nacionalismo de «secta internacional» y al feminimso de «neocatecismo».
Guillermo de Orange, Ana de Sajonia, Calvino, Shakespeare o el propio Martín Lutero desfilan por los «ejemplarizantes que no moralizantes» relatos con los que la investigadora, filóloga y profesora quiere «enseñar pegándome a la realidad». «Son seis cuadros que descabalgan la autoproclamada superioridad moral de los reformistas frente a la inferioridad autoasumida por los españoles y los católicos en general», explica.
«Lutero fue racista, violento, intolerante, fanático y antisemita», y Calvino «un enfermo mental», dice sin pelos en la lengua una autora para quien «reformista» es un «eficaz eufemismo».
Todo un logro de los luteranos «unos herejes cismáticos que no reformaron nada». «Eran los antisistema de la Iglesia y consiguieron cambiar esa denominación tan negativa por la de reformistas, además de hablar de una contrarreforma con sentido negativo, y lo peor es que la Iglesia lo aceptó», lamenta. «Hay que preguntarse por la propaganda, que es un glorioso invento del protestantismo que nos hemos tragado. Eso que ahora se llama ‘posverdad’ y ‘fake news’, lo que trata de cubrir la realidad con un tapa de palabras que la trasforma en algo diferente, es su gran creación: los católicos no fueron capaces de inventar algo así», asegura. Una eficaz propaganda «que ha conseguido que el Vaticano imprima sellos con Lutero», se escandaliza la autora.
El Papa del psicoanálisis
«El Papa argentino, quizá aficionado al psicoanálisis como tantos de sus paisanos, debía hacérselo mirar, porque le falta algún tornillo. Hay imágenes de Lucas Cranach en las que se ve a los luteranos defecando sobre el Papa y a Bergoglio debe parecerle excitante o morboso», ironiza. «La Iglesia tiene una actitud absolutamente irresponsable al dar pábulo a todo lo que Lutero hizo y dijo sobre los católicos», lamenta Roca Barea, que reivindica el relato «como otra forma de hacer historia».
Reconoce, con todo, cómo el catolicismo «nos ha dado lo mejor y lo peor». «Sin el catolicismo no tendríamos esa concepción universalista, el mestizaje o la visión del otro como un ser humano, pero también es cierto que lastró a España al acabarse su imperio con una Iglesia nacional que trabaja solo para sí misma y que va a su bola», sostiene. Por contra, no ve nada bondadoso en el nacionalismo. «Es una secta internacional que siempre actúa igual», asegura la profesora y ensayista en un salto sin red hacia la actualidad. «Coloniza un espacio y se apropia de él, como un cáncer que secuestra el cuerpo en el que vive y prospera», señala esta audaz investigadora que casi muere de éxito con ‘Imperiofobia y leyenda negra’, que ha vendido más de 100.000 ejemplares y que sigue en el candelero. Para ella «los nacionalistas catalanes no son catalanes, porque no aman a Cataluña». «Son nacionalistas en Cataluña y es muy importante arrebatarles el nombre de Cataluña», reclama. «No son Cataluña, son un problema que tiene Cataluña y que atraviesa el país de parte a parte y nos afecta a todos», diagnostica.
«El 90% de los seres humanos no son capaces de vivir sin un catecismo que les permita poner orden en el caos de la vida», alerta ante la emergencia de «neocatecismos como el feminismo». «Cuando las iglesias y la religiones dejan de fabricar la moral, un código básico, aparecen los sustitutos: sociólogos, políticos, científicos, ideólogos o psicólogos, que ofrecen el producto que se demanda, y el último para el gran consumo es el feminismo», plantea. «Es básico que haya un culpable, porque todas las ideologías prosperan generando un enemigo, y en el caso del feminismo el enemigo es medio mundo. Es un logro que nadie había conseguido antes. Su éxito ha sido fenomenal», plantea sarcástica.
A su juicio, «las iglesias han desaparecido de facto». «Son algo testimonial y marginal que carece de importancia en el seno de la sociedad», señala alertando también de los peligros que acechan a nuestra civilización occidental, «que tiene los días contados». «Va cuesta abajo y sin frenos, en un suicidio demográfico del que no quiere enterarse y que hará que en cinco generaciones haya perdido el control de su territorio», añade.