Un canto por la paz

L a muerte ha encontrado nuevos servidores. El holocausto ha cambiado de coordenadas geográficas, desmembrándose en otras regiones del planeta», escribe Aitana Alberti en uno de estos dieciséis cuentos que, en su conjunto, y como puede deducirse, tienen como idea central la guerra, la paz mejor dicho, con diversos escenarios, entre los que no faltan la guerra civil española. La guerra y sus consecuencias en tantos ámbitos, la guerra y los libros quemados y desparramados, la guerra y su falta de piedad caminan por estas páginas como picaportes permanentes, como manifestación de sufrimientos inútiles. «De pronto —escribe— me di cuenta de lo pobrecito que era nuestro cementerio, no van a caber tantos muertos…».

Escribe Felipe Alcaraz en el prólogo: «Aitana sigue luchando por dar sentido literario a una larga historia de exilio e invisibilidad. Pero no escribe exactamente desde la tristeza…, sino desde el descubrimiento de que hay gente en todas partes luchando anónimamente contra un hueco, contra el negativo de esa fotografía que nos venden los fabricantes de sueños envasados al vacío. Por eso nos advierte de que ante hechos que parecen increíbles, que no, que son reales, y nos repite que son un hecho literario e ideológico precisamente por eso, aunque parezcan simplemente cuentos persas». Llenos de símbolos en algunos casos, de dureza en otros, sangrientos, amorosos, misteriosos, tiernos… Estos cuentos, escribe, «son en realidad desperdigados estratos de mis historias y obsesiones personales. Palimpsestos vitales que con dific?ultad a veces he logrado descifrar».

Brevedad y sencillez de los relatos, pero siempre directos, de intensidad y belleza, muy bien construidos y llenos de sugerencias, con una prosa reposada y sustantiva, rica y limpia, capaz de dibujar la atmósfera y la ambientación necesarias para una lectura agradable.