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Murmullos de turbación

AYER SE CUMPLIERON 45 AÑOS DE LA MUERTE EN VIENA, DONDE PASABA TEMPORADAS DE DESCANSO, DEL POETA Y ENSAYISTA W. H. AUDEN (1907-1973), UNO DE LOS GRANDES CREADORES DE LAS LETRAS CONTEMPORÁNEAS ANGLOSAJONAS. divergente

El poeta y ensayista W.H. Auden

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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A uden fue el menor de tres hermanos, hijos de un médico de York: granjero el mayor y geólogo el mediano. Sus primeros poemas imprimieron sesgo dramático a una escritura convencional, de apelación a veces profética. Estudiante en Oxford, siempre mantuvo el vínculo intelectual con su universidad. Allí sintonizó con los poetas Day Lewis, MacNeice y Spender, inflamados por una preocupación social derivada de la crisis dominante en Europa entre las dos guerras mundiales. Una crisis acuciada en lo político por el avance totalitario en países como Italia o Alemania, y en lo social por la depresión económica, la huelga general de 1926 y el colapso en 1929 de la bolsa de Nueva York. Auden protestó de su agrupación con los otros tres nombres, admitiendo que compartían una preocupación común, pero la expresión de esa inquietud fue siempre diversa.

Después de varias estancias en Berlín, donde conectó y colaboró con Bertold Brecht en la adaptación teatral de un cásico inglés, entre 1930 y 1935 ejerció como profesor de bachillerato en centros de Escocia e Inglaterra. Antes de venir a España en enero de 1937, empujado por su concepto de cambio revolucionario que concibe como mudanza de solidaridad, también escribe poemas para ser cantados por la soprano Hedji Anderson y libretos de películas que pretenden ofrecer un arte ampliamente accesible. En 1936 viaja a Islandia con MacNeice y de esa expedición brota el libro con versos y prosa Cartas desde Islandia (1937), en el que incluye su poema autobiográfico dirigido a Lord Byron, donde expresa el rechazo a la superioridad del artista defendida por los románticos.

Después de su estancia en la guerra española, donde participó como conductor de ambulancias con los republicanos, escribió el poema panfletario España 1937, que más tarde descartó de sus obras completas, aunque lo recupera oportunamente Jordi Doce en su versión de poemas y ensayos Los señores del límite (Galaxia Gutenberg, 2007). Spain 1937 acoge en sus veintiséis estrofas y 104 versos, cuyos derechos cedió a la organización médica de ayuda a España, el contundente mensaje de que es necesario matar para mantener la revolución. El mismo concepto que Auden había expresado en su informe previo sobre la guerra, que tituló Impresiones de Valencia y publicó en enero de 1937. Su purga en América del canon poético afectó también al poema conmemorativo del comienzo de la segunda guerra mundial: Septiembre 1, 1939 , escrito ya en los Estados Unidos. Y sin embargo, no cabe interpretar este silenciamiento como frontal palinodia ideológica, sino más bien cual una modulación de su poética, que aspira en esta nueva etapa a una función paliativa y terapéutica, después de comprobar que carece de poder para provocar que algo suceda según sus designios.

Antes de asomar a la España en armas, Auden, que era homosexual, tuvo el gesto de casarse con Erika, la hija del novelista Thomas Mann, para que consiguiera una nacionalidad británica salvadora, que le permitió abandonar la Alemania nazi. A ella dedicó su libro ¡Mira, desconocido! (1936), con treinta y un poemas, en los que aborda la naturaleza del amor y su variante erótica. Todavía, durante la que llamó ‘década deshonesta’ de los años treinta, se produjo su viaje asiático con Isherwood de 1938, respondiendo a un encargo mancomunado de una editorial neoyorquina y otra londinense para que escribieran un libro sobre China coincidiendo con el comienzo de la guerra chino-japonesa. Después de pasar siete meses en la zona, publicaron Viaje a una guerra (1939), libro en prosa con veinte sonetos finales de Auden, que resumen su postura ante la guerra: «Piensa en este año qué le gustó más a los bailarines /cuando Austria murió, cuando China fue abandonada, Shangai en llamas y Teruel retomada». Una letanía que enlaza todas las contiendas.

Una vez en Estados Unidos, adonde se trasladó a comienzos de 1939, después de sucesivas desolaciones bélicas, su poesía exploró nuevas vías, acendrando la depuración estilística y ampliando el repertorio de temas morales y políticos, entre los que descuellan el amor, la ciudadanía como amparo y cobijo de las aspiraciones individuales y la naturaleza como ámbito de desarrollo en libertad. La marcha para América abre un nuevo período en su obra, pero también le granjea en los círculos literarios británicos la acusación de cobardía, ante la inminencia de la segunda guerra mundial. Recién llegado a Nueva York, conoce a Chester Kallman (1921-1975), el joven al que une su vida hasta el final, tanto en Estados Unidos como en sus temporadas europeas, y a quien dedica los versos eróticos de Lullabay: «Reposa tu cabeza dormida, amor mío». Juntos colaboran en el libreto de una ópera para Stravinski, en 1951, y participan en el rescate existencialista de Kierkegaard, que facilita el vínculo de Auden con la dimensión religiosa de sus padres, integrantes de un grupo protestante respetuoso con el ritual de las manifestaciones externas. Grupo inserto en el anglocatolicismo, y que va a ser también escogido por el gran Eliot (1888-1965) en su conversión de 1927. Los años cuarenta y cincuenta granan el reconocimiento de Auden como poeta singular, en un período jalonado de premios y distinciones, cuya proyección parecía abocar hacia el premio Nobel. La academia sueca situó su nombre en la terna final de 1963, junto a Neruda y el griego Seferis, que iba a ser el elegido, después de dejar por el camino a otros futuros Nobel, como Beckett o Neruda. Pero a Auden no le llegó.

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