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Una historieta interminable

l El francés Michel Matly analiza los cientos de tebeos que cuentan la guerra civil en viñetas. EL CÓMIC SOBRE LA GUERRA CIVIL Michel Matly Cátedra (colección Signo e Imagen), Madrid, 2018. 408 páginas

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Publicado por
miguel lorenci
León

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E l gran hispanista Paul Preston tuvo dudas sobre la pertinencia de contar la Guerra Civil en viñetas. Pero accedió y su versión en cómic sobre la contienda fue todo un éxito. Nada raro si tenemos en cuenta que el tebeo es un género centenario y masivo y que a lo largo de las últimas ocho décadas medio millar de tebeos y cómics nos han contado —y nos contarán— la Guerra Civil española desde todos los prismas, perspectivas e ideologías. Una historieta interminable y cambiante que recorre El cómic sobre la Guerra Civil (Cátedra), un exhaustivo ensayo del francés Michel Matly (Dompierre-Sur-Besbre, 1952), que analiza el relato gráfico de la confrontación desde su estallido hasta hoy.

De los malvados y diabólicos rojos a los que los dibujantes fascistas demonizaban hasta lo que hoy se ha dado en llamar ‘memoria histórica’, el riguroso y profusamente ilustrado ensayo de Matly cubre ochenta años de propuestas y sensibilidades opuestas. Un trabajo monumental que constata cómo la guerra «ha estado y sigue estando presente en el corazón de muchos, tanto en España como en el exterior». Y es que Malty también muestra cómo rememoran la guerra diversas sociedades y países en distintas épocas y la enorme variedad de sus recuerdos.

«Tengo sed de robar y asesinar. Por algo soy rojo», se lee en los bocadillos de Un miliciano rojo , viñeta en la que Castanys caricaturizaba en 1937 al protagonista de una historieta de Pelayos , revista infantil para falangistas en ciernes en la que un rojo era un «bruto comunista, animal cruel y sanguinario que torturaba a sus oponentes y asesinaba a mujeres y ancianos». Aróztegui, director de Flecha , hace lo propio para ridiculizar a los republicanos, «sacando partido a la estupidez o a la embriaguez de los milicianos», en la serie del alevín falangista El flecha llamado Edmundo vence siempre a todo el mundo .

Son dos ejemplos de cómo entre 1936 y 1938 estas historietas «virulentas y propagandísticas» que acabarían fundidas en Flechas y Pelayos fueron eficaces herramientas para ridiculizar al enemigo. Si el bando franquista anatematiza al adversario, en el republicano revoloteaban cientos de tiras de corta vida, las llamadas ‘revistas de trinchera’, que usaban el cómic «para denunciar a las potencias extranjeras, educar a sus combatientes y tranqulizar a la población juvenil», apunta el autor.

Desmenuza Malty cientos de historietas «de calidad o infames» que a veces casos pretenden «solo contarnos la guerra», «emocionarnos o movilizarnos» en otras, y a través de su evocación, «hacernos reflexionar». Algunas consideran «legítimo» el combate, otras ven la guerra como un «desastre» que ninguna razón puede justificar. Las hay que buscan «ante todo cerrar las heridas del pasado» o consideran que las fracturas de la guerra «se prolongan en otras contemporáneas».

«Cada historieta es a la vez un relato de historia y un objeto histórico, cada una de ellas habla de la contienda, pero también, según el momento de creación, de la España de la Transición o de la España de hoy, o de la Argentina recién salida de sus años negros o de la identidad de los descendientes de los exiliados en Francia», explican los editores de la obra.

Ingeniero químico y gran experto en el cómic, Matly ya dedicó su su tesis doctoral y numerosos artículos a esta particular historia ibérica del tebeo. Casado con una española, no quiso pisar nuestro país mientras Franco estuviera vivo. Algo que no atenuó su interés por el tratamiento gráfico de la guerra que ha analizado desde el estallido de la contienda hasta hoy a través de las 500 obras gráficas sobre de la fratricida conflagración aparecidas en los últimos 80 años y la revisión de más de 15.000 revistas digitalizadas.