Una historia llena de emoción

S i no ganamos al menos un partido, ¡bajaremos a segunda!» de la liga infantil. Fue entonces cuando apareció Víktor, el número 13, el chico ruso que era un portento y cuya presencia, además del fútbol, tiene otras motivaciones. «La salvación del equipo y el futuro del pueblo estaban en peligro». Soto Alto, el pueblo de nuestro equipo protagonista, al margen de la posible pérdida de categoría, se jugaba contra los de Villa del Río la instalación en el pueblo ganador de una gran tienda multinacional.

La esencia argumental de la obra podría responder a lo dicho. Pero no sería del todo verdad, puesto que las cosas no van a ocurrir como parece. Esta es una de las grandes virtudes de la novela, las sorpresas permanentes e inesperadas, que provocan un interés creciente y el ritmo de intensidad en la lectura. Sobre todo a raíz del robo del examen final de matemáticas. Si es verdad que se intercalan permanentemente otras historias muy variadas, rocambolescas en su mayoría, lo cierto es que en estos momentos finales del curso la indagación sobre el ladrón del examen y la búsqueda de estrategias para el partido tan importante y decisivo disparan y enredan más la situación de la numerosa, y en alguna medida secreta pandilla de Los Futbolísimos. Son momentos de incertidumbre, eso sí llenos de humor, simpatía y misterio, cualidades que sustentan buena parte de la narración, en la que también brilla el sentido de la amistad, solidaridad, esfuerzo y espíritu de equipo.

Contada la historia por uno de los protagonistas, Pakete, seguramente líder sin saberlo, la rapidez de la prosa y la abundancia y agilidad de los diálogos son un logro manifiesto y, como consecuencia, un aliciente para el lector.