Diario de León

La vida del pintor que amaba la carne

l Un ‘libro joya’ repasa la trayectoria del artista Lucien Freud. Lucien Freud, el pintor que halló en la piel la hondura del alma, «Hizo lo que quiso durante toda su vida y jamás pintó por encargo», dice David Dawson, su confidente, modelo y heredero

Una mujer observa la obra ‘Autorretrato con dos niños’, de Lucien Freud

Una mujer observa la obra ‘Autorretrato con dos niños’, de Lucien Freud

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miguel lorenci
León

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L ucien Freud nos veía a todos como animales; aseguraba que siempre había un animal dentro de cada persona. Al final le interesaba la piel, tanto de los humanos como de los animales, y es ahí, en la carne, donde buscaba la esencia del cada modelo». David Dawson, amigo, confidente y heredero de Lucian Freud (1922-2011), evoca así al genial pintor británico, que buscó en la piel y la carne lo más profundo del alma. «Freud creía que pintar una persona desnuda mostraba mucho más de su alma, y eso que lo descubrió tarde, ya que hasta los 40 años no pintó su primer desnudo», explica Dawson, conocedor privilegiado de la obra de Freud, que lo retrató ocho veces, pintor como él y hoy administrador de sus derechos

«Era divertido, inteligente, original y la mejor compañía posible. Tenía un enorme sentido del humor. Estaba por encima de su pintura y era un buen tipo», dice Dawson de un genio con fama de adusto que encadenó amantes y vivió la pintura como un sacerdocio. «Hizo lo que quiso durante toda su vida. Nunca se relajó; pintaba todos los días casi doce horas y jamás pintó por encargo», sostiene Dawson, director junto con Martín Gayford del Lucian Freud Archive.

Está en España para presentar Lucian Freud , un ‘libro joya’ que en dos volúmenes y 600 páginas recrea la vida y repasa la obra del genial y premioso retratista, que dejó algo menos de 500 obras. Lo edita Phaidon en una tirada limitada de 350 ejemplares en inglés a 475 euros tras presentarlo en el Reino Unido y en Estados Unidos.

«La obra y la vida de Freud estuvieron entrelazadas», asevera Dawson. «Solo pintó a gente que conocía, importante para él, y en lugares que le eran cercanos y familiares», precisa Dawson, heredero de la casa estudio del pintor en Holland Park, de tres millones de libras, y los derechos de su imagen y que conserva «una o dos pinturas».

Nacido en Berlín en 1922, Freud y su familia abandonaron Alemania rumbo a Londres en 1933, huyendo del régimen nazi. Su carrera como artista comenzó en los años treinta, cuando era adolescente, y duró hasta su muerte en 2011. El libro repasa la vida del pintor por décadas. Muestra cómo mejora y crece década tras década y cómo se convierte en un pintor magistral. Presta atención especial a su encuentro con Francis Bacon, que resultó crucial. «Se conocieron cuando Freud tenía 30 años. Bacon ya era famoso y fue quien le enseñó a ser un gran artista. Él ya pintaba con un pincel espeso, con mucha pintura, mucha pasión y gran sentimiento en cada pincelada. Le hizo cambiar y acercarse a ese estilo que sería definitivo», asegura Dawson, que fue ayudante de Freud desde el año 1991 hasta su muerte.

Ningún modelo sonríe

Les sometía a una especie de tortura. La elaboración de cada retrato podía llevar entre nueve y quince meses y de la relación con el modelo dependía el resultado. «Siempre pintaba en interiores, en las casas londinenses en los que habitó y de ahí el tono sombrío que prima en sus retratos». «Por la mañana abordaba un retrato con luz natural, desde las ocho hasta la una. Descansaba después de comer y volvía al trabajo de tarde, de seis a doce para sus retratos con luz eléctrica», explica Dowson. «Era muy exigente. Si no le gustaba un retrato lo destruía. Siempre estaba en el estudio y siempre buscaba la individualidad de cada persona y cada cuerpo».

Enamorado de Velázquez, «su pintura favorita eran las Las meninas », apunta. «Viajó a Madrid para contemplarlo, pero apenas le dedicó una mañana. Llegó muy temprano fue al Prado y por la tarde estaba de vuelta en Londres», rememora Dawson. «Pintar era su única aspiración y no dejó de pensar ni un solo día, durante doce horas y todos los días del año», apunta Dawson, que conoció a Freud cuando el pintor tenía 69 años. Fue su último modelo en retrato semidesnudo con su perro. «Su última pincelada fue la que dio a la oreja del perro», precisa.

Con la eclosión de Pop Art, Freud fue casi olvidado, algo que agradó al genial retratista, que reaparecería en los 80 y los 90 con sus impactantes desnudos y se consagraría con una exposición en el MET de Nueva York. Vendió toda su obra en vida y no hay telas de Freud en el mercado. Su cotización sube como la espuma y el último cuadro subastado en Sotheby’s, el desnudo de una joven, se remató por encima de los 22 millones de libras, unos 25 millones de euros.

El libro incluye 484 obras y un dibujo inédito. «Es una obra de calidad excepcional y tiene un valor de fetiche», destaca el director del Museo Thyssen, Guillermo Solana, que acogió la presentación de la suntuosa publicación. Editado por Mark Holborn, incluye ensayos exclusivos de Martin Gayford, escritor y crítico de la revista The Spectator , que también posó para Freud. Casi todas las obras incluidas han sido fotografiadas nuevamente por el británico John Riddy.

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