Excelente miscelánea

L a sorpresa es inmediata: su título, cargado de polisemia, incluye diversas connotaciones: obligatoriedad, sentido descriptivo, advertencia… El lector debe decidirse por una significación. A esos posibles mensajes se une un detalle cronológico fundamental: Alejandro Zambra, el autor, ha nacido en Chile, en 1975. Son factores espaciales y cronológicos dignos de señalar para mostrar una cultura tan intensa y una obra tan sorprendente: una excelente miscelánea sociológica y, sobre todo, expresiva. En ella coinciden noticias actuales, referencias personales, descubrimientos estéticos, juicios valientes, pasiones… Todo un corpus casi inabarcable. Nada de lo que es la literatura y su contexto queda ausente de su análisis, tanto de los escenarios como del estudio. No es extraño que la obra se cierre con un voluminoso ‘índice onomástico’.

Lo inesperado es la variedad temática y su forma de enfocarla: desde autores lejanos hasta escritores contemporáneos ofrecen su atractivo, como se observa en los inesperados títulos de los tres cuerpos del índice. Todo lo sugerido se hace presente en su paradójico lema de la obra, tomado de Raúl Ruiz: «En eso, mis amigos, consiste nuestro arte: en irse por las ramas, derecho a lo esencial».

Quien ha leído la obra entiende su inesperado sentido. Por ello, uno de los apartados más interesantes es el introductorio, ‘Lecturas obligatorias’, en el que se describe con frialdad extrema la dureza del pasado: «Así nos enseñaron a leer: a palos (…). Pero es un milagro que hayamos sobrevivido a esos profesores, que hicieron todo lo posible para demostrarnos que leer es la cosa más aburrida del mundo». Y añade, además: «todavía pienso que los profesores no querían entusiasmarnos sino disuadirnos, alejarnos para siempre de los libros».

Hay que decirlo: pocas veces un recorrido crítico por múltiples autores alcanza resultados tan enriquecedores y apasionantes como No leer .