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Fer pone cara, y vaya cara, a don Mendo

El dibujante leonés ilustra el clásico ‘La venganza de don Mendo’ para la editorial Reino de Cordelia. Entradilla Lor ad tat, vero commodolor sum doloreet augait diat, conullan hendion ea cons ectem alissent pratum dio exeratio commolore volum aut landit nullums ndreet Lore tem ip et luptat lor sum zzrilis nibh eugait lorper iusci blaoreetue tetummy nosLor autat

Algunos de los dibujos de Fer para la edición de ‘La venganza de don Mendo’ fijada por Luis Alberto de Cuenca que publica esta semana la editorial Reino de Cordelia

León

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Aquellos inolvidables ripios: «¿Quién mató a Mendo? Menda mató a Mendo», los han pronunciado desde José Luis Ozores a Manolo Gómez Bur, José Sazatornil, Tony Leblanc o Fernando Fernán Gómez, sin olvidar a Rodrigo Rato, hoy en prisión al igual que el protagonista de Muñoz Seca. El texto es un alarde del ingenio versificador de su autor, que demuestra en ella su dominio tanto de los distintos tipos de versos, como de los más variados recursos humorísticos. Ahora el dibujante leonés Fer ilustra esta historia medieval leonesa, editada por el también editor leonés Jesús Egido en su sello Reino de Cordelia, con texto fijado por Luis Alberto de Cuenca.

José Antonio Fernández Fernández, conocido artísticamente como Fer, ha pasado 64 de sus 69 años en Cataluña, pero se considera «muy leonés». En julio recibía la Creu de Sant Jordi, la máxima distinción de la Generalitat, equiparable a la Legión de Honor francesa. El Puti-club e Historias fermosas son las viñetas más famosas de este leonés, fundador de El Jueves y director de El Papus cuando un grupo fascista colocó una bomba en la redacción. También ha trabajado para numerosos periódicos y revistas, como La Prensa, El Correo Catalán o Avui. Suele colar alguna referencia a Mansilla de las Mulas, su pueblo natal, en muchas viñetas.

—¿Como surgió la idea de ilustrar ‘La venganza de don Mendo’?

—Fue cosa del editor. Un día me llamó y va y me dice: «Fer, quiero que me hagas el Don Mendo». Y yo, al principio, me quedé un pelín aturdido (acojonado). Sabía que lo habían dibujado Herreros y don Antonio, mi Mingote, y eran dos maestros. Acabé diciendo que sí porque me animó Pepe Gallego y Kim, el de Martínez el facha, de El Jueves. Y me puse a ello. Lo primero, ir a comprar el libro. En realidad, dos, porque el primero me lo olvidé en el metro. Me lo leí una vez y una segunda; luego, un tercer repaso. Me reí mucho. A medida que lo leía, iba haciendo esbozos y me iba Muñozsequeando un poco, porque, aunque historia se sitúa en el siglo XII, yo ponía elementos del XX: don Mendo en la cárcel y en la pared un calendario de Marylin, o el rey con un tren eléctrico... lo que se me iba ocurriendo.

—¿Por qué mete elementos anacrónicos como la luz eléctrica o la pareja de la Guardia Civil?

—Por eso de que me muñozsequeé un poco. En la obra vi que se inventaba palabras o desmontaba palabras del siglo XX y las ponía en el XII; yo intenté hacer lo mismo. La Guardia Civil la saco mucho, porque viví la infancia en un cuartel y mi padre era un picoleto amante de los caballos, como el general Aranguren, siempre con sus caballos. Y se ven postes de la luz y a punto estuve de sacar el móvil...

—¿Cuál es su personaje favorito?

—Don Mendo-Renato, un caballero, noble, fiel, pero, al final, de tan buena persona, lo de siempre, tonto. Magdalena, ¡vaya bicho!. Podría hoy ser dirigente de un partido o súperministra. Alfonso VII, como buen rey, no perdona ni una; y doña Berenguela, idem. Azofaifa parece la más noble enamorada del trovador Renato. Por cierto, en la obra a ratos don Mendo es de León (no es de extrañar) y en otro capítulo de Sigüenza, creo.

—¿Para los personajes se inspiró en alguno real?

—No, recordaba a Fernando Fernán Gómez en su papel de don Mendo, pero no soy caricaturista. Puse mis personajes. En vez de en los chistes del diario, me los llevé al siglo XII, disfrazé y ¡hala!

—¿Se ha aprendido algún ripio?

—No. Solo el del final: «Don Menda se cargó a don Mendo». No soy de memorizar, sino de entender, que es como memorizas. Eso me enseñaron los dominicos en la Virgen del Camino: «Si entendéis, se os queda. De memoria no sirve, si no lo entiendes».

—Valle-Inclán dijo de Muñoz Seca que era un «autor monumental»...

—Su obra está entre las más representadas en los teatros y ya va para los 100 años. A mí, realmente, me ha dejado boquiabierto. Tenía que ser un cachondo de narices.

—¿Es más difícil ilustrar a un clásico que ya ha sido ilustrado anteriormente por ejemplo por Mingote?

—Hombre, para mí, sí. Herreros y Mingote son dos históricos, dos maestros... y me la encargan a mí. Me quedé... acojonado. Di vueltas y vueltas, pero mis amigos y maestros que ya no están —pero tengo muy presente— me dijeron: «Arreando, que ya tardas». Y los hice con mi estilo, con cariño y con ganas. A ver que dicen los lectores.

—Muñoz Seca inventó el astracán, ¿se identifica con ese humor?

—A ratos, sí. Una astracanada es divertida, pero yo soy más del Quevedo, ese humor inteligente que lo dice todo sin decir. Me acostumbré a ello en los años de estudiante, de El Papus, de aquel Quevedo fabuloso de «entre la rosa y el clavel, su majestad, escoja», o aquella filosofía de Perich: «En España lo más ‘in’ que tenemos es la justicia». De estudiante hice christmas para vender en la Universidad donde se veía a los Reyes Magos sacando carbón de sus sacos y arrojándolo a los ‘grises’ de la época. Y decía Melchor: «¡Tomad, carbones!». El juez me miraba y no podía decir nada; y hasta venían policías al bar estudiantil a comprar christmas.

—Jacinto Benavente dijo que «a Muñoz Seca no lo mató la barbarie, lo mató la envidia»...

—Eso es lo que me han dicho cuando explicaba que estaba haciendo a Don Mendo. Pero Paracuellos, como las cunetas, los muros de los cementerios, los fosos de Montjuich o el campo la Bota eran barbarie, brutalidad, antihumanismo y también envidias.

—Rodrigo Rato hizo el papel de Alfonso VII de ‘La venganza de don Mendo’ cuando era presidente del FMI. ¿A qué políticos le gustaría ver haciendo la obra?

—Don Mendo no veo a ninguno; de Magdalenas, a muchos. La niña falsa, mentirosa, egoísta, que se hará rica y poderosa... Don Mendo hace limpieza, aunque se pasa al final.

—¿No ha pensado hacer una exposición con los dibujos del libro?

—Los originales gustan mucho, están dibujados a mano, con plumilla, tintero de tinta china, pincel y unas acuarelas rusas buenísimas que me aconsejó el maestro Zabala. Son bastante grandes, en el libro se han reducido. «Mi dibujo —decía mi maestro Gin— mejora ampliándolo o reduciéndolo». Tengo una propuesta de exponerlas, a lo mejor, en el Camarote Madrid... o en otro sitio. Ya me dirán. Me tocará ir a León y pasear por sus calles y entrar en mi San Isidoro y mi Catedral. En El Jueves solo Kim y yo seguimos con la plumilla y el pincel.. ‘pa llevarnos a un museo’. Cuando haces un dibujo en un papel y se los das a los niños que visitan la redacción, solo por la cara que ponen, vale la pena.