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El sueño cumplido de un ‘físico cuéntico’

l Jorge Volpi completa ‘Micropedia’, la ambiciosa tetralogía de relatos de su amigo Ignacio Padilla. Filandó n El universo «imaginario, complejo y muy extraño» de Padilla, uno de los grandes cuentistas del siglo, ha quedado por fin reunido

El escritor mexicano Jorge Volpi es el albacea literario de Ignacio Padilla

Publicado por
Miguel Lorenci
León

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A demás de robarle la vida, el accidente que mató a Ignacio Padilla truncó la más ambiciosa aventura de un gigante del cuento, un narrador que se definía a sí mismo como un «físico cuéntico». Dos años después, su amigo del alma y albacea literario, Jorge Volpi, hace realidad el sueño de su colega y hermano de la generación del ‘Crack’. Ha buceado en los papeles, las notas y los archivos del ordenador de Padilla para completar Micropedia y cerrar la ambiciosa tetralogía cuentística «restaurando» su último volumen, Lo volátil y las fauces . Lo publica Páginas de Espuma, el sello de Juan Casamayor, infatigable guardián de todos los cuentos y artífice de los cuatro volúmenes que ordenan un océano de relatos desperdigados: Las antípodas y el siglo , Los reflejos y la escarcha , El androide y las quimeras y el hasta ahora inédito Lo volátil y las fauces . «Es una aventura monumental, crucial para el legado de Nacho, su obra maestra y uno de los proyectos más ambiciosos abordado nunca en el género del texto breve», dice un entusiasta Volpi. No ahorra elogios hacia su colega, nacido en Ciudad de México en 1968, uno de los bastiones de la rupturista y refrescante generación del ‘Crack’, catedrático de Filología y académico que se dejó la vida en una carretera de Querétaro en agosto de 2016. Erudito y heterodoxo, los 54 cuentos de Micropedia conforman «un universo imaginario, complejo y muy extraño», señala Volpi. Un singular cosmos narrativo que en sus cuatro libros «orgánicos y temáticos» alterna territorios imaginarios con mitologías intemporales, leyendas morales, referencias y guiños al ‘boom’, a la Biblia, al Siglo de Oro, a las sagas artúricas y, desde luego, a Cervantes y Borges, dos faros en la narrativa de Padilla.

Destaca Volpi cómo en los cuentos de su amigo conviven con naturalidad aromas de heterodoxos como Giorgio Manganelli, de genios de literatura fantástica como Poe, Lovecraft, y de maestros como Maupassant, Chéjov y Cervantes, a quien Nacho Padilla dedicó su tesis: Lo diabólico y lo monstruoso en Cervantes . «Su estilo está plagado de imágenes y metáforas intercaladas a conciencia, mezclando estilos pasados, volteando la prosa cervantina, la del Siglo de Oro o del XIX, para dar a sus cuentos esa pátina extraña, antigua y moderna a la vez», dice Volpi.

Inquietudes

Aborda todos los temas y seres que le inquietaron «viajes en el tiempo, dobles, cambios de identidad, universos paralelos o bilocados, monstruos, muñecas parlantes, autómatas, nazis perturbados, y bestias fantásticas: dragones de tres cabezas o pollos decapitados», enumera Volpi.

Cómplices desde la adolescencia, renovadores de las penúltima letras mexicanas, Volpi reivindica a Padilla como «uno de los mayores cuentistas de nuestro tiempo». Autor también de seis novelas y varios ensayos fantásticos, «él sabía que su genio y su grandeza estaban en el texto breve, donde mejor podía desarrollar su capacidad narradora a imaginativa». «Se definía sobre todo como cuentista y decía, con uno de sus juegos de palabras, que era ‘físico cuéntico’», recuerda.

Padilla inició su tetralogía a finales del siglo XX, cuando se doctoraba en Salamanca como Volpi, y avanzó en ella con cierto desorden durante más de dos décadas. «Planeó cuatro libros temáticos para un proyecto conjunto, con dos asuntos por volumen y titulan cada colección de cuentos con un octosílabo».

Está más que satisfecho por cumplir el sueño Padilla y de que los cuatro libros de Micropedia se publiquen juntos gracias a una labor casi arqueológica que le permitió restaurar Lo volátil y las fauces . «Es una suerte de bestiario y un homenaje a Borges con seres volátiles y depredadores», aclara. «Me metí en las tripas de su computadora, buceé en sus archivos inéditos, en los papeles que envió a Juan Casamayor, para reconstruir lo que Nacho había pensado originalmente», dice Volpi. Halló los cuentos «terminados, a falta acaso de una última revisión, pero sin orden, así que yo los ordené».

«Hace justicia a Nacho y permite al lector asomarse al centro de su obra narrativa y al cuento, que sigue recuperando prestigio», asegura sobre una edición se acompaña de un cuaderno con apuntes reflexiones de amigos y colegas como Fernando Iwasaki o Rosa Beltrán.

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