Diario de León

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Poeta de frontera

EL PRÓXIMO VIERNES SE CUMPLEN 40 AÑOS DEL SUICIDIO DE GALA DEL POETA JUSTO ALEJO (1935-1979), QUE DIO LOS PRIMEROS PASOS DE SU ÁVIDO APRENDIZAJE EN LEÓN: EN LA FP DE RENFE Y EN LA MAESTRANZA AÉREA. divergente

El poeta zamorano Justo Alejo, en una imagen de juventud

El poeta zamorano Justo Alejo, en una imagen de juventud

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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C omo Rafael Chirbes (1949-2015), también Justo Alejo desentrañó en León la primera etapa de un proceso formativo marcado por la ansiedad de saber. Ambos estacionalmente alojados en el arrumbadero de los huérfanos del raíl, junto al Bernesga suburbano. Sayagués de Formariz e hijo de madre soltera, Justo Alejo emprende con 14 años en León su trepidante carrera de obstáculos, que culminará en Madrid con cuatro licenciaturas universitarias, un doctorado en Filosofía y estudios mediados de Sociología y Políticas. Todo ese bagaje intelectual para un empleo de brigada de Aviación, máximo escalafón posible en la milicia para su trayectoria de chusquero. Cuando vuelve de las últimas Navidades en el pueblo, tiene su destino en el Servicio de Psicología del ministerio del Aire, situado en el edificio escurialense que asoma a la plaza de Moncloa.

Después de la etapa leonesa, se incorpora como voluntario de Aviación a Villanubla, en septiembre de 1954. Veinte años más tarde alcanzará el grado de brigada. Los doce que pasa en Valladolid son los del bachiller, que concluye en 1959, Magisterio (1960-1963) y Filosofía (1965-1970, que culmina con el doctorado en Madrid, adonde se trasladó en 1966 como cabo primero a la base de Getafe; remata también las licenciaturas en Pedagogía y Psicología. En Valladolid, Ramón Torío lo vincula a la librería anticuaria Relieve, en cuyos Pliegos de cordel aparecen sus primeros libros: Yermos a la espera (1959), que estrenó la colección; Arenales (1960); Desde este palo (1962); SERojos luNARES (nimBOS), 1969; y monuMENTALES reBAJAS (1971), prologado por Amón. También edita en los Pliegos de Relieve su traducción de Nazim Hikmet (1967), realizada durante su curso como lector de español en París; la antología del cacahuetero del bar El Socia de Valladolid, don Alejandro A. Valdeolmillos (1973), que prologa, y a cuya muerte sin riberas dedica un obituario en 1976; y Por la patria , relato del serbio Laza Lazarewich (1974).

La librería Relieve era entonces refugio para el desamparo y un espacio de amistad. A sus expensas, edita Alaciar (1965), en la misma colección que publicó los Textos económicos (1969), de Pino. Alaciar nombra el saludo de las aves con las alas a lo lejos y es su primer libro maduro, donde conjuga recursos creacionistas y otras audacias de quiebra o resalte de sus versos con versales, cuya siembra procura nueva lectura a palabras maltratadas por su manejo bastardo. En su ávido descubrimiento de la poesía, Justo Alejo tuvo la compañía tutelar de Amón, vinculado al postismo de su paisano Gabino Alejandro Carriedo, para quien trabajaba en revistas madrileñas de arte y construcción. Los versos de Justo Alejo vibran, rebullen, inciden y estallan, reverberan o se descoyuntan mientras el poeta jalea un desamparo perplejo en medio del circo de reclamos que bombardean su aventura cotidiana. Justo Alejo pone en marcha en su poética una auténtica constitución del contra lenguaje empedrada con términos de procedencia sayaguesa, que le sirven para proceder a una demolición de tópicos y consignas imbuidos de fugitiva y acomodaticia insolencia: del derribo de las viejas palabras manidas surge un lenguaje poético restallante.

Sin seguir nunca un curso convencional ni en su vida ni en su poesía, Justo Alejo fue un vehemente que con arrojo singular alcanzó a conjugar vanguardia y tradición. No movido por un afán esnob, sino acuciado por la necesidad de articular un diálogo fecundo con la memoria de su tiempo. En 1972 se casó con Silvia, hermana del cineasta asturiano Miguel Herberg, que ha comprado la casa de Formariz donde nació Justo. A su hijo, ya casado y padre de una niña, le pusieron un nombre de las Mil y una noches: Alí. Comprometido como compañero de viaje desde muy joven, Justo Alejo simpatizó enseguida con la clandestina UMD, aunque su condición de suboficial le hizo sentirse incómodo y relegado en una organización tan jerarquizada.

Pero en sus artículos publicados en Triunfo y en El Norte de Castilla , que recoge el volumen Prosa errante (2005), no escurre el bulto ante ningún tema polémico o candente. Ni siquiera el proyecto nuclear luego desechado para Sayago. Así que se sentía vigilado. Por eso, le aterra la lectura del artículo ¿Espías rusos en Valladolid? (10.12.1978), que publica El Norte de Castilla firmado por el cineasta y humorista vasco Ramón Zulaica (1929-2009), con este recado dirigido a Justo Alejo con versales: ANDE USTED CON CUIDADO, LE PERSIGUEN LOS MALDITOS. Los amigos tratan de quitarle importancia, pero a Justo aquella delación le clavó hondo. Así que el 11 de enero de 1979 acude al ministerio vestido de gala y a media mañana salta al patio por la ventana de su despacho, situado en la cuarta planta.

En 1974 y 1975 (cuando ganaron Julia Castillo, la hija de Castillo Puche y Sánchez Pascual) concurrió sin fortuna al Adonais con el poemario sucesivamente llamado Claridad y distancia y Azules o astros . También presentó al Jorge Guillén de Burgos en 1978 su libro El aroma del viento , que vería la luz como póstumo en 1980, editado por Ayuso con prólogo de Pino. Sí publicó en vida Separata de lo mismo (1974), Son etos son ecos (1976), HOY en día El desencanto LAVA MÁS BLAAANCO (1976), SolaMENTE unas palabras. Libro de HORAS Y ORIFICIOS (1978). También póstumos aparecieron Pliegos de cordel Sayagueses en memoria de Justo Alejo (1979), la prosa poética autobiográfica de Marbella entre mil ríos (1994),y sobre todo, su Poesía completa (1997), editada por Antonio Piedra.

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