Diario de León

poesía

En el río del tiempo

SUAVEMENTE RIVERA Antonio Manilla Premio de Poesía Generación del 27, Visor, Madrid, 2019. 100 pp.

Publicado por
josé enrique martínez
León

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U na clara conciencia (1997) fue el primer libro de Antonio Manilla. Tras él llegaron Canción gris (2003), Momentos transversales (2008) y varios poemarios más. En ellos nos habla del tiempo, la memoria, lo perdido, la fugacidad de las cosas y la naturaleza como contemplación y gozo, pero también como imagen de la fluencia irrefrenable de las horas. Si la tonalidad sentimental es de carácter elegíaco y melancólico, el curso de los versos es de orden meditativo, guiados por el pálpito de la emoción evocadora, serena y contenida y regidos por la pulcritud formal y la claridad expresiva. El nuevo libro, Suavemente ribera, galardonado con importante premio, participa de tales características y aporta aspectos nuevos, pero el transcurso temporal sigue siendo la esencia que impregna los diferentes asuntos del poemario. Índices temporales son, por ejemplo, el paso de la luz sobre las cosas, el eco de unos pasos, la sombra de una nube llevada por el viento, la tarde que cae, las sombras trepando hacia la última luz del día...

Acaso donde mejor se visualice la acción destructiva del tiempo sea en las ruinas, que suponen siempre el contraste entre lo que fue y su decaimiento: «Tan solo sombras donde en el pasado había / fuentes, campanas, niños». Otra ruina es la del ser humano. Manilla compone una formidable serie de epitafios en la tradición acaso del Spoon River de Lee Master. Manilla escribe epitafios supuestos: personajes que escribieron el suyo como admonición a los vivos cuya suerte será la misma del que yace en el sepulcro.

La poesía de Antonio Manilla prefiere las cosas sencillas, las que no disuenan de su emotividad ni de su sereno meditar sobre la memoria, el tiempo, las ruinas, la muerte... Se trata de gozar de lo que tenemos ante los ojos, de recoger las impresiones que el mundo y la naturaleza nos brindan. La naturaleza proporciona, además, imágenes del vivir, como un espejo en el que el vivir se reflejara. La poesía de Manilla aboca de modo natural a la melancolía. Promesa es un bello poema en tal sentido: todo se desvanece; si algo vuelve es «alguna antigua pena». Y concluye: «Niebla, silencio y humo: / melancolía. / Palabra del otoño». Por otro lado, el adverbio del título, suavemente, impregna la poesía de Manilla: una poesía suavemente modulada, melodiosa, a lo que contribuye el ritmo versal, que camina seguro sobre el carril del ritmo acentual regulado por el patrón del endecasílabo.

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