Diario de León

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El fuego que ilumina la gruta

he heredado un nogal sobre la tumba de los reyes Basilio Sánchez Premio de Loewe de Poesía, Visor, Madrid, 2019. 84 pp.

Publicado por
josé enrique martínez
León

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A grandes rasgos se puede hablar de dos líneas diferentes en la manera de entender la poesía: hay una de ritmo esquinado, quebrado, que no busca el halago del oído, sino el golpe sorpresivo y la perturbación anímica; la otra línea es melódica, fluida, sin accidentes bruscos, grata al oído. Por este segundo carril circula la poesía de Basilio Sánchez sobre la base acentual del endecasílabo. Desde la soledad del yo, el poeta expresa su meditación sobre el hombre y el mundo.

Las sensaciones que recibe de ese mundo, y sobre todo de la naturaleza, son las que dan pábulo al pensamiento del poeta y a su poesía, desde una mirada apacible y comedida, como sus versos que discurren armoniosamente al compás del pensamiento. Pero su poesía no permanece atada a la sensación o a la mirada, sino que trasciende lo inmediato hacia mayores honduras o hacia el ancho páramo de la imaginación, del sueño o de la percepción del misterio de las cosas, de la familiaridad entre lo dispar que expresa un poema, entre la luz del mediodía y las raíces en lo profundo de la tierra.

La naturaleza es una constante en la poesía de Basilio Sánchez; generalmente la naturaleza cercana, pero puede aparecer también el paisaje «excluido de nuestras percepciones y nuestros afectos» si «desborda plenitud». La naturaleza aporta símbolos como la luz o el bosque y es ejemplo de vida humilde y sencilla, de un estado de vida conducido «con naturalidad, sin artificio». El tópico del beatus ille, acuñado por Horacio y entre nosotros por fray Luis de León reaparece renovado en la poesía para la que lo natural es el ámbito placentero de la vida: «Dichoso el que, sentado / bajo los grandes árboles / que iluminan de verde las mañanas del mundo, / no renuncia al regalo de lo inmenso».

Los versos de Basilio Sánchez expresan también un pensamiento sobre la poesía, «oficio del espíritu», reveladora del secreto de las cosas a las que ilumina cuando las nombra. «Hay viajes que se emprenden a oscuras», en soledad y sigilo: es el viaje del poeta: «Uno empieza un poema / por aquello que sabe / y lo acaba por lo que desconoce». Nos está hablando del alumbramiento de lo oculto, de la revelación de lo secreto, de «el fuego que ilumina la gruta». Escribir un poema es «regresar al principio, / al hervor silencioso de la nada, / al caldo primigenio». Pero no se cumple si no suscita en el lector el silencio o la perplejidad con que fue escrito.

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