Diario de León
Publicado por
nacho abad
León

Creado:

Actualizado:

L a ambición de los árboles contra el viento es misteriosa y en ella se inspiran algunas leyendas locales sobre el origen del lenguaje. La más extraña e inquietante de todas cuenta que las palabras caen de las ramas como frutas vencidas por el peso, y que quien las encuentra en el suelo debe probarlas aun a riesgo de que contengan venenos letales. Tras quitarles una cáscara negra cubierta de púas afiladas como las del lomo de los erizos, se introducen en la boca y se lanzan al aire, con cuidado de que alguien las escuche. Si la palabra es inocua, se acepta y se asume en el lenguaje. Si no lo es, quienes la escuchan deben dar muerte a quien la pronunció con el fin de evitar que se propague la realidad terrible que designa. En este bosque milenario y misterioso, los árboles son deidades que aparecieron en la tierra mucho antes que el hombre. Según se interpreta de esta leyenda, es de las palabras de donde se desprenden las realidades y no al revés. Por ejemplo, hasta que no cayó al suelo la palabra «yo», todos los humanos eran un solo ser.

El guía que me explica esta historia va a mostrarme las mejores vistas del lago. Me han encargado que tome varias fotos para ilustrar un reportaje de viajes y mi idea es sacar una imagen del agua en primer plano con la silueta inconfundible del volcán al fondo. Al llegar a la orilla me indica que, si subo una pendiente, no muy larga, pero abrupta y empinada, conseguiré una vista aún mejor. Con el trípode en la mano y al hombro la bolsa con los pesados objetivos, consigo subir, no sin dificultad, y una vez arriba, descubro el horror: el cuerpo muerto de un joven colgado de una rama. Viste uniforme de estudiante de bachillerato. Llamo a mi guía a voces pidiéndole ayuda y a lo lejos me contesta que espere. Mientras sube, vuelvo la vista hacia el cadáver. No es más que un crío. Tiene varias púas clavadas en los dedos de una mano. Son similares a las que protegen el lomo de los erizos, negras y duras. Oigo ya cerca los pasos lentos y la respiración agitada del guía. Algo cae a mis pies de la rama de un árbol. Miro al suelo y hallo una especie de fruto con la cáscara llena de púas. Lo abro y me meto en la boca su pulpa, que sabe amarga como una maldición. Me giro para escupirla y enfrente de mí encuentro al guía, jadeando.

tracking