Diario de León

poesía

Despertar y recomponer sombras

La vida la pasar Eloy Rubio Carro Marciano Sonoro Ediciones, León, 2018. 84 pp.

Publicado por
josé enrique martínez
León

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C onocía la afición fotográfica de Eloy Rubio, pero no su empeño lírico, del que da muestras en un título verdaderamente sorprendente, La vida la pasar. Apareció en diciembre del pasado año y a poco que uno lo hojee se da cuenta de que muchos versos prescinden de los signos ortográficos o, como el título, crean extraños parentescos gramaticales. Leo el primer poema e imagino un cuadro con pinceladas sueltas y algunos brochazos que lanzan diversas sugestiones sobre el erotismo del cuerpo (esa brisa que «danza y encrespa los pechos y resalta el pubis / en la tela que ondula»), sobre un niño con el que uno pudiera jugar «a la gallina ciega, el embrión / tienta la cara / en mar que se respira y hace»; con el niño en la memoria aparecen «Pablo, abuelo..., abuela Juana». No puedo sino evocar uno de los más cautivadores poemas de Leopoldo Panero, el titulado A mis hermanas , con aquellos versos: «Ángel, Ricardo, Juan, abuelo, abuela», y sobre todo: «Alguien cuenta, sin voz, el viejo cuento / de nuestra infancia, y nuestra sombra juega / trágicamente a la gallina ciega»; pero no hay en el poema de Eloy Rubio tal desasosiego existencial, aunque uno y otro convoquen sombras familiares: «Bien quisiera despertar las sombras, / recomponer sus trazos»; la memoria activa figuras, rostros, gestos que el poeta desea aunar; también el lector quiere dar coherencia a las pinceladas del cuadro, a las insinuaciones de la palabra. Por la memoria navegan con frecuencia presencias infantiles, un niño o unas niñas; el niño que fue el poeta tal vez o las niñas que pueblan ahora su vida. Y de pronto un latigazo que vuelve a recordar la angustia paneriana, aquel acongojado comienzo del mencionado soneto: «Estamos siempre solos», que en la pluma de Eloy Rubio se traduce así: «Llamo insistente / en la madrugada y nadie espera». De lo dicho no se deducen claras influencias ni menos una dependencia del gran poeta astorgano de la posguerra, porque los versos de Eloy Rubio circulan por carriles si no opuestos, sí muy distintos, como se comprueba en un poema de título paneriano, Adolescencia en sombra , menos sentimental y menos armonioso que aquel Adolescente en sombra que comenzaba: «A ti, Juan Panero, mi hermano, / mi compañero y mucho más». La poesía de Eloy Rubio va libre de ataduras que constriñan la marcha de los versos o su versión semántica: «Si es malvavisco, si leucemia rama / de lluvia quebrada si pinga salitre / de leche la mesana».

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