«La literatura de fútbol la traen los argentinos»
- Marta y Ángel del riego regresan al terreno de juego literario con Historia íntima del Bernabéu, un libro que si se lee con los ojos abiertos de la literatura sobrepasa lo particular para entrar en las entrañas que explican el fútbol
El fútbol ya no es lo que era. El fútbol moderno es sólo dinero. El fútbol de ahora es simplemente negocio. El fútbol es corrupto... Dicen otros. Puede ser, pero sin llegar a mover montañas, todavía locos por el fútbol. Altera pasiones y con solo guiñar un ojo con un par de buenos resultados llena estadios. Y todo ocurre con la cultura, los de la cultura, los del cine, los escritores y así mirando de reojo a ese guiño, porque les gusta. Unos disimulan, otros no. Porque el fútbol tiene épica y literatura, anécdota y relato. Y a su manera explica la vida.
Sobre todo eso hay consenso, pero lo que no se puede decir que ocurra con tanta frecuencia o facilidad es la conexión entre fútbol y literatura. Sobre este maremagnum se mueven los hermanos Del Riego. Marta y Ángel. Cuando lanzaron La Biblia Blanca podría haber parecido que cumplían el mandato de todo letraherido futbolero: alguna vez escribir sobre fútbol.
Si el libro tuvo unos resultados (ya que hablamos de fútbol) bastante satisfactorios, lejos de dar por terminada la misión vuelven ahora con uno nuevo sobre fútbol: Historia íntima del Bernabéu (La Esfera de los Libros). Ojo, desde una óptica madridista, por si alguno no quiere seguir leyendo y perderse esta historia en la que la pasión y la perspectiva van de la mano. Como dice Manuel Jabois en el prólogo: estamos ante dos madridistas de La Bañeza. Lo cual es un plus. El partido se acaba pero el fútbol es interminable.
—No se sabe qué será más difícil: escribir sobre fútbol o escribir entre dos. En su caso, ¿cómo se han dado estas dos historias?
—Marta del Riego: Buena pregunta. Yo pensaba que sería muy difícil escribir a cuatro manos. Pero resultó que no porque al no ser ficción, no depende solo de mi imaginación. Cuando empezamos, yo marqué un poco la línea, más que nada porque llevaba varias novelas detrás y tenía la metodología. Pero enseguida nos fuimos integrando el uno en el otro. Fue algo muy orgánico, como si Ángel se adaptara a mi ritmo y yo al suyo. En mi familia siempre ha habido un gusto por ‘contar’. Hemos heredado esa oralidad tan leonesa.
—Ángel del Riego: Mi hermana es mi impulso. Ella me acota el campo y yo lo siembro. Trabajamos a partir de grandes conceptos. Primero, el título, luego los capítulos y el tono, y ya al final el proceso de escritura de ida y vuelta hasta que el texto no pide más ni menos palabras.
—Ya, a la hora de ponerse en marcha, ¿hay algunas premisas, funciones u organización?
—M: Creo que somos los dos muy creativos. Pero yo soy organizada y Ángel, caótico. A mí me sale el espíritu periodístico, de estructurar la información, de contrastar fuentes, citas, y él tiene arranques geniales muy volcánicos. El yin y el yang, ¿no? Así que lo primero es una lluvia de ideas sobre qué queremos contar, después un listado de capítulos que nos repartimos. Todo muy democrático. Yo elijo los que tengan que ver con personajes, me gusta indagar en Bernabéu, en Di Stéfano, en Raúl, en Cristiano. Me lo tomo como la escritura de un perfil periodístico. No en vano hice mi tesis doctoral sobre el género del perfil en Leila Guerriero. No aspiro a tanto, claro, pero sí me inspira esa idea de indagar en las vidas de jugadores y presidentes o en la construcción del estadio, ¿qué hay detrás de un símbolo como el estadio Santiago Bernabéu?
«El rey es Juan Villoro con su ‘Dios es redondo’. Ya el título es genial. Narra la épica, conversa con Valdano»
—A: Yo he escrito tanto del Madrid en redes sociales que muchas veces cribo mi propia cuenta de Twitter y a partir de una frase más o menos poética sobre el Madrid, se me encienden las luces y comienzo a narrar. De fondo siempre debe estar la verdad de los hechos. Así que a la vez que escribo tengo abiertas un montón de páginas con la hemeroteca del Abc, El País y el Marca o el As, para configurar el esqueleto real de la narración. Lo hago todo junto. No investigo y luego poetizo o narro la experiencia del hincha, sino que escribo de forma volcánica tal y como se configuran las palabras en mi interior.
—El fútbol parece algo único, masivo. ¿Qué punto de vista eligen ustedes?
—M: El fútbol está formado por personajes individuales con sus luchas, sus ambiciones, sus egoísmos. Todos esos personajes juntos forman un equipo, y ahí es donde se produce el milagro. Pero a mí, como escritora, lo que me atrae es la individualidad, lo que hace diferentes a cada uno de ellos. Supongo que a Ángel le pasará lo contrario…
—A: Es masivo y con relaciones sinuosas con el poder económico y político, así que se debe hablar de eso sin pudor pero con cuidado. Y es íntimo porque cada hincha proyecta su pasión que es purísima, porque nadie cambia de colores en la vida. Es uno de los amores más limpios que hay, el que se siente por una camiseta.
—¿Qué intelectuales o escritores cuentan el fútbol de manera que les seduzca?
—M: Por supuesto, para mí el rey es Juan Villoro y su Dios es redondo. Ya el título es genial. Narra la épica de los partidos, reflexiona, conversa con Valdano, hace literatura del fútbol. Lo tiene todo.
—A: Valdano. Es un faro para cualquier escritor que quiera ir un poco más allá. No sólo como lo cuenta, es que Valdano ha estado en el centro de la noticia, ha sido parte, creador y narrador. Estuvo en el gol de Maradona contra los ingleses y luego lo contó como nadie. Fue la palabra del Madrid Galáctico, constructor de sueños y de pesadillas, y luego se distanció y lo narró como si esa casa la hubieran hecho otros. Está en las dos partes de la línea y eso es algo único.
—¿El gran libro o la gran película sobre el fútbol será siempre un asunto pendiente?
—M: Yo lo que querría es una película sobre Santiago Bernabéu rodada por Coppola. Esa sería la película del fútbol, porque contaría la historia de cómo un deporte de élite se convirtió en un deporte de masas y lo haría a través de un personaje increíble: un Padrino y un padre, un cacique, un tipo de fina ironía, un tipo generosísimo y, a la vez, capaz de ejecutar sentencias de muerte con los jugadores que le desobedecían. Rodar una especie de western en esa España destrozada tras la guerra: un hombre tuvo un sueño y su sueño creció y se convirtió en el sueño de millones de españoles. En fin, que me estoy poniendo épica…
—A: Películas no hay ninguna estimable. Evasión o victoria, pero es entretenida, no más. Quizás porque detrás del fútbol no está la muerte y sí lo está detrás del boxeo, por ejemplo. Libros, Dinámica de lo impensado, de Dante Panzieri suele verse como el gran libro sobre fútbol, pero es demasiado técnico para las masas. Valdano es mejor en prensa que en libro, como Segurola, y queda Alfredo Relaño, que no es un genio ni un esteta, pero conoce todas las cuestiones y las narra de forma sencilla, limpia y eficaz. Pero sí, falta ese libro que quede colgado de nuestra imaginación y se convierta en una referencia para siempre y para todos. Quizás porque el fútbol es algo tan grande y, aparentemente, tan obvio que muchos escritores desprecian tratarlo con respeto.
—En realidad, podría tratarse de que si el fútbol aparece, pues que aparezca. Pero no convertirlo en una categoría.
—M: Ángel seguro que tiene toda una teoría sobre ello. Yo en esto sigo a uno de los grandes del New Journalism, Gay Talese, que escribió decenas de perfiles sobre los deportistas de EE UU de su época, boxeadores como Muhammad Alí, jugadores de beisbol como Di Maggio… ¿Por qué? Porque decía que los deportistas son los últimos héroes. Hay una épica en los héroes que está fuera del alcance de las vidas de las personas comunes y corrientes: eso es lo que nos fascina de un futbolista, cómo ha llegado de la nada a la gloria. Y cómo en esa gloria, es capaz de paralizar los corazones de millones de espectadores con sus evoluciones, entre la lucha y la coreografía, sobre un prao verde.
—A: Cada país tiene su ritmo, su tono. En España la literatura de fútbol la traen los argentinos y son ellos los que han llegado más lejos poniéndole adjetivos al balón. En Inglaterra lo que existe es una amplia literatura sobre la vida del hincha, en realidad el fútbol es sólo una excusa para la fraternidad, la amistad y las relaciones paterno-filiales. A mí eso no me interesa. O no me gusta. Creo que nosotros hemos inventado algo. Una puerta entre mundos diferentes, entre universos que se colapsaban antes de encontrarse. También creo que eso no tiene un nombre y que si lo tiene no somos nosotros quienes debemos ponérselo.
—En este proyecto que son ya dos libros, ¿cuántas veces han pensado en mandarlo a la mierda?
—M: Yo nunca. Fíjate, te diría que casi lo contrario. En La Biblia Blanca hubo algo sanador. En el proceso de su escritura falleció nuestro padre y nos volcamos en el libro como una especie de terapia de olvido. Creo que La Biblia fue nuestra salvación. Pero es verdad que en ambos libros hay siempre un momento, cuando se acerca la fecha de entrega y estás a la carrera pensando que no llegas, que satura… porque Ángel es muy de escribir en el último minuto, en eso tienes espíritu periodístico, ¿no?
—A: Yo cada día y cada día recibía la llamada de mi hermana dándome la murga y obligándome a seguir estrictamente el plan.
«El pueblo llano. La masa social es la que sustenta el equipo. Y creo que eso no se debe olvidar»
—Después de estos libros, ¿se quieren más o menos?
—M: Esto va a sonar un poco ñoño, pero yo he descubierto en Ángel el gran escritor que lleva dentro. Y espero que él también. Aunque a veces haya querido matarlo…
—A: Nada, lo mismo. Marta es como mi voz interior, la voz de mi conciencia. La he externalizado, gran hallazgo.
—‘La Biblia Blanca’ ya era un título definitivo sobre el Real Madrid y cómo se fue creando más que la leyenda la religión. Con ‘Historia íntima del Bernabéu’, ¿a dónde se lleva al lector?
—M: Lo llevamos a las entrañas del estadio. Al alma del estadio. A mí me gusta contar que la piedra angular de ese estadio es el hecho de que se financiara con las participaciones de los socios. Bernabéu levantó un estadio para 100.000 espectadores sin dinero de nadie más que de los socios. ¿Y quiénes eran los socios? El pueblo llano. La masa social que sustenta el equipo. Y creo que eso no se debe olvidar. Así que lo recordamos en ese libro. Y también las historias de heroísmo, las de ángeles caídos, el ecosistema del estadio con sus tipologías de fans, los grandes misterios del Bernabéu. Y aquí Ángel tendrá mucho que decir…
—A: Podría decir que lo llevamos al corazón del hincha. Pasamos de la estructura de hormigón que a ratos levita con las emociones que se viven en el estadio al paisaje mental del madridista que transforma al jugador en algo diferente, en un ganador despiadado o en un perdedor inconsolable. Podría decir eso, pero es que eso ya estaba en la Biblia Blanca. Aquí completamos la función poniendo el Bernabéu en el centro de todo. Por ejemplo, hablamos mucho más de la Quinta del Buitre, de Míchel y de lo que significa ese jugador y ese equipo en el club, en el imaginario merengue y en el mismo estadio.
—Dice Jabois en el prólogo que vuestro madridismo es un madridismo de La Bañeza. ¿Eso supone que haya más literatura, más imaginación obligatoria por la distancia, en vuestro caso que en los que han ido asiduamente al Bernabéu?
—M: Eso de Jabois es genial. Es que él como buen gallego pasa por La Bañeza cada vez que va o viene a Madrid, La Bañeza forma parte del imaginario de los gallegos. Y tiene razón, en provincias el madridismo es más hondo. La gente lo da todo. Las cenas en la Peña Real Madrid de La Bañeza son un espectáculo. ¡300 personas! Niños, abuelos, madres, familias enteras. Se desplazan juntos a los partidos a la otra punta del mapa. Imagínate que muchos se fueron en autobús a Cardiff, La Bañeza-Cardiff, 24 horas de carretera. Eso es amor por el Madrid. Y el público de provincias es muy agradecido, menos tenso, más entregado. Lo dan todo. ¡Viva la provincia! ¡Viva la periferia!
—A: La de Jabois es una frase enigmática. Prefiero dejarla ahí, sin contestar porque encierra una verdad de estas imprecisas que no es posible desvelar del todo. Pero quiero contar que, como niño de provincias, si soy del Madrid es porque una vez vi al Buitre celebrando los goles como si le diera vergüenza. Eso me pasaba a mí. Odiaba que me abrazaran tras marcar un gol. Ver a ese genio con una camiseta impoluta comportarse como yo, sentir el fútbol como yo, me hizo definitivamente del Madrid.
El ‘Puro fútbol’ del gran Roberto Fontanarrosa
Publicado este año, Puro fútbol reúne todos sus cuentos de fútbol y es por tanto un obligatorio para todos los que quieren pasar su deporte favorito por el filtro de la literatura. No encontrarán más pasión y talento que en estas páginas de un libro que sirve además para llegar a un genio argentino del cuento, lo cual ya es mucho decir tratándose de aquel país que vive casi con tanta pasión, cada uno en su medida, a Messi o a Borges.
En este caso cuenta con el atractivo añadido del prologuista: Enric González, uno de esos periodistas que en sus artículos graba su firma para quedársela para siempre. Dice González que «en la liga de cuentistas argentinos, Fontanarrosa compite con gigantes». Lo sitúa detrás del citado Borges y de Cortázar. Ahí es nada. Roberto Alberto Fontanarrosa nació en 1944 y murió en 2007, después de años sufriendo la ELA.
Dibujante, guionista, escritor... Podría decirse también que un genio teórico del fútbol. Decía que dos defectos le impidieron ser un astro del fútbol: uno, la pierna derecha. El otro, la izquierda.
‘Cuentos de fútbol’, el mítico libro de Valdano
A Jorge Valdano le hubiera bastado con tirar de hemeroteca y video para contar una buena historia de fútbol: la suya. Porque su carrera aparece ligada como cómplice imprescindible de la Quinta del Buitre sin ser de ella y de la Argentina campeona del mundo de Maradona. Pero a contracorriente, el futbolista empezó a empeñarse en pasar al folio escrito lo que se pensaba que solo pasaba por el césped de los partidos de fútbol.
Su recopilatorio Cuentos de fútbol, con relatos de escritores, supuso un acercamiento literario al deporte y se supone que arrimó su ascua para que alguno que encontrara en esas páginas un más allá de las crónicas de los medios deportivos.
El leonés Julio Llamazares deslumbra con su relato. Igualmente, el gallego Manuel Rivas encuentra el pulso definitivo para convertir al futbolero en apasionado lector aunque sea ocasional. Juan Villoro, Miguel Delibes, Eduardo Galeano, Javier Marias, Francisco Umbral, cómo no Fontanarrosa... Bien mirado ahora ese libro fue y es un dream team de todos los tiempos. Rescátenlo.