ENTREVISTA
«La radio me ha salvado de muchas tristezas»
—¿Qué sientes al ser protagonista de un libro?
—Es una sensación curiosa. El libro, al ser autobiográfico, no deja de ser la historia que le has contado al autor. Rafa siempre tiene palabras para adornar las cosas. No sé realmente si las cosas ocurrieron así o si mi memoria las ha cambiado con los años. La memoria no siempre funciona igual.
—¿Qué es lo que no cuenta el libro?
—Solo cuenta cuatro cosas. Los que han leído el libro dicen que se han quedado con ganas de más. Casi todas son experiencias agradables.
—Has trabajado en la radio, pinchando música, tienes un canal en youtube... ¿Siempre haces lo que te gusta?
—Es bueno intentar hacerlo. Si consigues hacer el 40 por ciento de las cosas que te gustan, es estupendo. Yo he sido muy feliz trabajando en la radio. Todo lo demás también es divertido. También hice tele, que es muy agradecida. Ahora he descubierto en la edición de vídeos que la creatividad es casi tan importante como la del presentador. Y lo he descubierto editando.
—De los personajes famosos que has conocido, ¿cuál te impresionó más?
—Me quedo con la gente cercana de León. Con la gente más sencilla. Me he especializado en entrevistas de una hora y he descubierto que todo el mundo tiene algo muy interesante que contar. Me quedo con el último que he entrevistado y me ha contado cosas. Todo el mundo tiene una vida y una historia que contar.
—En el libro se dice que Santiago Auserón llamó a ‘tu puerta’ pidiendo una entrevista, ¿qué otras cosas te han pasado?
—Tuve la gran suerte de vivir esos años, los ochenta, donde el pop-rock nacional eclosionó. Soy feliz al ver cómo la gente de León iba creciendo, gente como Fredi Valbuena, que fue alumno de Ángel Barja.
—Rafael Gallego ha escrito en parte tu historia, ¿no te gustaría escribirla a ti?
—No podría, porque mi memoria es muy volátil. Rafa ha escrito un libro estupendo y sus reflexiones son magníficas. No estoy preparado para escribir una autobiografía. Tengo una memoria lamentable.
—¿Es cierto que siempre quisiste trabajar en la radio?
—Sí. Desde pequeñito. Escuchaba mucho la radio y me parecía mágica. Tuve la gran suerte de que me hicieran caso. Mi máxima ha sido que cada vez que alguien va a la radio y ponn la cara que yo puse cuando llegué, intento enseñarle radio. En la última reforma de Radio León una de mis ideas era que desde el hall ya se viera a gente haciendo radio. Eso es chulísimo. Aunque no pases de la puerta, ya ves un estudio de radio funcionando.
—¿A quién has admirado en la profesión?
—A todo el que hace cosas en la radio. Cada uno es importante. Es un trabajo en equipo. Cada día el que hace algo hay que admirarlo. Las cosas solas no se hacen. Y, desde el punto de vista emocional, mencionaría a Ángel Álvarez, que presentaba Caravana y Vuelo 605 . Me encantaban esos programas. Ha habido grandes locutores que he admirado, como Jaime Varella, locutor de León que trabajaba en Madrid. Tenía una voz muy bonita.
—¿El libro de Gallego te hace justicia?
—Lo que cuenta está muy bien hilado. Mi vida es más extensa, pero Rafa ha conseguido en cada capítulo exprimir lo que cuento.
—¿Te gustaba más la radio que se hacía en los 80 o la actual?
—No tienen nada que ver. Admiro mucho la radio local, que no se debería perder. Se hace muy buena radio ahora. Deberíamos volver a hablarle a la gente de donde vivimos. El contacto que teníamos con la gente de la ciudad en los 80 ahora no se tiene; sobre todo, por horas de emisión.
—Eres muy activo en redes sociales, ¿no crees que han catapultado las ‘fake news’?
—Lo único que le achaco de malo es el aislamiento de los que las consumen. Solo te enteras de lo que cuentan con los que interactúas, el resto de las cosas no pasan por tu vida. A las redes hay que dedicarles solo un ratito. Intento aportar contenidos sobre la ciudad, pero el resto del día estoy en contacto con la realidad y los medios de comunicación.
—¿De qué te ha salvado la radio?
— La radio, cuando la haces, te quita todos los males. Busco proyectar cosas hacia los demás que intento que siempre sean positivas. La radio me ha salvado de muchas tristezas y de malos ratos. No quiero contar cosas malas a nadie, ya hay bastantes en la vida.
—¿Ya no hace falta tener buena voz?
—Los locutores que engolan la voz solo son los americanos, aquí la gente es muy normal. Otra cosa es que tengas un estilo propio. Es más actitud, expresividad y estilo. La voz siempre acompaña, evidentemente.