Elvira Sastre publica ‘Las vulnerabilidades’, una novela de suspense psicológico que aborda los abusos sexuales. la escritora sostiene que «La mujer se hace pequeña para que el hombre se sienta grande».
letras con éxito
«Mostrarse vulnerable puede ser un paso en falso»
Con solo 31 años, Elvira Sastre es la protagonista de una rara hazaña: haber congregado a 4.000 personas en el pabellón del Wizink Center, en Madrid, para escuchar su poesía, al lado del cantautor Andrés Suárez. En 2019 la escritora ganó el premio Biblioteca Breve con su primera novela, Días sin ti. En estos cuatros años Sastre no ha parado: ha traducido del inglés a Gordon E. McNeer, Oscar Wilde y John Corey Whaley, y ha seguido dando recitales mientras su obra era vertida al inglés, italiano, alemán y francés. Ahora vuelve a la arena editorial con Las vulnerabilidades (Seix Barral), una historia de suspense psicológico y abusos sexuales que gira alrededor del poder y la dependencia que se establece entre dos mujeres heridas. «El sostén de muchas familias son las mujeres, mujeres a las que no se escucha y que están relegadas pero que aguantan el peso porque el hombre parece que muchas veces se quiebra por momentos. Cuando intenta sobreponerse incurre en un despropósito, y tú, como hija, le tienes que cuidar como a un niño; te haces pequeña para que él se sienta capaz y grande», argumenta la escritora.
Las vulnerabilidades es una historia descarnada que experimentó en primera persona, cuando recibió un mensaje a través de las redes sociales de una mujer que aseguraba haber sido víctima de abusos sexuales. La escritora dice haber alumbrado esta novela para demostrar que el reconocimiento de la fragilidad propia «es la luz que ilumina la grieta». «Estamos en un momento en la que mostrarse vulnerable puede ser un paso en falso, porque no dejas de mostrar tus fragilidades para que el resto te pueda atacar».
Redes sociales
Con cientos de miles de escritores en facebook, twitter e instagram, Elvira Sastre llena auditorios con sus versos, algo asombroso para las cifras exiguas que se venden en España de los libros de poesía. Su reclamo es tan poderoso que ha protagonizado una campaña publicitaria de una cerveza en la que evoca los versos de Juan Ramón Jiménez, todo ello aderezado con la música de C. Tangana. En Latinoamérica suscita pasiones, hasta el punto de que en la Feria Internacional de Guadalajara, en México, tuvo que se escoltada por guardaespaldas, tal era el entusiasmo que generaba entre sus fans. Para escribir la novela, además de espantar el miedo a la página en blanco, se ha liberado de algunos lastres. «De repente un día me quité toda esa autoexigencia y me senté a escribir, sin pensar en un libro, sino simplemente para ver qué salía de ahí. Ese ejercicio es el que me ayudó a entrar en el texto sin dejar que me contaminara. Ha sido un proceso bastante salvaje», apunta.
Tras un caso de violencia machista, la autora defiende que lo prioritario ha de ser reparar a la mujer y evitar la revictimización. «El trauma ni siquiera desaparece cuando el agresor está en la cárcel. Una de las cosas que más me sorprendieron durante el proceso de documentación fue percatarme de que muchas víctimas pierden la capacidad de negociar un contrato, de demandar un salario justo o de buscar un trabajo, porque tienen la autoestima anulada».
«A veces, las víctimas del maltrato psicológico también se pueden convertir en agresoras porque la violencia machista elimina muchos aprendizajes e incapacita a la mujer», asevera Sastre, autora de los poemarios Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo, Baluarte, Ya nadie baila, La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida y Adiós al frío. Pese a la dureza de lo que describe, no tiene una visión pesimista del mundo y cree que en las personas anida un fondo de generosidad, pese al «canibalismo» que se observa en las redes sociales.