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David Toscana acaba de recibir el Premio Bienal Vargas Llosa, uno de los galardones más importantes de Latinoamérica, algo que se debe además de a su talento como narrador a la «virtud de relacionar lo singular mexicano con lo universal y a saber abordar los problemas del mundo con fino sentido del humor», según el jurado.

Toscana, el escritor de clavado profundo

Vargas Llosa y David Toscana.DL

Publicado por
León

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AMALIA GONZÁLEZ MANJAVACAS

E l Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa no ha dudado en calificar a David Toscana por El peso de vivir en la tierra (2022) como el autor que «ha escrito una de las mejores novelas del idioma español», en la entrega del galardón que lleva su nombre, una novela que se ha llevado también el premio Mazatlán de Literatura por «su gran fuerza innovadora y por contar con una notable variedad de recursos narrativos», según resaltó el jurado.

David Toscana (Monterrey, México, 1961), ingeniero de formación y escritor por vocación, repite en sus entrevistas que los dos primeros libros que leyó ya como adulto fueron El Quijote y Crimen y castigo , que ha leído en varias ocasiones y que desde entonces ama la literatura rusa porque es muy imaginativa, valiente, rica, innovadora y, sobre todo, muy humana, cargada de una filosofía que te lleva a lo que verdaderamente es el ser humano y no simplemente a cuestionamientos extraños, complicados... En la literatura rusa «hay una filosofía que puedes llevarte cargando en el alma, te pase lo que te pase, o vayas a donde vayas».

Con el circo como metáfora de la civilización, en Santa María del Circo (1998), una de sus novelas de calado más profundo y constructivas, se entrecruzan diferentes historias que le dan pie a reflexionar sobre los temas que le preocupan: la condición humana, la pobreza, los extrarradios del mundo, el concepto de belleza, la sensación del ser diferente a los demás, la soledad, la vejez, la fatalidad, la imposibilidad de futuro, el lenguaje o el azar.

Un delirio colectivo

Santa María del Circo es un relato de un delirio colectivo: cuando los hermanos que regentan un circo se pelean y se separan, algunos de los artistas descubren en su peregrinaje por el desierto un pueblo abandonado donde edifican una especie de sociedad, transgrediendo todos los límites, aceptando los papeles que el azar les impone y el intento -esperanzador- de renunciar incluso a la propia identidad y ser otro.

Es también un alegato contra la crueldad, la crueldad entre los personajes devastados por el hambre y la pobreza extrema, la crueldad con los animales; la crueldad del espacio desolado, desértico, infértil... Pero aún así se atisba un rastro de esperanza: el deseo y la ilusión que representa el espectáculo circense como una manera de corregir y desafiar la realidad en un viraje de la novela al ensayo, el circo es otro tema central: se recuperan acontecimientos circenses memorables y las hazañas de algunos artistas reales.

En El último lector (2004) Toscana vuelve a ilustrar su singular universo centrado por los temas del fracaso, la muerte y el duelo, influenciado por autores como Borges, Onetti y toda una tradición del género fantástico latinoamericano. Le siguen El ejército iluminado (2006), La ciudad que el diablo se llevó (2012), Evangelia (2016) y Olegaroy (2017), una novela ésta ambientada en 1949, llena de sentido del humor incluso tratando temas relacionados con la filosofía, la teología, la jurisprudencia o incluso las matemáticas y que le valió el Premio Villaurrutia, uno de los más prestigiosos de México, además del Premio Iberoamericano Elena Poniatowska que destacó «su enorme osadía estilística y hondura filosófica».

Pero si hay algo que no le gusta tratar en sus novelas es la vida actual, la realidad cercana, el aquí y el ahora. Para ello tendría que hablar —dice— del mundo tecnológico, de los móviles, etc., una realidad que ya tiene oportunidad de tratar en sus artículos periodísticos semanales.

Homenaje a la literatura rusa

Y llegamos a su última novela (por ahora), El peso de vivir en la tierra (2022), una novela que es todo un homenaje a la literatura rusa, de la que es lector —reincidente— desde hace más de 40 años, en la que unos jóvenes mexicanos para combatir el aburrimiento tienen la genial idea de convertirse en los personajes de novelas o cuentos rusos, una transformación sorprendente y absolutamente eficaz sobretodo contando con que se convierten en personajes de Tolstói, Pasternak o Pushkin.

Esta novela nació de una voluntad de «rendir tributo a tantos escritores que dieron la vida por la literatura, especialmente los autores rusos como el poeta Ósip Mandelshtam» quien, antes de que lo detuvieran por segunda y ultima vez en 1938, pues murió ese mismo año y dejó escrito «que en ningún lado la poesía es tan importante como en Rusia porque en ningún lado matan a tantos poetas como en Rusia».

Si echamos la vista atrás, suele enfatizar Toscana en sus entrevistas, hemos visto que Rusia ha sido siempre un país oprimido, terriblemente oprimido, lo fue en la época de los zares, después con el comunismo stalinista más despiadado de los gulags y las hambrunas, y ahora con el putinismo, un pueblo que «siempre ha tenido la bota encima de la libertad de expresión; y al documentar la novela prácticamente no encontré ningún escritor ruso valioso que no hubiera sido perseguido, gulagueado, ejecutado, encerrado, siempre viviendo en un ambiente donde les coartaron la libertad de expresión».

Para Toscana, Miguel de Cervantes es el origen de todo lo que cuenta. Esta vez lo confirma con una prosa quijotesca donde los personajes viven más en la imaginación que en la realidad. Su novela se lee como un ejercicio lúdico. Más allá de las reglas de la sociedad, en ella todo cabe.

En un mundo con poca tendencia a lo poético, El peso de vivir en la tierra´ ecuerda que los libros salvan. Toscana explica que en su caso tiende más a releer a sus autores favoritos, entre quienes están Homero, los trágicos griegos, Joseph Roth, los del boom latinoamericano y poetas de varias lenguas.

A este fecundo escritor mexicano le encantan las bellas y sabias palabras de Sancho Panza en El Quijote, quien aseguraba que «la libertad es el don más precioso que nos han dado los cielos; que por la libertad puede y se debe aventurar la vida», Esta frase, completa Toscana, «hay que pelearla un día tras otro día, como nos enseñaron, los escritores rusos».

«Los libros le dan a uno la dignidad del ser humano, la libertad, la individualidad. Nos dan cosas más allá que contarnos una historia; están cargados de humanidad, de deseo de libertad.... «No se lee para evadirse de la realidad, sino para echarse un clavado más profundo».

Toscana confiesa que los dos primeros libros que leyó como adulto fueron ‘El Quijote’ y ‘Crimen y castigo’