«Debemos contar historias positivas»
Tres lustros después de su éxito mundial, ‘Maldito karma’, el escritor alemán David Safier vuelve con ‘Mientras estemos vivos’, la historia de un amor nada convencional, el protagonizado por sus progenitores, en una obra que es también una recreación del convulso siglo XX.
Filandón
efe
E l novelista ha mostrado su preocupación por el crecimiento del populismo de extrema derecha en muchos países y en Alemania, en concreto, atribuyéndolo, en parte, a que «no nos contamos las historias que deberíamos, tanto en redes sociales como en general».
«La gente -ha proseguido- sólo ve lo negativo que hay en el mundo y en los demás, por lo que, cuando contamos historias, debemos explicar las cosas positivas, hablar de lo que nos une». Al final, ha argumentado, «los seres humanos somos todos similares: queremos vivir en paz, tener una buena vida, reírnos con los amigos, estar bien y que nos quieran un poco. Lo importante al escribir es el potencial positivo de las personas y mis libros hablan de ello, sean un drama o una comedia».
En este caso la obra, publicada en castellano por Seix Barral, descubre a los lectores la relación entre su padre y su madre, un judío vienés, cuya familia pereció en el Holocausto, y una joven viuda de Bremen, que se llevaban 21 años, y que se conocieron en una heladería de esta ciudad cuando él trabajaba de marino mercante y ella ya tenía una pequeña hija. Sin ninguna intención de idealizar ese idilio, llevaba una docena de años pensando en que debía contarlo por «la fuerza y la resiliencia de ambos, porque es la historia de dos personas normales, aunque con aspecto de héroes de la vida cotidiana, demostrar cuánta fuerza se puede sacar del amor». Los dos, Joschi y Waltraut, «estaban muy traumatizados por los sucesos de su vida, puesto que mi padre tuvo que huir de la Viena de 1938 por el Holocausto y pudo emigrar a lo que entonces era Palestina, mientras que mi madre enviudó con apenas veinte años y se convirtió en madre soltera, viviendo ambos hechos durísimos».
Consciente, asimismo, de que se equivocaron en ocasiones en las determinaciones que tomaron, David Safier, sin embargo, ha resaltado que su padre, con problemas de alcoholismo, «se enamoró de mi madre y lo hizo de tal manera que decidió volver al país de los perpetuadores, a la Alemania de después del Holocausto, sólo por ese amor tan grande». «Mi madre se enamoró de un hombre 21 años mayor y judío. Lo que les unía era que ambos eran muy inusuales, muy locos, no seguían un camino recto, ni luego tampoco lo harían», ha opinado. Aunque él aparece en la obra tangencialmente, no rehuye que la manera de ser de los dos, así como los traumas que sufrieron, le influenciaron a la hora de convertirse en autor. Escribiendo sobre ello ha intentado mostrarlo todo, porque «si solo escribiera del amor, sería hipócrita y yo lo que quiero es que la novela sea auténtica, verdadera. En Alemania, han dicho, además, que utilizo un tono de ternura y es así, no tengo rencor, tengo empatía y una comprensión total hacia ellos».
Pagar un precio
Tampoco obvia que para llevar adelante la relación «pagaron un precio, hubo heridas. Mi madre le dijo a mi padre que solo tendría un hijo con él si dejaba de beber y ella acabó rompiendo con su familia para poder estar juntos».
Con todo, «para mi padre, esa relación fue una nueva oportunidad en su vida, cuando ya contaba con cincuenta años, supuso abrir un camino y fue una gran suerte. Para mi madre, no tanto».
Como es habitual en sus títulos, el humor está presente en esta novela, de la que cree que será difícil que llegue a la gran pantalla, conocedor como es de este mundo tras años como guionista, porque «es demasiado cara de realizar, recorre ochenta años y todo el mundo».
Lo que sí que ocurrirá en 2025, es la llegada de Mientras estemos vivos a los escenarios teatrales de Bremen, su ciudad natal y donde llevan cuatro meses sin ver el sol.
«Les costó convencerme, pero tras reunirme con el director del teatro y su equipo, vi que querían relatar lo mismo que yo explico en la novela, con lo que tengo confianza en ellos», ha concluido David Safier.