‘Mar Nuestro’ es como un pecio hundido, un galeón cuajado de tesoros que el autor rescata de las profundidades para mostrarlos con la cadencia musical de la poesía. en la obra están todos los escritores, las culturas, las civilizaciones que han convertido al mediterraneo en el gran crisol de la humanidad con la nostalgia de un viejo profesor que cada día lee el mar con nostalgia
«Los jóvenes que no lean hoy, mañana estarán muertos»
Miguel Díez publica con la editorial Rimpego un ensayo sobre la influencia que el Mediterráneo ha tenido en el desarrollo de la civilización
Filandón
«Nostalgia es una palabra brumosa que viene de conocimiento y dolor, componentes de la vida humana»
cristina fanjul
E l profesor Miguel Díez Rodríguez acaba de publicar Mar Nuestro, un ensayo emocional sobre el Mediterráneo, un análisis sobre hasta qué punto el mar de Ulises ha condicionado a todas las culturas que ha bañado a lo largo de la historia para alumbrar lo que somos. Una singladura literaria, completa el título, pero es mucho más que eso porque la obra del teólogo y humanista nos sumerge en la espiritualidad, la cultura y la poesía de miles de años de vida en común. Desde los fenicios hasta los seguidores de Alá que cruzaron el Estrecho para llegar hasta las costas de los antiguos pobladores tartesios, la travesía literaria de Miguel Díez es la crónica del crisol de civilizaciones con el que el Mediterráneo alumbró a gran parte del mundo.
Editado por Rimpego, Mar Nuestro llega con la estela de un erudito cuyas obras han acompañado a los estudiantes españoles en el último siglo. En 1985 presentaba la Antología del cuento literario , una obra que recibió el elogio unánime y se ha convertido en una de las obras más utilizadas en el ámbito docente. Hasta el punto de que Luis Mateo Díez asegura que el Díez más leído es su hermano Miguel. Es además responsable de las ediciones críticas de Jardín Umbrío , de Ramón María del Valle-Inclán y Días del desván , de Luis Mateo Díez, así como de los ensayos Cómo enseñar a leer en clase, Memorias de un viejo profesor y Juan Rulfo. Una tragedia susurrada: vida y obra .
Destaca Miguel Díez que el mar es una fascinación, pero también una frontera, un terror, un desafío, un certificado de nuestra insignificancia.
—¿Qué relación hay entre Miguel Díez y el mar?
—Pues verá. Yo nací en La Magdalena pero toda mi infancia la pasé en Tierra Alta, en Villablino. Sin embargo, siempre he tenido una gran relación con el mar. La primera vez que lo vi tenía siete años. Mis padres organizaron una visita a la playa de San Lorenzo y la impresión que tuve fue la misma que narra Eduardo Galeano en El libro de los abrazos cuando le pide a su padre que le ayude a mirar. Era muy pequeño cuando me fui a Comillas. Allí, un sacerdote muy joven que llegaba de Estados Unidos nos leía al caer la tarde El viejo y el mar. Aún no se había editado en España y nos lo leía en la revista Life. Las ventanas de la clase daban al mar y la lectura del cuento de Hemingway y las olas del Cantabrón rugiendo fueron una revelación para mi. Con Paz —su mujer— me trasladé a Altea, donde vivo. Ahora, mientras hablo con usted estoy mirando el Peñón de Ifach.
—¿Dios se encuentra en el mar?
—La infinidad del mar es Dios.
—¿Cómo fue la intuición para ponerse a escribir esta obra?
—He tenido grandes profesores siempre y cuando comencé mi etapa como docente siempre leía a mis alumnos poemas y cuentos relacionados con el mar. Por supuesto, a Homero, porque el La Odisea está todo. A mi siempre me ha chalado el mar y a finales de siglo pasado, cuando me jubilé, comencé a pensar en este libro y puse en marcha el trabajo para reunir todo el saber cultural sobre el mar. Ha sido un trabajo largo y precioso para el que, además, he contado con la ayuda de Joaquín Alegre, que trabaja como un editor norteamericano.
—¿Cómo ha planteado el libro?
—Tiene tres derrotas (en lenguaje marino una derrota es el camino que hace la nave, ya sea por uno o por distintos rumbos, para trasladarse de unos puertos a otros) En la primera expongo las características de este mar nuestro, la segunda es la descripción del mar homérico y en la tercera hablo de los grandes José maría Merino y Pablo Andrés Escapa. Además, esta tercera travesía presenta dos inéditos que ambos me dedicaron a mí y a mi mujer, Paz, relacionados con el mar.
Destaca en el prólogo Luis Mateo Díez que Mar Nuestro es «un mar para leer, siempre con textos muy particularmente significativos y comentados, de acuerdo a la técnica antológica de un viejo profesor que une la sabiduría con la información y el placer literario, que nos ofrece en esas derrotas de la navegación viajes de todos los tiempos, crónicas, leyendas, poemas, cuentos, orientaciones místicas y fantásticas y, por supuesto, las vidas y los trabajos marineros».
En la primera de las derrotas, Miguel Díez elige diferentes episodios de la historia del Mediterráneo. Los fenicios, Egipto, la civilización griega, los griegos, Israel, Roma y el Islam y en ellos sus principales libros, los que han desencadenado todas las historias que han acunado el crecimiento de los mitos europeos y asiáticos. Es el caso de la historia de Jonás, el de la Serpiente de la Muy Verde, Simbad el Marino y, por supuesto, el viaje de Ulises. «Nostalgia es una palabra brumosa —reflexiona— , que viene de conocimiento y dolor, y es de lo que se compone la vida del hombre, del descubrimiento a través del dolor, por eso la historia de Homero es universal».
El escritor responde que si tuviera que elegir uno de los relatos que el libro atesora sobre el mar, sería el de Karel Capek, un microrrelato de su obra Robots Universales Rossum :
«Nos embarcamos en el Mediterráneo. Es tan bellamente azul que uno no sabe cuál es el cielo y cuál el mar, por lo que en todas partes de la costa y de los barcos hay letreros que indican en dónde es arriba y en dónde abajo; de otro modo uno puede confundirse. Para no ir más lejos, el otro día, nos contó el capitán que un barco se equivocó, y en lugar de seguir por el mar puso rumbo al cielo; y como el cielo es infinito no ha regresado aún, y nadie sabe en dónde está».
Destaca Luis Mateo Díez en el prólogo que el libro es «un mar para leer, siempre con textos muy significativos y comentados, de acuerdo a la técnica antológica de un viejo profesor que une la sabiduría con la información y el placer literario».
Y es que lo abras por la página que lo abras, Mar Nuestro siempre engancha al lector y le abre un universo de posibilidades literarias que le permite ensanchar el conocimiento a lomos de los grandes. Como la clase magistral de un profesor, como una conversación erudita, así ha enhebrado Miguel Díez el ensayo de Rimpego para que todos los que se asomen a la proa de este barco encuentren su objetivo en el horizonte.
Alessandro Baricco, Jorge Luis Borges, Pío Baroja, Guillermo Cabrera Infante, Albert Camus, Winston Churchill y, por supuesto, Joseph Conrad, la lista de textos inmortales que reúne el libro es el mejor ancla para detener la rutina y reflexionar, admirar y conmoverse con las letras de cuantos nos precedieron. Decía Conrad que los puertos no son buena cosa... «se pudren los barcos y los hombres se van al diablo»...
Y es que da tristeza atracar este barco porque, como en algún rincón del libro asegura Miguel Díez, son buenos marineros los que va a la deriva.