ENTREVISTA
El escritor e historiador leonés Nacho Ares vuelve al antiguo Egipto en su nueva novela, ‘La sombra de Atón’, un thriller con varios asesinatos que se desarrolla en la época del gran faraón Ramsés II.
Nacho Ares: «El mundo actual es heredado en muchos aspectos del faraónico»
El escritor e historiador leonés Nacho Ares vuelve al antiguo Egipto en su nueva novela, ‘La sombra de Atón’, un thriller con varios asesinatos que se desarrolla en la época del gran faraón Ramsés II.
— ‘La sombra de Atón’ está ambientada en tiempos de Ramsés II, ¿fue este reinado el más interesante del Antiguo Egipto?
—El antiguo Egipto contó con varias épocas de esplendor a lo largo de sus 3.000 años de historia. Sin lugar a dudas, la de Ramsés II, ocupando prácticamente todo el siglo XIII a. C. fue seguramente una de las más brillantes. Los monumentos que nos han llegado como el templo de Abu Simbel, Karnak o el templo de Luxor, nos hablan de una época de esplendor sin igual en la historia no solo de Egipto, sino también de otros países coetáneos del mundo antiguo. Prueba de ello es su legado que aún sigue vivo, casi treinta siglos después.
—¿Le ha resultado más difícil ambientar la novela (en el siglo XIII antes de Cristo) o la trama?
—La época del siglo XIII es, para mí, una de las más cercanas desde el punto de vista arqueológico. Es cierto que hubo momentos muy notables en la historia de los faraones, pero la de Ramsés II cuenta con algunos hitos que me han ayudado a recrear su época. Las pinturas de las tumbas de aquel período, las ropas de sus protagonistas, tal y como vemos en los relieves de los templos antes mencionados, me han permitido acercar al gran público una de las etapas más extraordinarias de la historia. En ella es cuando empieza a perseguirse la religión de Atón que tanto éxito alcanzó casi cinco décadas antes.
—¿El personaje de Khamwaset existió?
—En efecto, se trata de un personaje real y quizá por ello lo he convertido en el protagonista principal de La sombra de Atón. Sabemos que fue el cuarto hijo de Ramsés II en la línea sucesoria al trono de Egipto. Su nombre podría traducirse como El que se aparece en Tebas, Waset, la actual ciudad de Luxor. Es un personaje que conocemos bien por las fuentes que nos han llegado. Fue Sumo Sacerdote del templo de Ptah, en la antigua Menfis (muy cerca de la actual capital de El Cairo). Es considerado como el primer egiptólogo de la historia. Khamwaset tuvo un interés especial para dedicar parte de su vida a la restauración de los monumentos de los grandes personajes que le precedieron. A él le debemos la primera restauración de algunas de las pirámides de Gizeh o de Sakkara.
—En el libro mezcla Antiguo Egipto y asesinatos, ¿qué puede fallar?
—Son dos temas que me han apasionado desde niño. La egiptología se ha convertido en mi profesión, pero también crecí leyendo las novelas de misterio de Agatha Christie. Mi nueva novela no pretende ser, ni de lejos, una novela como las de la escritora inglesa, pero sí he de reconocer que me ha influido. Además, ella estuvo casada con un arqueólogo, Max Mallowan, quien precisamente estuvo excavando en Egipto.
—¿Cuánto tiempo le ha llevado esta novela?
—No sabría decir… quizá un par de años, desde que tuve la primera idea de lo que quería contar, sus personajes, la trama, etc. Luego escribirla me ha resultado más fácil, apenas unos meses. Pero no hay que olvidar que detrás de ello hay casi cuatro décadas de estudio desde que era niño, lo que indudablemente me ha ayudado mucho.
—¿Cuántas veces ha estado en Egipto?
—Sería difícil decirlo. La primera vez fue en septiembre de 1991 y la última, precisamente ahora, que te estoy respondiendo desde El Cairo. No sabría decirte una cantidad exacta, pero calculo que, seguro, más de ochenta veces. Casi vivo aquí.
—Entre los podcats y la radio, ¿cuándo tienes tiempo para escribir?
—(Ahora mismo estoy sonriendo). No eres la primera persona que me haces esta pregunta. Me encanta escribir y es algo que me resulta natural, como el hablar en público o hacerlo delante de una cámara o un micrófono. Una vez que me pongo a pensar en escribir una novela tomo muchas notas en cuadernos de trabajo, escribo todos los días, al menos hago dos o tres páginas… Al mismo tiempo, he de hacer otras cosas, como escribir artículos, hacer los programas, atender mi canal de youtube y los podcasts de Dentro de la Pirámide, dar conferencias, charlas en universidades y colegios… El día tiene 24 horas para todos, solo es cuestión de organizarse… y hacer magia, claro (sigo sonriendo).
—¿Cuál es su personaje histórico favorito?
—Si tuviera que elegir uno, no lo elegiría en el antiguo Egipto. Me quedaría con la princesa de Éboli, doña Ana de Mendoza. El siglo XVI español me encanta y suelo leer mucho de esta época de Felipe II. Ella también estaba interesada en la historia de Egipto, estoy convencido. Seguro que conocía algunas cosas a partir de la Biblia o de algunos autores clásicos como Heródoto.
—¿Siente debilidad por algún faraón?
—Sin lugar a dudas, por Tutankhamón. Leyendo la historia del descubrimiento de su tumba es como me convertí en ‘egiptoloco’. El Faraón Niño también es protagonista indirecto de La sombra de Atón. Mi pasión por él fue la razón por la que la empresa MAD Madrid Artes Digitales contara conmigo para ser el comisario de Tutankhamón, la exposición inmersiva, un proyecto internacional que hoy se puede ver en varias ciudades de Europa, América y que también está en el GEM, el Gran Museo Egipcio, desde su inauguración parcial en noviembre de 2023. Todo un honor para este modesto leonés.
—¿Por qué fascina tanto el mundo egipcio?
—El mundo actual ha heredado muchos aspectos del mundo faraónico. Por mis venas corre sangre íbera, romana, judía y musulmana. Todas estas culturas han bebido del mundo egipcio. Es algo más que evidente que ahí puede estar una de las claves, si no la principal, para explicar por qué nos sentimos tan atraídos por Egipto. Su civilización influyó en todo el Mediterráneo y aún hoy encontramos en el presente aspectos que se crearon en el Valle del Nilo.
—¿Cuántos tesoros egipcios quedan aún enterrados?
—Se calcula que solamente hemos descubierto un 20% de lo que debió haber. Es solo una forma de mostrar todo lo que desconocemos. Esa cifra podría ser mucho mayor o menor. Pero, en cualquier caso, es un dato que nos tiene que hacer ver lo que desconocemos. Hace un par de años celebrábamos los cien años del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón, la tumba casi intacta de un faraón. Pero estoy seguro de que aún quedan por aparecer importantes hallazgos, ¿quién no dice que de igual impacto, que lo descubierto en la tumba de Tutankhamón?
—Había un extravagante proyecto para recubrir la pirámide de Micerinos con granito... ¿qué opina?
—Lo has definido muy bien. Fue toda una extravagancia que no duró sobre la mesa ni una semana y que provocó que, literalmente, rodaran cabezas. La egiptología ha de estar muy por encima de ideas estrafalarias.
—¿Cuál es su lugar favorito de Egipto?
—Por su historia, descubrimientos, paisaje y, por todo lo que aún queda por contar, el Valle de los Reyes, la necrópolis de los faraones del Imperio Nuevo, los más importantes de la historia de Egipto, incluyendo Tutankhamón y Ramsés II.
—¿Le gustan escritores como Wilbur Smith, Christian Jacq... que también escriben novelas ambientadas en Egipto?
—Desde luego. Su trabajo ha conseguido llegar a millones de personas en todo el mundo, acercando de una forma muy amena la historia del antiguo Egipto. Desde mi punto de vista, la novela histórica es una de las herramientas más exitosas y válidas para ayudar a conocer la Historia Antigua.
—¿El hecho de que Ramsés II viviera hasta los 96 años influyó para que el pueblo le considerara un dios viviente?
—No lo creo, ese tipo de consideraciones nacían solamente de la propia persona. Algunos han señalado cierto halo de arrogancia en la figura de Ramsés II, al haberse apropiado monumentos que habían levantado otros. Pero creo que los logros políticos y militares que alcanzó le dieron razones más que suficientes para poder hacerlo. Su reinado trajo la paz y la estabilidad a Egipto, llegando a conseguir metas que nadie después que él siquiera logró acercarse.
—¿Todo en la biografía de Ramsés II es tan grandioso como nos han contado?
—Realmente, sí. En La sombra de Atón aparecen referencias en varias ocasiones a un hecho pasado como fue la guerra con los hititas, la célebre batalla de Kadesh. Tanto los egipcios como los hititas quedaron en tablas. Ramsés II siempre dijo que venció y derrotó a su eterno enemigo, sin embargo, empataron a goles. Lo más importante de todo es que los dos fueron lo suficientemente inteligentes como para sentarse y firmar lo que hoy consideramos el primer tratado de paz de la historia. Cuánto deberíamos aprender de ellos…
—¿Qué otros personajes reales desfilan por la novela?
—Yo destacaría a su visir Khay, una suerte de primer ministro, y a Nefertari, la Gran Esposa Real de Ramsés II, de quien tenemos una de las tumbas más bellas de Egipto. Pero como sucede con otras de mis novelas históricas, en La sombra de Atón he incluido personajes que nacen de mi imaginación para poder amoldar una historia con un trasfondo real que nos acerca al momento en el que el faraón Akhenatón comenzó a ser perseguido y considerado hereje.