Diario de León

Entrevista

CARMEN IGLESIAS HISTORIADORA Y ESCRITORA

«La calidad de la enseñanza ha bajado»

CarmenIglesias

Carmen Iglesias.Manuel Castells

Publicado por
José Antonio Guerrero
Madrid

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« No me pongas el año de nacimiento, que eso es edadismo y ni a hombres ni a mujeres se les define por la edad», pide Carmen Iglesias antes de iniciar la entrevista en su despacho de la Real Academia de la Historia (RAH), institución que dirige desde hace diez años. Madrileña, pues, sin edad, generosa en sonrisas y amable anfitriona en este palacete en pleno Barrio de las Letras, la también académica de la RAE posa con paciencia ante la fotógrafa antes de sentarse frente a una tacita de café y una chocolatina para hablar de la actualidad, de España y del Rey, de quien fue preceptora durante su etapa universitaria, cinco años de clases particulares de historia y humanidades que se prolongaron varios lustros más porque el entonces Príncipe de Asturias disfrutaba de aquellas conversaciones «que podían alargarse horas». Iglesias, a quien Madrid acaba de distinguir con su Medalla de Honor, último premio de una extensa nómina de reconocimientos, publica El carácter es el destino (La Esfera de los Libros), donde recoge artículos, conferencias, notas... breves reflexiones que ha ido escribiendo durante décadas y que resumen con acierto la historia reciente del país.

—¿Cómo ve a España?

—La Transición fue un éxito, pero ha habido dejadez política y las cosas tienen que seguir afinándose. Tenemos un problema delicadísimo con la educación. La transferencia a las Comunidades fue una barbaridad porque igual que hay una lengua común tiene que haber una historia común. La calidad de la enseñanza ha bajado en todos los niveles, no se busca el mérito, se ha perdido la excelencia, cada gobierno trae su ley de educación y no hemos sido capaces de alcanzar un pacto sobre una lengua que une a 500 millones de personas para que todos los españoles puedan hablarla en libertad.

—¿Le preocupa el clima de polarización?

—¡Claro! La polarización, esto de que haya o buenos o malos, es lo peor que puede pasar.

—¿Es posible la reconciliación política?

—Lo fue en la Transición. No se trata de mirar atrás con nostalgia, pero necesitamos algún tipo de reconciliación, pero desde luego esta dicotomía de buenos y malos no conduce a ningún lado.

—¿Diría que está más polarizada la política que la sociedad?

—Mucho más. Y arrastra a ciertos sectores de la sociedad, pero en general no veo en la sociedad la división que hay en la política.

—España vive un enfrentamiento permanente entre los tres poderes del Estado...

—El problema es intentar romper la separación de poderes. Eso sí es preocupante. ¿Qué es eso de que Montesquieu ha muerto? Hay una dejadez política con la intrusión del poder ejecutivo en el poder judicial. Eso nos preocupa a todos y hay que decirlo. La separación de poderes es la base de la democracia.

—Y ante este conflicto entre los tres poderes, ¿la monarquía puede ser un punto de referencia?

—Totalmente. La monarquía parlamentaria es nuestra clave de bóveda.

—¿Qué opina de lo sucedido en las elecciones catalanas?

—Los independentistas ya no son mayoría y me parece bien. Son una minoría, lo que pasa es que gritan más.

—¿Cree que la ley de amnistía ha podido bajar el suflé catalán?

—Yo creo que lo ha subido.

—¿Cabe ahora el diálogo?

—No se puede dialogar con el fanatismo, pero sí con un nacionalismo tolerante. Lo que ocurre es que el nacionalismo acaba siendo intolerante cuando es entendido como superior a otros. Yo hace años iba mucho a Barcelona, llevábamos exposiciones, como la de Carlos III, y hablaba con Jordi Pujol, pero no había para nada esta actitud que hay ahora de frontera y de insultos.

—¿Qué le parece, como historiadora, la idea de descolonización de los museos españoles impulsada por el ministro Urtasun?

—España nunca ha sido un país colonialista. El colonialismo empieza en el siglo XIX con franceses e ingleses, y no hay más que ver cómo se ignora todo lo que fue la Monarquía Hispánica durante tres siglos, una monarquía multicéntrica, donde México era un centro aún más importante que Madrid. Nunca hubo genocidio, hubo leyes de protección a los indios, que eran súbditos iguales. Hubo conflictos sí, como ocurre cada vez que se encuentran dos pueblos distintos, pero Hernán Cortés no hubiera podido conquistar nada si no fuera por la cantidad de tribus que le apoyaron. Que reclamen un tesoro que se regaló a España (por el Tesoro de los Quimbayas, del Museo de América) pues allá ellos, pero fue un regalo de Colombia a España.

—¿Qué cree que contarán los historiadores de la guerra de Gaza?

—No es mi tema, no puedo decirlo. Lo que me preocupa es la ola de antisemitismo que se está extendiendo en las universidades. Muchos jóvenes no conocen el Holocausto y ahora otra vez se pone a los judíos en el punto de mira.

—Pronto se cumplirán diez años del reinado de Felipe VI ¿cree que ha cambiado en la forma de reinar con respecto a su padre?

—Las personas imprimen su carácter en cada momento. Y el carácter de don Juan Carlos es distinto al de don Felipe. Don Felipe es un hombre inteligente, de esas personas que disfrutan cuando conocen cosas y es muy bondadoso. Y ahí está manteniendo la neutralidad y con discursos claros y valientes.

—Cuando fue su preceptora y le dio clases ¿ya mostraba la vocación de heredero?

—Desde luego. Lo sabía perfectamente. Lleva desde niño esa responsabilidad.

—¿Es usted ahora más o menos monárquica que hace 40 años?

—¡Monárquica parlamentaria! No veo a España como una república. Me cuesta ver a alguno de nuestros políticos como jefe de Estado.

—Y Leonor. ¿será reina por referéndum?

—No soy futuróloga, pero puede ser una reina estupenda. Tiene la fortaleza y la empatía que tiene el padre. Y está siendo muy disciplinada.

—¿Le entristece que el rey emérito pueda quedar en el recuerdo de los españoles por la última etapa de su vida?

—Eso en la historia de España será una nota a pie de página. El rey emérito ha sido un gran rey, renunció a todos sus privilegios y jugó un papel fundamental en la Transición y en la reconciliación. Y eso es lo que quedará.

«El rey emérito ha sido un gran rey, renunció a todos sus privilegios y jugó un papel fundamental en la Transición»

«El rey Felipe es un hombre inteligente, de esas personas que disfrutan cuando conocen cosas y es muy bondadoso»

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