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reportaje

«Como en todas las familias había de todo»

‘Los dueños de León’ es el rotundo título del libro de Fernández-Llamazares para contar el inicio del siglo XX

Ricardo Becker Katzenmaier, viceconsul de Alemania, con su mujer Delia Gómez Barthe, y sus hijos, en lo que es ahora la calle Covadonga. En la imagen de abajo, Javier Fernández-Llamazares, autor de ‘Los dueños de León’ y otros libros como ‘De Genaro Blanco a Bendito Canalla’, ‘Los sabotajes a la Legión Cóndor’ o ‘Crónicas de la burguesía leonesa’.

León

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La fotografía en color de la portada de este suplemento es cien años más joven que las que acompañan estas páginas. Es una foto aérea, a vista de pájaro, con permiso de los ahora tan socorridos drones. Es más, es a vista de Ramiro, jefe de fotografía de Diario de León que la realiza desde las alturas y el punto de vista desde el que se toma la fotografía. Si todo depende del punto de vista del que se mire, el León en blanco y negro modernista tiene los pies en el suelo del urbanismo de principios del siglo XX. Curiosamente coincide con el futurista del XXI porque la tecnología permite tomar la imagen sin estar delante del punto de vista. Podría ser curioso plantear qué hubiera pasado si los nombres propios de aquel León que en años como 1923 sufre transformaciones impulsadas por sectores privados que benefician a lo común, hubieran tenido en sus manos los medios que hay ahora para sacar a León de un estado de depresión permanente en cuanto a muchos datos estadísticos, económicos o de población. Sobre estas premisas, Javier Fernández-Llamazares ha escrito mucho y estudiado más hasta llegar a un título rotundo como es el de Los dueños de León . Como en todo, puede haber división de opiniones, pero con un mínimo de osadía es todo un titulazo, un «cómprame», con el suficiente gancho comercial como para convertirse en un libro de cabecera sobre lo leonés. Y ese es otro mérito del autor. «Puse ese título. Y no gustó a todos. Pero lo que quería era dejar sobre la mesa que no eran solo estas dos familias. Había muchas familias propietarias. Muchas de ellas contribuyeron a que León prosperara. Yo había escrito mucho sobre la Guerra Civil y me interesaba saber el antes», explica. De hecho, lo hace en un imponente tomo de 500 páginas que surge como encargo de la Cámara de la Propiedad Urbana de León para conmemorar el centenario de su fundación. Por tanto, justo a la historia socioecónomica y cultural de León, el libro editado por Eolas cuenta también con una importante información relativa a la cámara.

A principios de siglo XX vieron la luz en León una estación de tren nueva, la plaza central de la capital, edificios y avenidas. Era un trasvase natural de los grandes propietarios que contribuían al urbanismo. No eran dos familias en un toma y daca. Eran muchas más. El crecimiento de las ciudades se estaba dando en aquellos tiempos como un bien palpable. Y en honor a esos apellidos muchos de ellos, ahora solo callejero leonés, el bien fue para lo común. Porque como bien indica Fernández-Llamazares a la pregunta de dónde están ahora esos leoneses que pusieron León en el mapa del modernismo y convirtieron la ciudad en un referente, «hay que tener en cuenta que estamos en el periodo anterior a la Guerra Civil. Y sin buscar culpables en esas familias pasó lo que en todas. Que uno era trabajador, otro vago, había conflictos, con el tiempo se pierde la unidad. Como en todas las familias había de todo. Hasta drogadictos...», explica. Y luego también da un dato fundamental a la hora de explicar que muchas de estas familias propietarias de León también lo eran de Madrid y se fueron decantando hacia la capital. Por ejemplo, Javier Fernández-Llamazares cita a los Carballo como una de las familias que más aportó desde su posición de latifundistas y creadores de riqueza.

Todo el relato le sirve al autor para componer una sinfonía urbana de nombres e hitos que tienen como planteamiento el surgimiento de las Cámaras de la Propiedad Urbana entre todas las instituciones nacidas al amparo y la acción de las Sociedades Económicas de amigos del País. La Cámara de la Propiedad Urbana de León se fundó en 1923 y para conmemorar su centenario se publica este libro, que invita a conocer cómo era la ciudad de León durante los dos pasados siglos y cómo evolucionaron algunos aspectos de su urbanismo a través de los documentos que se conservan en los archivos privados de dos familias pertenecientes a la amplia burguesía propietaria protagonista de esta transformación urbana: los Fernández-Llamazares, herederos de una de las bancas más pujantes del siglo XIX y primer tercio del siglo XX, y los Gómez Barthe. Ambas familias mantuvieron una sólida amistad que, como otras muchas, llegaron a solidificar incluso mediante enlaces matrimoniales, políticos y comerciales.

Pero como ya antes puntualiza, se trata de provocar el interés por el conjunto de lo que ocurría en León en aquellos tiempos. O que cada uno elija la temática apasionante que seguro se daba en todos los frentes. El modernismo, el urbanismo incipiente e imponente que aún perdura aunque se hayan perdido auténticas joyas, el boom cultural y social de aquella época, en definitiva.

León, capital del ocio

Por ello, es interesante arrimar el ascua de este libro a la sardina cultural de este suplemento. Y es entonces cuando se puede leer que León era la capital del ocio. «Las tiradas de los periódicos solían ser pequeñas dado que el número mayor de suscriptores eran de la propia capital y porque muchos los leían en las sociedades culturales y de recreo, y en los cafés que se ponen de moda al final del siglo, dejando atrás los viejos mesones. Este era uno de los ámbitos de la vida social del siglo XIX; el otro era el privado, en los salones y tertulias. En una ciudad provinciana como León, de largos inviernos, las familias se reunían y celebraban veladas y tertulias en las que se hablaba sobre los ecos de la ciudad, se charlaba de política o se escuchaba a alguna de las hijas del anfitrión cantar acompañada del piano. Algunas de estas tertulias eran bien conocidas, como las de don Lucio Sarabia, en la calle Ancha, la de la farmacia de D. Dámaso Merino o la del también farmacéutico, empresario y alcalde de la ciudad don Joaquín Rodríguez del Valle. En el ámbito que podíamos llamar público, la principal sociedad cultural fue la Real Sociedad Económica de Amigos del País fundada, como ya hemos visto, en 1782 y que en el siglo XIX pasó por varias fases, con largas interrupciones. Su etapa más fructífera fue la de la segunda mitad del siglo XIX, tras una interrupción entre 1847 y 1855. En este momento se elaboraron unos nuevos estatutos, aprobados en 1869, que acentuaron su interés por la enseñanza de los adultos, la formación de bibliotecas populares, la organización de exposiciones agrícolas e industriales y en promover una Caja Provincial de Ahorros».

No eran solo dos familias. Eran muchas más. Mezcladas luego entre ellas aún colea su poderío en la ciudad menguante

Ricardo Becker Katzenmaier, viceconsul de Alemania, con su mujer Delia Gómez Barthe, y sus hijos, en lo que es ahora la calle Covadonga. En la imagen de abajo, Javier Fernández-Llamazares, autor de ‘Los dueños de León’ y otros libros como ‘De Genaro Blanco a Bendito Canalla’, ‘Los sabotajes a la Legión Cóndor’ o ‘Crónicas de la burguesía leonesa’.