Diario de León

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Edgar Allan Poe es conocido tanto por sus trabajos literarios como por su vida llena de turbulencias, excesos y desafíos, entre ellos su complicada relación con el alcohol.

Alcohol, desequilibrio y autodestrucción

Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe.Archivo

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Ricardo Magaz
León

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Esta adicción ha sido objeto de muchas especulaciones y ha influido en la percepción pública de la obra y vida de uno de los mejores narradores de la historia de la literatura. La existencia de Poe estuvo llena de altibajos emocionales y psicológicos, reflejados en sus escritos a menudo perturbadores.

El crítico cinematográfico y escritor Jesús Palacios lo expuso hace poco con interesantes descripciones en su conferencia del Festival Híbridos en el Palacio Conde Luna con una ponencia sobre cine y literatura de terror; el alcohol marcó decisivamente la vida y la obra del maestro del relato corto, vino a decir el experto en Poe.

Edgar Allan Poe nació el 19 de enero de 1809 en Boston, Massachusetts. Desde temprana edad, Poe enfrentó numerosas adversidades: la pérdida de sus padres cuando era un niño, una educación llena de conflictos con el matrimonio John y Frances Allan que le acogió en su casa, le crio y le pagó la universidad. Y, ya de adulto, los problemas con el dinero que malgastaba por su caótico estilo de vida.

Con el paso del calendario, como sabemos, Poe se hizo famoso por sus cuentos de terror psicológico y misterio, su poesía melancólica y sus contribuciones al género de la narrativa detectivesca, del que se puede considerar uno de sus padres y fundadores con la aparición en el mercado en 1841 de la primera novela policíaca: Los crímenes de la calle Morgue.

¿Abusadores de menores?

Su vida personal estuvo marcada por su matrimonio con su prima Virginia Clemm, una chiquilla de apenas 13 años cuando él iba camino de los 30, concretamente 27. La mujer murió con el tiempo de tuberculosis. Salvando las distancias y los territorios, hay una tremenda concomitancia de elementos que podemos considerar hoy en día pederásticos entre Edgar Allan Poe y el poeta español Antonio Machado. Ambos lograron casarse con niñas que murieron luego de tuberculosis. Machado, sedujo en la pensión donde vivía a Leonor Izquierdo, una cría de 14 años cuando él, con casi 40 años, ejercía de catedrático de francés en el instituto de Soria.

Ante los rumores y posibles consecuencias, Machado montó al año siguiente una boda al amanecer en la iglesia de Santa María de Soria con los testigos justos para el trámite. Pese a la discreción de la madrugada y la escasez de asistentes, un grupo de vecinos se acercó a las puertas del templo para increparle. Leonor, como Virginia, murió de tuberculosis.

Hoy, los dos, Poe y Machado, estarían en prisión con largas penas por abuso de menores, delito recogido en el vigente Código Penal como agresión sexual.

El consumo de alcohol de Poe es un tema complejo que ha sido examinado en el contexto de las luchas con sus demonios personales y profesionales. Muchos biógrafos sugieren que Poe utilizaba el alcohol como medio para autodestruirse y escapar de los conflictos. Sus dificultades con el dinero, la pérdida de seres queridos, sus enfrentamientos en la prensa como crítico despiadado y el rechazo inicial en el ámbito literario, luego superado, pueden haber contribuido a ello.

Poe sufría episodios de depresión y ansiedad. Posiblemente el alcohol había acrecentado estos problemas. Es una conjetura lógica. Existen relatos que indican que tenía una baja tolerancia a la bebida, lo que podría agravar su situación cada vez que la probaba. Con los años, le afectaba hasta el punto de perder a menudo la cordura.

Varias ocasiones de su vida adulta estuvieron marcadas por graves incidentes relacionados con el alcohol. En 1849, Poe fue encontrado en un estado de delirio en las calles de Baltimore poco antes de su muerte, lo que algunos atribuyen a la bebida, aunque las circunstancias exactas de su fallecimiento siguen siendo objeto de debate. Un episodio recóndito, propio de su narrativa.

Testimonios de contemporáneos de Poe ofrecen una visión contradictoria sobre su relación con la botella. Algunos lo describen como un alcohólico incontrolable, mientras otros, más benévolos, sugieren que su reputación fue exagerada intencionadamente por sus enemigos, que los tenía, y muy exacerbados.

Últimos días y muerte

La muerte de Poe el 7 de octubre de 1849 sigue siendo un enigma. Al escritor lo encontraron en un estado delirante en las calles de Baltimore y ya nunca recuperó la lucidez para explicar cómo llegó a ese punto de no retorno. Las teorías sobre su muerte incluyen lógicamente el alcoholismo, un mal golpe víctima quizás de un robo fortuito o las complicaciones médicas, producto de su vida desequilibrada, que ya por entonces padecía.

Como queda dicho, la influencia de su relación con el alcohol se refleja en bastantes de sus escritos, donde temas de desesperación, escapismo y pugna contra el autoaniquilamiento son recurrentes. Obras como El gato negro y El tonel de amontillado exploran la culpa y la locura, elementos que algunos estudiosos consideran paralelos a las propias luchas y demonios de Poe.

En el club de lectura de la Sociedad Científica Española de Criminología le dedicamos un par de jornadas el año pasado. Llegamos a la conclusión que Edgar Allan Poe fue un visionario descontrolado, una figura compleja cuyo talento literario ha sido, en muchos aspectos, inseparable de su turbulenta vida personal. La dependencia crónica del alcohol forma parte de la narrativa de su trayectoria y ha contribuido a la formación de su imagen como un genio torturado que escribe de manera casi obsesiva de la muerte, el entierro en vida o el duelo. Esta dicotomía entre su brillantez creativa y su trágica existencia continúa fascinando a los estudiosos de su obra. Acaso un hombre en busca de sí mismo. Léanle.

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