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Letras biográficas

Una infancia teñida por el odio a los judíos

Eduardo Halfon indaga en su pasado en ‘Tarántula’

Eduardo Halfon publica Tarántula (Libros del Asteroide).Ferrante Ferranti

Publicado por
Madrid

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Eduardo Halfon siempre ha vivido de manera conflictiva su doble identidad de judío y guatemalteco. Nunca llegó a sentirse a gusto en un país católico y con hondos prejuicios antisemitas, algo traumático para un niño cuyos ancestros eran todos hebreos: tres de sus abuelos eran judíos árabes y el cuarto judío polaco.

Tampoco aceptó de buen grado el judaísmo, una religión con la que nunca tuvo ningún tipo de afinidad, salvo en lo que atañe a su interés por aspectos culturales. En esa doble contradicción se crio el escritor. Cuando sus padres enfilaron el camino a Estados Unidos para huir de la guerra civil que asolaba el país centroamericano, ese divorcio con sus raíces se acentuó: dejó de hablar español y llegó a pensar en inglés. Pese a esos avatares, el escritor vuelve una y otra vez a su pasado para indagar y comprender su vida. En su última novela, Tarántula (Libros del Asteroide) se reconcilia con esas dos procedencias.

El escritor retorna a la infancia para urdir una historia en la que el odio atraviesa todo el relato. En la ficción, el prosista evoca aquellos días en que con 13 años su padre le envió junto a su hermano a un campamento de niños judíos en un bosque perdido de las montañas del altiplano.

Al principio, los Halfon fueron adiestrados en técnicas de supervivencia, aprendieron a hacer fogatas y convivieron con otros chicos de su condición bajo la lona de una carpa. Eduardo incluso se enamoró. Peripecias nada raras en un campamento. Lo sorprendente aconteció cuando un instructor les hizo revivir las mortificaciones y el escarnio que sufrieron sus antepasados con los nazis.

«No era un campamento con fines religiosos. Se trataba de juntar a niños para hacer que te sintieras como un judío entre judíos. Había una clara línea sionista y una fuerte impregnación militar», dice el autor de Tarántula . Halfon recrea un episodio que no sabe si ha soñado o vivido, pero que habla con elocuencia del dolor de la persecución racial. Ocurrió cuando se dio de bruces, o al menos así lo recuerda él, con un cartel a la entrada de un club de golf que rezaba: «Prohibido los perros y los judíos». «En Guatemala había un antisemitismo importado. Ese odio que reproduzco está basado en los comentarios de mis amigos, en lo que yo veía en sus casas, es un odio bíblico. Había un vecino que vivía enfrente de nosotros que tenía una bandera nazi colgada en su garaje».

Con Tarántula , Halfon prosigue con la afanosa búsqueda de su identidad, uno de los temas centrales de su obra. En la presente entrega vuelve a aparecer su abuelo polaco, un judío de Lodz, superviviente del campo de concentración de Auschwitz y prisionero que llevaba grabado en su antebrazo su número como recluso. «Hay dos escenas en el libro que escribí primero en inglés, porque las pensé en ese idioma; una de ellas es el entierro de mi abuelo», quien siempre contestaba a su nieto, cuando le interrogaba sobre el significado de esas cifras, que el número 69572 era su teléfono. Era la excusa que ponía para evitar hablar de una experiencia insoportable y dolorosa. El escritor lleva inmerso varios años en una vida errante que quiere dejar atrás de una vez por todas, después pasar largas temporadas en Estados Unidos, Francia y España. «Estoy harto de mudanzas. Quisiera echar raíces», admite.

Ahora está afincado en Berlín con su esposa y su hijo tras disfrutar de una beca que le ha permitido alumbrar Tarántula . «En el barrio donde vivimos tuvo lugar la conferencia en la que Hitler anunció la solución final para los judíos. Berlín para mí es muy importante, pues a las afueras de la ciudad, en el campo de Sachsenhausen, estuvo preso mi abuelo materno».

A Halfon le espanta el aniquilamiento perpetrado por el gobierno israelí en Gaza, que tilda de «inhumano». «Me causa un dolor profundo y una enorme tristeza no solo la masacre del 7 de octubre [en un ataque de Hamás], sino también la reacción de Netanyahu contra el pueblo palestino, que ha generado una ola de antisemitismo en todo el mundo». El escritor ignora si la expresión correcta para definir la matanza de palestinos en la Franja es «genocidio». «Es inaceptable. No puede ser que el mundo permita el asesinato indiscriminado a través de la hambruna, el bloqueo y los bombardeos», denuncia Halfon.

«En el barrio donde vivimos tuvo lugar la conferencia en la que Hitler anunció la solución final para los judíos»