DIVERGENTE
Teatro para olvidar una vida entre rejas
La compañía Teatro Yeses, integrada por mujeres reclusas del centro penitenciario Alcalá-Meco recorre desde hace 40 años los escenarios españoles. «Los aplausos son el reconocimiento que antes no hemos tenido», aseguran las internas
Entre los muros de la prisión de mujeres Madrid 1 en Alcalá-Meco con muchos nervios y más ilusión ensayan las reclusas Sonia, Verónica y Olga, bajo la dirección de Elena Cánovas, directora y fundadora de esta compañía. Las tres internas, que han superado un casting para poder participar en este proyecto, comparten escenario con actores profesionales para llevar a cabo La traición en la amistad , de María de Zayas que se ha representado en Corral de Comedias de Almagro. «Se puede hacer teatro, siempre que cumplas una serie de requisitos como tener permisos ordinarios, además de tener condiciones artísticas», explica Sonia, de 40 años, madre de un niño. «El teatro me ha ayudado a creer más en mí, siempre he tenido la autoestima muy baja», asegura Sonia.
Por su lado, Verónica, que ha renunciado a disfrutar del tercer grado que ya tiene concedido para poder continuar con esta obra asegura que «estar en prisión es muy duro y el teatro fortalece la mente». «Ensayar libera, permite evadirte, es un proyecto apasionante, enriquece», dice la colombiana Olga, a quien el teatro le permite mostrar facetas personales que en la vida cotidiana no se atrevería a hacer. «Vamos, queda poco tiempo, todos coordinados, ordenar bien los pasos de baile», les indica Elena Cánovas, fundadora y directora de la compañía Yeses, que arrancó en 1985 cuando era funcionaria de prisiones y, ahora, ya jubilada, continúa al frente.
«El teatro permite aprender cualidades sociales, llevar a cabo un trabajo en equipo, fomentar la solidaridad, la tolerancia y el respeto mutuo», asegura Cánovas, quien explica que estas mujeres llegan a la cárcel con la autoestima bajísima «pero en el escenario se crecen, da gusto verlas». Nacida en la histórica cárcel de mujeres de Yeserías en Madrid, «esta compañía de teatro encarna el poder transformador de la cultura», explica Cánovas, quien con grandes dosis de energía sigue trabajando para que este proyecto «permita a las chicas reinsertarse en la sociedad con absoluta libertad». «Exigente», es el adjetivo que utilizan las reclusas para definir a su directora. «Siempre nos está exigiendo con la vocalización y la pronunciación», dice Olga. «La directora ha insistido mucho hasta conseguir que mi personaje sea real y creíble», dice Sonia, que tiene muchos nervios ante el estreno: «Toda mi familia va a ir a verme, soy de un pueblo que está al lado de Almagro». «Me siento orgullosa del trabajo que Elena ha conseguido sacar de mí», asegura Verónica, de 40 años, madre de dos hijos a quien le encanta cantar. «Estudié música y canto, pero nunca había hecho teatro».
Esposadas hasta el teatro
Desde sus inicios, Teatro Yeses aspiraba a trascender los muros de la prisión. «El objetivo era emular la dinámica de las compañías convencionales, lo que incluía giras», argumenta la fundadora que recuerda que las salidas se realizaban con un gran despliegue policial: las presas esposadas bajaban del furgón y eran escoltadas por guardias civiles. «Una de las primera obras fue Mal Bajío, un texto propio, que retrata cómo era la cárcel, el frío que hacía, los olores, las experiencias de las presas, los cacheos y las drogas... qué duro era cumplir condena», rememora la directora. «Así, poco a poco, empezaron las salidas y esto ha llegado a un punto en el que se sale con total naturalidad», incide Cánovas que señala que por suerte las cosas han cambiado mucho: la sociedad es más solidaria y se cree en la reinserción. «Los aplausos reconfortan, es una recompensa, un reconocimiento que quizá en nuestra vida no hemos tenido», dicen estas actrices. El director del Centro Penitenciario Madrid 1, Jesús Moreno, presente durante el ensayo en prisión, considera que este proyecto «les aporta disciplina, les permite ordenar su vida y progresar».