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Corsarios y espías con Pérez-Reverte

El mar Egeo y el tráfico de suministros desde la URSS a la España republicana es el escenario de la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, una historia de corsarios y espías en la que dice haber ejercido una «plena libertad de conciencia», sin someterse a ideologías.

El escritor Arturo Pérez-Reverte, en Agistri (Grecia) durante la presentación de la novela ‘La isla de la mujer dormida’.

Publicado por
Magdalena Tsanis
Madrid

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« La gente piensa que la guerra civil española se libró solamente en España, pero no es verdad», dijo el autor durante la presentación de La isla de la mujer dormida (Alfaguara); «también se luchó en el Atlántico, en el canal de Sicilia o aquí, en el mar Egeo». Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), uno de los autores españoles más vendidos dentro y fuera de España, ha explorado la contienda bélica de los años 30 del siglo pasado en otras novelas como Línea de fuego (2020) o El italiano (2021), que acaba de publicar en Francia la editorial Gallimard.

En esta ocasión se trata del telón de fondo de una novela de aventuras que habla de amistad entre rivales y de un triángulo amoroso y que desvela una mirada desencantada a un mundo en el que «la línea entre el bien y el mal nunca está clara».

«Eso te da una libertad de conciencia, no estás sometido a ideologías», señala el autor, que lamenta que, en la actualidad, «gente que ni la vivió, ni la conoció, ni se la han contado sus testigos, están utilizando la guerra civil como herramienta de oposición y de enfrentamiento».

La historia transcurre en una isla imaginaria de las Cícladas, donde un marino mercante medio español medio griego, Miguel Jordán Kyriazis, es enviado por el bando sublevado para torpedear de forma clandestina el tráfico naval procedente de la URSS. Pérez-Reverte encuentra en ese mar, cuna de la cultura occidental, de la democracia a la guerra, de los dioses a la poesía, el perfecto reflejo de la condición humana, «con toda la sangre y toda la gloria, la luz y la sombra» y la mejor «escuela de vida y de memoria histórica». «Tendemos a pensar que todo tiene solución, que la guerra tiene solución, que lo de Gaza tiene solución, que un matrimonio desgraciado tiene solución, pero a veces la vida te pone en callejones sin salida», reflexiona.

«Nos han hecho creer que vivimos en un mundo confortable y protegido y no estamos preparados para cuando viene el dolor, pero el dolor y el horror vienen siempre», agrega el autor de El club Dumas o El capitán Alatriste. Por eso alerta de que «cada vez somos menos cultos» y «estamos más indefensos» y considera que «hay que educar a los niños en el dolor, en el horror» y dejar que vean «el mal», porque «si le tapas la boca al malo, no sabes quién es y cuando te trinca por el pescuezo no sabes cómo defenderte». La mirada crepuscular de Pérez Reverte, corresponsal de guerra durante 21 años (1973-1994), se extiende al triángulo amoroso entre el protagonista y los dueños de la isla, un barón que simpatiza con los fascistas y su esposa, a la que define como «una mujer derrotada». «En mi novela siempre hay una mujer que lucha en un mundo de hombres, con reglas de hombres, y que lucha de una manera heroica», señala, pero esta vez «quería una mujer derrotada, que ya no tiene una segunda oportunidad».

En su opinión, «el héroe masculino no existe si no hay una mujer que lo mire»; cree que «es ella quien lo convierte en héroe con su mirada» y que cuando ese proceso «se resquebraja» es cuando llega «el rencor, el ajuste de cuentas».

El tercer eje de la historia es la amistad de dos espías de bandos opuestos, nacional y republicano, establecidos en Estambul, que tienen aficiones comunes y forjan un pacto de no agresión mutua e incluso de cierta colaboración, alejados de la primera línea del frente.

Es en esa amistad entre varones donde radica la parte más luminosa del libro que, por lo demás, refleja un mundo que se desmorona y en el que Pérez-Reverte ve paralelismos con el actual donde, sostiene, «hay más tontos que malvados».

«El malo siempre gana porque tiene como aliados a los tontos, hay un malo y mil tontos que le rodean», afirma, algo que ve problemático porque «con el malvado, si es inteligente, puedes negociar, pero con el tonto es imposible».

«El malo siempre gana porque tiene como aliados a los tontos, hay un malo y mil tontos que le rodean»