ENTREVISTA
«Yo me juego la vida en cada libro»
Manuel Vilas deslumbra con su último libro, ‘El mejor libro del mundo’ (Destino), en el que pasa a limpio su vida de escritor. novela o memoria al servicio de su genialidad. «Yo pensaba que los 60 años los cumplían los otros». A partir de ahí: ‘El mejor libro del mundo’. Puro Vilas
Hay una certeza: es El mejor libro del mundo (Destino). Y es Manuel Vilas su autor. Y, apenas ha rodado entre los lectores, ya se nota que cuando Vilas publica, el negocio literario se reactiva. Y crea tal expectación que el fan ya espera siempre que Manuel Vilas lo vuelva a hacer: vaciarse cuando escribe. Y aquí podría ponerse la primera puntualización en este artículo, insignificante en ese maremágnum de expertos y críticos, pero ahí va: una de las grandes virtudes y potencias de Vilas es saber exprimir su libro hasta el punto de que el lector a veces tiene la sensación de que en lugar de leer las confesiones de su vida escritas sobre el papel las lee directamente sobre la piel del escritor.
Pero que no se plantee como si fuera el último libro, el que llega a su clímax de autor, el del nivel inalcanzable. Porque se sabe que habrá otro libro, y otro libro, y otro libro de Vilas, y más años y más años. Este El mejor libro del mundo es un libro genial. Pero habrá más. Eso es. Hay escritores que escriben muy bien pero hablan muy mal y escritores que hablan muy bien y no se sabe por qué se les llama escritores. Vilas hace bien las dos cosas. O muy bien. Pero tampoco es importante aquí lo que puntúe este artículo como si fuera un juzgado de talento. Viene aquí entonces otra conclusión: este libro pasa por encima de todos los publicados este año. Pero Manuel Vilas habla de El mejor libro del mundo como si fuera su circunstancia. Anda de allá para acá de promoción, Bilbao, Santander, Madrid y así, y lo lleva con aparente tranquilidad, modestia y hasta afecto hacia el resto de compañeros de profesión. «Sí, ando como los toreros, de plaza en plaza», comenta, además de entrar en detalles de asistencia estos días en los que los temporales por el norte se han sucedido. Y para hablar de su libro dice que «yo lo que he hecho en él es indagar en esa vida de los escritores. Que puede parecer que vivimos en una torre de marfil, sin preocupaciones. Y no es así. Porque si el libro no se vende el negocio se hunde», afirma sin ponerle gravedad al asunto porque a veces los factores que intervienen no los controla nadie. O sí. «El escritor va por las librerías mirando si está el suyo en las estanterías. Y si no está mira al librero. Empieza a pensar que hay una conspiración. Los escritores no confesamos que hacemos eso. Me parecía que había que contarlo alguna vez», asegura. Y vaya que si lo ha hecho.
Lo ha hecho porque, por ejemplo, Juan José Millás dice de El mejor libro del mundo (Destino): «Este libro no es un libro, es un incendio. Arden las páginas a medida que las lees, arde su autor, que huye hacia el final con la cabeza envuelta en llamas, y arde el lector también en busca de la salida de emergencia. Todo lo que usted siempre quiso saber del horror de escribir el mejor libro del mundo y jamás se atrevió a preguntar». Además de los méritos del libro, Millás (y he aquí otro atrevimiento de este artículo) le debía un abrazo de esos estrujante a Manuel Vilas en forma de palabras porque este mismo recuerda que el autor de imprescindibles como El desorden de tu nombre le espetó sin contemplaciones: «Pues de los 60 a los 70 caen como moscas». Lo que llevó a Manuel Vilas, natural de Barbastro, a acelerar el proceso de escritura de El mejor libro del mundo. «Fue así. Me entró una crisis existencial, una urgencia por decir cosas. Vi que era el momento de sacar un libro como este, descarnado», sugiere y remata: «Pero espero cumplir 70 años. Y 80...», asegura.
El escritor y el lector
De qué va El mejor libro del mundo es una cuestión a tratar de manera amplia. Porque rápidamente, ese planteamiento inicial, que existe, de escribir sobre la vida de un escritor, se convierte en un libro sobre la vida, toda una vida de uno desde un punto de vista personalísimo, desde la estupefacción y la fascinación por la vida. Y aún así, lo que podría ser un libro, relato, novela, diario, memoria, autobiografía, porque es de todo, y que solo tuviera a Manuel Vilas como protagonista hace que el lector se sienta interpelado porque a él le han pasado o le pasan cosas parecidas. «Yo es que creo que un libro es del escritor en un 50 por ciento y del lector en el otro 50. Si no hay algo que le llegue al lector no hay literatura. En este sentido, además, el lector es el que tiene la última palabra, no el escritor. Y yo no puedo definirme como escritor si no tengo lectores delante», afirma.
Asuntos de complicidad
Lectores tiene de sobra Vilas, seguro que muchos de la edad clave que es detonante de gran parte del libro. «Yo es que pensaba que los 60 años los cumplían los otros. Yo no. Es como pensar que no vas a llegar a una edad tan contundente. Recuerdo que mi madre decía: un anciano de 60 años...», relata.
En el libro, Vilas se refiere a su vida desde el paso del tiempo y su condición de escritor. Y, en el fondo, aprecia los dos hechos aunque los lleve a un punto de vista casi surrealista, de hecho hay apariciones, y también humorístico, además de esa mitificación en la que ocuparían puestos destacados de su altar nombres como Lou Reed o Frank Kafka.
Si pudiera haber cierta saturación por la carga de sobrevivir en el mundo literario Manuel Vilas se muestra empático con sus compañeros de viaje: «Cuando los escritores se juntan cada uno da la charla de lo suyo... Cómo va su libro, si va a presentarlo en qué sitio, si el agente consigue más o menos traducciones... Al final, todos mis amigos son escritores. Y de hecho a veces siento una complicidad muy grande. Padecemos la misma enfermedad», dice.
«Vilas lo ha vuelto a hacer»
Joana Bonet da en el clavo cuando afirma sobre El mejor libro del mundo que «Vilas lo ha vuelto a conseguir. Con su escritura enamorada y esa mirada trasera que fascina al lector revela que la literatura también sabe combatir la hipocresía social». Lo dice y lo corrobora el propio autor cuando habla de planteamientos. «Yo concibo la literatura como otros a veces no la conciben. Yo me juego la vida en cada libro. Decía Umbral, en cada columna. Intento ir al centro de las cosas y contarlo todo. De alguna manera, eso es lo que buscamos en la literatura, que la mirada sea grande. Es un libro en el que no se da la hipocresía de la realidad», remarca el autor.
Porque, entonces, ¿qué es El mejor libro del mundo? Lo bueno sería no definirlo. Pero ahí va: Esto no es una novela, esto es el mejor libro del mundo. Con canciones de Lou Reed sonando de fondo que uno no sabe si las ha puesto el autor o el lector. Da igual, porque no se puede para de leer para averiguarlo. Es seguir al escritor en un viaje al centro de uno mismo preguntándose mientras se lee qué pinta uno sabiendo demasiadas cosas tan personales que cuenta Vilas. Si es un viaje es un libro de aventuras. De la aventura de vivir, por ejemplo. El mejor libro del mundo es una tormenta de sesenta años lloviendo palabras e historias memorables y cotidianas. Manuel Vilas en estado puro. En uno de esos libros que hablan de la vida del que escribe pero, como él mismo advierte: «El mío no se parece a ninguno». Y sonríe. Y eso es seguro. Porque además del acierto contiene una descarga de talento que cae sobre 583 páginas sin esperar a que nadie se ponga a salvo. Ni él mismo, ni su vida, también. Ni el pasado, ni el presente ni el futuro. Nada de acuerdo con que el peor parado de El mejor libro del mundo es el propio autor. Porque sale vivito y sonriendo. Sale a flote de la incógnita y el absurdo de la vida, como aquel título Lo raro es vivir de Carmen Martín Gaite, a base de ganas de vivirla.
Manuel Vilas
Manuel Vilas (Barbastro, 1962) es poeta y su obra lírica se ha compilado en Una sola vida (2022). Su obra narrativa la inicia España, a la que le siguen novelas como Aire nuestro y libros de relatos como Setecientos millones de rinocerontes. Es autor del libro de viajes América. Su novela Ordesa (2018) fue traducida a más de veinte lenguas, elegida libro del año por Babelia, obtuvo el Premio Femina, concedido en Francia a la mejor novela extranjera, y Le Monde dijo que «leer a Manuel Vilas es caminar por un lugar magnífico con los ojos vendados». Alegría (2019), traducida a varias lenguas, fue finalista del Premio Planeta. En 2021 publicó Los besos. Su novela Nosotros fue galardonada con el Premio Nadal de Novela 2023.